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Oficialismo y oposición, ante el mismo desafío

Domingo, 12 de diciembre de 2021 01:03

La clase política argentina está dando muestras sobradas de que entendió poco y nada el contundente mensaje de las urnas, en donde se reclamó -entre otras cosas- acrecentar los espacios de consenso para abocarse de lleno a la recuperación de la economía, devastada por la inflación, las deudas y la falta de reservas e inversiones.

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La clase política argentina está dando muestras sobradas de que entendió poco y nada el contundente mensaje de las urnas, en donde se reclamó -entre otras cosas- acrecentar los espacios de consenso para abocarse de lleno a la recuperación de la economía, devastada por la inflación, las deudas y la falta de reservas e inversiones.

Esto no sólo le ocurre a Juntos por el Cambio, a quién se le partió el bloque radical en Diputados sólo por la designación de un simple jefe de bancada como Mario Negri. También le pasó al Gobierno, que aún no presentó el plan plurianual que prometió para la primera semana de diciembre, que confrontó públicamente con la Corte Suprema y que anteayer festejó el día de la democracia sin la presencia de un solo dirigente opositor.

Si bien Alberto Fernández estuvo en el escenario de la Plaza de Mayo, no hubo dudas de que lo del viernes fue una muestra explícita de poder del kirchnerismo más duro, para contrarrestar la movilización posterior a las elecciones, en donde el mandatario convocó una multitud a través de los gremios y las organizaciones sociales.

Al tanto de que se habían registrado avances importantes en la negociación con el Fondo Monetario, Cristina Kirchner lanzó duras críticas hacia el organismo y ratificó que “no se firmará ningún acuerdo que comprometa el crecimiento” del país. Las declaraciones, en las que incluyó consejos públicos sobre cómo llevar adelante las tratativas, llamaron poderosamente la atención, ya que pocos días atrás la vicepresidenta había dicho que “la lapicera” la tenía el Presidente y no ella.

En un claro intento por no perder el margen de autoridad que había recuperado tras las elecciones, el jefe de Estado le respondió directamente a Cristina con nombre y apellido, dejando en evidencia el poco diálogo cotidiano que existe entre ambos en un tema de extrema seriedad como la deuda.

Entre los hombres de negocios se respiraba ayer un aire de cierta confusión, ya que el Riesgo País venía bajando producto de la supuesta inminencia de un acuerdo con el Fondo. En diálogo con El Tribuno, un influyente empresario argentino señaló que “no es una buena señal cargar tan duro contra el acreedor con el que se está negociando”. Sin embargo, afirmó: “No creo que las críticas del viernes afecten el trámite de las conversaciones, teniendo en cuenta que al Fondo no le importa que lo cuestionen, lo que necesita es que le paguen”.

La otra vereda

Los detractores del kirchnerismo, que se enfrascaron en una interna absurda que terminó rompiendo el bloque radical en la Cámara baja sin que haya habido ninguna diferencia programática entre los sectores en pugna. Además, como si fuese poco, la simple elección de la nueva presidenta de la Juventud Radical terminó a las piñas. Estas divisiones, típicas de la vieja política, tienen por único objetivo la lucha por los espacios de poder, fundamentalmente entre los radicales del interior, con Gerardo Morales a la cabeza, y los porteños, con Martín Louteau como principal cara visible.

Las elecciones presidenciales de 2023 están a años luz en el imaginario colectivo de la gente, pero parecen estar muy cerca en la cabeza de los principales dirigentes, quienes ya largaron sus estrategias de posicionamiento sin siquiera saber con qué país se encontrarán para entonces.

Ya pasó casi un mes de las elecciones de noviembre y aún no hay un sola pista de cuándo comenzará el diálogo político convocado por el Presidente, que incluía a los opositores con representación parlamentaria, a los sindicalistas y a los empresarios.

Esa mesa, supuestamente, se encargaría de acordar algunos puntos básicos para que la actividad económica pueda dar un salto hacia adelante y que esas propuestas sean refrendadas posteriormente por el Congreso. Sin embargo, ni el Gobierno parece con ganas de poner en marcha esto rápido ni la oposición se desvive por un llamado desde la Casa Rosada. La especulación, por estas, horas, acapara buena parte de la atención de la dirigencia argentina.

La crisis de representatividad es tan profunda que también hay inexplicables divisiones dentro del espacio libertario, que sólo cuenta con un puñado de legisladores. Tanto Javier Milei como José Luis Espert decidieron no unificar sus bloques y ambos podrían quedarse afuera de todas las comisiones parlamentarias. ¿Cuál es la diferencia sustancial entre estos dos economistas de derecha que creen que hay que achicar el Estado e intervenir el Banco Central? Ideológicamente ninguna, pero los egos personales y los futuros posicionamientos de cara a 2023 terminaron prevaleciendo.

En el oficialismo buscaron dar una muestra de unidad en medio de los roces que vive la UCR, uno de los socios principales de Juntos por el Cambio. Por eso, en la Plaza de Mayo se mostraron juntos Alberto Fernández y Cristina Kirchner, quienes no se veían las caras hace mucho tiempo. Pese a eso, las cosas no son tan lineales como se las quiere presentar ante la sociedad. El peronismo tradicional está ganando espacios dentro del Poder Ejecutivo, algo que favorece al jefe de Estado en medio de su interna con la vicepresidenta. Cada vez son más los gestos de autonomía que Alberto está tratando de exhibir, aunque aún no hubo ninguna política concreta que se haya tomado sin el aval explícito de Cristina.