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Es tiempo de reconstruir todo. Urgente.

Lunes, 13 de diciembre de 2021 01:04

La semana que pasó, ojalá haya sido la última del año en la que se realizaron tantas actividades políticas, de espaldas a la gente y a la mismísima República. En el Congreso de la Nación, los nuevos legisladores protagonizaron una ceremonia de jura de sus mandatos, que se destacó por una renovada y lamentable sucesión de chocarrerías inaceptables. No se trata de imponer una paquetería encopetada y falsamente solemne, sino de anteponer simplemente la sobriedad y la seriedad para jurar desempeñarse con honradez y patriotismo, respetando las normas que establecen la Constitución Nacional, las leyes y en este caso, los reglamentos del protocolo del ceremonial de estado.

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La semana que pasó, ojalá haya sido la última del año en la que se realizaron tantas actividades políticas, de espaldas a la gente y a la mismísima República. En el Congreso de la Nación, los nuevos legisladores protagonizaron una ceremonia de jura de sus mandatos, que se destacó por una renovada y lamentable sucesión de chocarrerías inaceptables. No se trata de imponer una paquetería encopetada y falsamente solemne, sino de anteponer simplemente la sobriedad y la seriedad para jurar desempeñarse con honradez y patriotismo, respetando las normas que establecen la Constitución Nacional, las leyes y en este caso, los reglamentos del protocolo del ceremonial de estado.

Pero de las dos o tres fórmulas que alcanzan a todos los que fueron consagrados por el voto popular, muchos de los legisladores saltaron la vara de lo razonable y finalmente terminaron entregando sus bancas tras jurarlas por “desconocer la deuda fraudulenta”, “por les jubilades”, “por Néstor y Cristina y por Perón y Evita”, “la que se respeten los derechos de los cultivadores y consumidores de marihuana”, por la “lucha de las mujeres y la diversidad”, “por la resistencia de los pueblos originarios”, “por los treinta mil desaparecidos”, “por la rebelión de los oprimidos” y un montón de verduras más. No fueron todos los legisladores los que optaron por tener sus diez segundos de fama, pero si hubo suficientes para escribir otra página patética de la vida política actual.

Es cierto que cada uno tiene el derecho de luchar y reivindicar lo que más sienta y honestamente ambicione para coronar su carrera como legislador. Pero eso se supone que lo planteó en las campañas preelectorales y lo honrará con su trabajo tesonero y abnegado en los próximos 4 o 6 años de gestión. Al manifestarse de la forma que lo hicieron, aprovechando las cámaras, los micrófonos y el trascendente hito de un juramento en el Congreso de la Nación, solamente degradaron sus dedicatorias sino que les colgaron un tono más sainetezco que consagratorio. En tanto los bloques de oficialismo y oposición se dividían y subdividían, mostraron patéticamente, una vez más, que los intereses supremos de los ciudadanos no están en el orden del día de los legisladores.

 Otro tema saliente de la semana, fue la visita del Ministro de Justicia de la Nación Martín Soria a la Corte Suprema de Justicia. En su primer encuentro con los cuatro cortesanos, se dio el gusto de criticarlos en la cara con una fuerte diatriba cristinista, sin respeto ni diplomacia. Ni los propios y más encumbrados referentes K se atrevieron a solidarizarse con la patoteada del ministro, que habló para la tribuna y se dio el gusto una vez más de afirmar que la culpa de todos los males de Argentina, siempre es de los otros, en este caso, del Poder Judicial, en pleno. Un intento bastante torpe de deconstruir todo lo que no responda a su posición. La CSJ horas después, respondió dando a conocer un fallo en contra del PEN según el cual, deberá pagar a la Provincia de Santa FE 86 mil millones de pesos por un reclamo de coparticipación mal remitido. En tanto, el Congreso recibía del kirchnerismo, un proyecto de ley para reformar otra vez el Consejo de la Magistratura (la reforma anterior está a punto de caer por inconstitucional), llevando sus miembros de 13 a 17, que tratarán de aprobar en las próximas horas. Como se ve, desde todos lados, se apuesta quien es el más dotado para ser el patrón de una estancia, que permanece totalmente en ruinas, esperando inversión, trabajo, responsabilidad y voluntades de concordia y acuerdo, que permitan iniciar cuanto antes la soñada reconstrucción.

 En Jujuy, felizmente, la entrada de los legisladores electos se produjo normalmente, sin episodios que valga la pena resaltar por lo controvertidos. Sin embargo, también se deben apuntar capítulos de enfrentamientos que tarde o temprano repercutirán en todos los jujeños, para bien o para mal. Por ejemplo, el propio Gobernador Gerardo Morales, no cesa en sus durísimos ataques a sus correligionarios y socios políticos. Esta vez arremetió contra Martín Lousteau que ordenó armar un bloque de diputados disidente presidido por Rodrigo De Loredo, el ganador de la elección en Córdoba que quiere arrebatar el lugar a Mario Negri, el perdedor, que no se quiere ir de ninguna manera. Gritos, insultos, que casi llegan a las manos. “Un  papelón” graficó el flamante diputado Martín Tetaz.  Todo terminó con grietas y subgrietas abiertas en Juntos por el Cambio. Hoy hay siete bloques visibles en el sector, lo que permite afirmar que no están juntos y que así, no podrá aspirar a lograr ningún cambio. El kirchnerismo se los va a comer de un bocado. Pero el GM no se rinde: ya ha logrado instalar el título de su pelea por la presidencia de la UCR y posterior combate por la Presidencia de la Nación: encarna un proyecto federal, versus la matriz porteña que sintetiza Horacio Rodríguez Larreta. GM juega muy fuerte e ignora a las voces que lo acusan de mantener una “relación especial” con Olivos, que va mucho más allá del simple pragmatismo que lo ayuda a mantener la gobernabilidad en una provincia con problemas estructurales irresueltos. La construcción de su candidatura para presidir la UCR (el viernes 17 es la reunión de la Convención Nacional) hasta hoy parece mostrarle vientos favorables al GM. Pero desde allí, deberá construir la trinchera desde donde tendrá que apuntar y disparar con precisión al jefe de la CABA, que, es bueno recordarlo, hasta ahora, no le dedicó al jujeño respuestas a la altura del calibre de los misiles que éste le envió.

En el peronismo, todavía bastante destruido, también se deberán iniciar tareas de reconstrucción. A Rubén Rivarola, que hace días estrenó su nuevo mandato como presidente del distrito, le corresponderá trabajar por el rearmado de las filas justicialistas. La difícil tarea de cerrar heridas, convocar al diálogo, y convencer a muchos –entre ellos a sí mismo- que nada será posible si toda la dirigencia no admite y practica  rápidamente la horrible tarea de sentarse a tragar sapos de distinto amargor y tamaño. RR, Liliana Fellner y Guillermo Raúl Jenefes, son las tres cabezas de la nueva gestión y sobre sus espaldas recae esta primera tarea, inexcusable umbral a traspasar para mirar el 2023 con cierta esperanza. También está allí Leila Chaer, quien en dos años, merced a su militancia interna fue llevada a acceder una diputacía provincial y consagrarse en otra nacional. Pero aquí y ahora, recién comienza su labor para justificar su posición y armar un liderazgo pleno de lealtades y entusiasmos, que se sostenga en el tiempo y alcance el peso específico y la masa crítica que le permita como vanguardia con  presente y futuro, más allá de su grupo de pertenencia. Otros dirigentes importantes, como legisladores provinciales y nacionales deberán pensar en reconstruir sus pretendidos liderazgos porque el peronismo jujeño necesita mucho más que sólo declaraciones altisonantes.

Ahora resta esperar que luego de su acto por los Derechos Humanos y la democracia, (un puro y emotivo elogio de la grieta y de la jefatura política de Cristina Elisabet Fernández de Kirchner) el gobierno deseche los ataques dialécticos al FMI y logre un acuerdo que permita que el país saque la cabeza del agua, respire un poco, y trate de hacer pie, buscando llegar a alguna orilla.

 

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