Llegamos a diciembre, el último mes del año. Parece ser que celebramos la Navidad y el Año nuevo el mes pasado, pero la realidad es que ya pasaron doce meses desde las últimas fiestas. Vivimos en un mundo tan acelerado que hemos perdido la noción del tiempo.
inicia sesión o regístrate.
Llegamos a diciembre, el último mes del año. Parece ser que celebramos la Navidad y el Año nuevo el mes pasado, pero la realidad es que ya pasaron doce meses desde las últimas fiestas. Vivimos en un mundo tan acelerado que hemos perdido la noción del tiempo.
La pandemia del Covid-19 ha modificado nuestras vidas en un giro de 180 grados, llevamos dos años conviviendo con el virus, entre atravesar problemas de salud, pérdidas de seres queridos, entre otras cosas, así es fácil caer en cuadros de estrés.
Desde mi experiencia en el trabajo clínico en consultorio con pacientes adultos, se observa que en el último trimestre del año son recurrentes las consultas por problemas de estrés, ansiedad y depresión.
En este artículo responderemos algunas preguntas que suele hacerse la gente en este contexto de fin de año, así también brindarte algunas estrategias prácticas que podrán ayudarte.
¿Cuándo hablamos del Estrés de qué estamos hablando?
-El Estrés es una respuesta fisiológica, emocional, cognitiva y comportamental que aparece en nuestro cuerpo frente a las obligaciones diarias. Fisiológica, porque por ejemplo si tengo que enfrentar una situación que mi mente la evalúa como difícil es probable que mis músculos se pongan tensos, tenga dolores estomacales, sensación de ahogo, falta de aire, sudoración, se segregarán sustancias químicas en todo el cuerpo, etc. Todas esas son señales físicas. Por otro lado, el estrés activa una respuesta emocional como sentirse nervioso, ansioso, con miedo; es cognitiva porque nuestra mente es como una máquina que etiqueta la realidad en términos de bueno, malo, fácil, difícil, etc. y por último hablamos de respuestas comportamentales porque el organismo realizará una acción frente al problema como por ejemplo afrontar, escapar o sentirse paralizado.
El estés ¿es bueno o malo?
-El Estrés tiene una mala fama, sin embargo, en su dosis justa se convierte en un aliado que nos permite afrontar las obligaciones diarias, por ejemplo, si tengo que rendir un examen hará que me preocupe y por ende me ponga a estudiar, es como un motor.
Entonces ¿Dónde está la diferencia?
-La diferencia está en cuanto al tiempo en que permanece el estrés, a lo que llamamos estrés agudo y crónico. Ejemplo de estés agudo puede ser que en diciembre tengo que terminar con algunos compromisos, eso hará que me sienta un poco tenso, y aparezcan algunos síntomas del estrés, sin embargo, cumpliré mis objetivos y cuando pase este periodo me volveré a sentir tranquilo. En cambio, en el estrés crónico es cuando la preocupación es excesiva, permanente, aparece en todo momento, no paro de pensar en la situación ni cuando me voy a dormir de ahí pueden aparecer algunos signos como insomnio, despertarse preocupado o tenso.
¿Por qué nos estresamos en diciembre mucho más que otros meses?
-Muchos creen porque es el último mes del año, pero en realidad se deben a las expectativas que cada uno de nosotros y la sociedad tienen. En diciembre estamos acostumbrados a hacer una especie de lista mental donde vamos chequeando aquello que pudimos concretar versus aquello que no. Cuando nos damos cuenta de que no logramos alcanzar nuestras metas entramos en crisis A esto podría agregar que el estrés casi siempre tiende a ser una percepción subjetiva, una especie de mirar la vida con determinados lentes muchas veces muy perfeccionista.
¿Qué podemos hacer para evitar el estrés de fin de año?
En primer lugar, darnos cuenta si en nuestra mente aparecen pensamientos rígidos que se manifiestan en frases del tipo todo o nada, por ejemplo, si en mi lista de propósitos he colocado 10 metas, a lo mejor llegué a 7 y no pude con las 3 restantes, pensar que hice lo mejor que pude, auto validarme, ver los logros.
Planificar de forma "flexible" el tiempo que resta del año.
Equilibrar la alimentación, el sueño y realizar actividad física de manera frecuente. La Actividad Física es una aliada de la Salud Mental, disminuye la ansiedad y es un potente antidepresivo.
Aquellas situaciones que no la podamos resolver en el momento, es recomendable aprender a aceptarlas, pero de forma "radical", esto quiere decir aceptarla con el cuerpo, la mente, y las acciones, rechazarlas no cambiará la realidad, al contrario, las empeora. Meditación, ya sea focalizar por un par de minutos toda la atención en la respiración, un objeto, un aroma, etc., a estos ejercicios en la clínica lo llamamos Mindfulness o Conciencia Plena que es prestar atención al aquí y ahora, dejando de lado el pasado o el futuro.
Aumentar la dosis de contacto social, es decir estar con familiares, amigos, seres que apreciamos. Ayudarán mucho en esta época, sobre todo si estamos viviendo un duelo reciente. Si nos dan ganas de llorar permitirnos expresar la emoción, nos acostumbraron a que llorar está malo, cuando en realidad es una respuesta natural como reír cuando estamos felices. Por último y no por eso menos importante, consultar a un profesional de la Salud Mental. Hay que recordar que quienes asisten a un psicólogo o psiquiatra no significa que están "locos", prestar atención a las personas de nuestro entorno y a veces sirve acompañar y validar su necesidad de asistencia.