No debería ser tan difícil: simplemente habría que sumar a un grado normal de sensibilidad a una pizca de inteligencia. Si ambas se conjugan, la vida se nos simplificaría notablemente, se crearía un clima de cordialidad y respeto. Se cambiarían tensiones y crispaciones, por sonrisas y serenidad. Y la sociedad quizás encontraría en una pequeña y simple actitud, el camino que la acerque a la reconciliación y a la convivencia.
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No debería ser tan difícil: simplemente habría que sumar a un grado normal de sensibilidad a una pizca de inteligencia. Si ambas se conjugan, la vida se nos simplificaría notablemente, se crearía un clima de cordialidad y respeto. Se cambiarían tensiones y crispaciones, por sonrisas y serenidad. Y la sociedad quizás encontraría en una pequeña y simple actitud, el camino que la acerque a la reconciliación y a la convivencia.
Se trata de comenzar por evitar el uso de la pirotécnica sonora. Se trata de pensar con inteligencia y sensibilidad en las personas que padecen autismo o alguna otra discapacidad. Especialmente de esos niños a los que las detonaciones de la pirotecnia los sumen en la angustia y la desesperación, en los agudos dolores de sus sentidos hipersensibles. Se trata de pensar en los ancianos a los que los petardos y las bombas les hieren los costados más sensibles. Si todo esto no alcanzara, se tratará de pensar en las personas que están internadas en sanatorios y hospitales, a los que las explosiones de las "celebraciones" les taladran la imprescindible quietud que debe reinar en los ambientes ascéticos y silenciosos que requiere la recuperación de la salud.
Pero además, están aquellos otros seres vivos que no pueden quejarse, ni expresar descontento y simplemente sufren o mueren. Son los animales domésticos, perros, gatitos, etc., que padecen las explosiones, se desesperan, huyen despavoridos, se pierden o son atropellados en sus carreras desesperadas. Y también los animales silvestres, especialmente pájaros, que en su desesperación vuelan entre explosiones de la pirotécnica escandalosa hasta que sus corazoncitos explotan de miedo y dolor y caen sin vida en cualquier lugar.
¿Es necesario "festejar" de esa manera? ¿Pueden la imbecilidad y la crueldad ser más importantes que el sentido común, el respeto a la vida? Hay leyes, normas, ordenanzas, contravenciones, amenazas de multas, y hasta cárcel a los que venden y a los que compran pirotécnica sonora, pero pareciera que las autoridades se dieron por satisfechas con haber aprobado letras muertas, porque las noticias después de los festejos confirman que "se escucharon detonaciones", y que hubo lesionados, heridos, quemados. Pero no se conoce que se haya actuado aplicando el peso de la ley a los infractores. Y que todo, se transforma en realidad en la exaltación de la estupidez…
Vamos a comenzar otro año. No sería maravilloso adornarlo en su mismísimo comienzo con conductas civilizadas, solidarias. Con algo de inteligencia y sensibilidad. Sería un buen comienzo. íFeliz 2022!.