El año pasado, Guadalupe Daniela Ayala, una enfermera, noble y de buen corazón quedó embarazada, algo que había anhelado toda su vida. Estaba gestando mellizos, pero un paro cardíaco terminó con su vida, a los 29 años de edad, junto a sus dos bebés. Esta es parte de una dura historia de dolor y sanación, y también la de una familia que cada día intenta reconvertir esa pérdida en ayuda. Fundación “Guadalupe Daniela”, así se llama el proyecto creado en junio del 2020, por la madre de Daniela, Grisel Cayo. Apunta a ayudar a quienes menos tienen y darles una mejor vida.
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El año pasado, Guadalupe Daniela Ayala, una enfermera, noble y de buen corazón quedó embarazada, algo que había anhelado toda su vida. Estaba gestando mellizos, pero un paro cardíaco terminó con su vida, a los 29 años de edad, junto a sus dos bebés. Esta es parte de una dura historia de dolor y sanación, y también la de una familia que cada día intenta reconvertir esa pérdida en ayuda. Fundación “Guadalupe Daniela”, así se llama el proyecto creado en junio del 2020, por la madre de Daniela, Grisel Cayo. Apunta a ayudar a quienes menos tienen y darles una mejor vida.
Su madre abrió su corazón para hablar de cómo supera día a día la pérdida de su hija. “Desde los 16 años, mi hija ayudaba a la gente, participaba en la iglesia y Cáritas. Por eso, en honor a ella formamos la fundación para ayudar a la gente que menos tiene”, sostuvo. Aprendió a vivir con el dolor. El 7 de mayo a las 21 recibió una llamada en la que le anunciaron que su hija no reaccionaba. Cuando llegó a la casa del padre de los mellizos, la vio a Daniela tendida en el piso y siendo asistida por personal de Same que le estaba haciendo prácticas de reanimación.
Con mucha angustia Grisel intentó decirle a su hija que despierte y que vuelva a la vida por su familia. “Luego vi en la máquina que su corazón empezó a dar señales, le pusieron una inyección para ayudarla, pero no logró despertar”, recordó tristemente. Pese a que su hija era muy sana y no padecía ninguna enfermedad, los médicos le dijeron a Grisel que podría igual pasar por ese tipo de patología, que es considerada como muerte súbita. A partir de ese día, Grisel constató que su vida se había detenido y estuvo varios meses sin querer comer, ni levantarse de la cama y hasta querer dejar de vivir.
Pero gracias al apoyo de sus hijas y de sus afectos reunió las fuerzas para salir adelante. Hoy entiende que debe aprender a vivir con el dolor y recordar a Daniela con mucho amor. Todos los días replica los valores y principios de su hija, que le hacen saber que ayudar a los demás reconforta el alma. “Y me ayuda mucho a mí, porque mi hija era muy activa, todo el tiempo andaba de aquí para allá, iba a los grupos de la iglesia. Ella me da la fuerza para que yo haga lo que estoy haciendo” dijo al momento que agregó que es importante ayudar a los que menos tienen, “en diferentes lugares hay mucha pobreza y hace falta que se ayude”.
Convertir el dolor en ayuda
Pese a la desgarradora pérdida que atravesaron Grisel y toda su familia, hizo posible transformar el dolor en un motor para seguir adelante y ayudar al prójimo. En junio del 2019, su familia decidió aunar lazos para llevar adelante la fundación “Guadalupe Daniela”. Aun con la pandemia, buscaron la forma de solicitar ayuda y donaciones para comedores y merenderos de la provincia. Apenas iniciaron recibieron el apoyo de amigas de su hija y colegas de trabajo. También pusieron un granito de arena para una ong que contiene a mujeres embarazadas. Previo a la celebración de Navidad, realizaron una movida solidaria para niños de comederos y merenderos, entre ellos a Cáritas Felices, Rinconcito de Luz y Pica Piedra. En tanto lograron recolectar juguetes y obsequios para más de 300 chicos.
Asistencia para Abralaite
Ahora, los integrantes de la fundación se encuentran pidiendo la donación de mercadería, ropa en buen estado y todo lo que se pueda donar para varias familias de la comunidad de Abralaite, Cochinoaca. “Hemos juntado mercadería y ropa para niños de allí”, dijo. Tras regresar de una visita que hicieron vieron que hay mucha pobreza. Si bien volvieron alegres por que pudieron ayudarlos, pero también sintieron tristeza por no poder ayudar con más cosas. Los niños de allí necesitan una impresora para los trabajos de la escuela, entre otras cosas. Quienes deseen ayudar podrán acercar las donaciones a calle Santa Fe Nº 2163 del barrio Cuyaya, de 9 a 12 y de 17 a 21. O comunicándose al 3885629592.