Blanca y Pierro me habían hecho confesar que no eran personas sino personajes creados por mi imaginación. No les resultó una respuesta muy agradable, entonces el padrecito quiso consolarlos diciendo que, para muchos, la misma gente que vive y camina no es más que parte de un sueño.
inicia sesión o regístrate.
Blanca y Pierro me habían hecho confesar que no eran personas sino personajes creados por mi imaginación. No les resultó una respuesta muy agradable, entonces el padrecito quiso consolarlos diciendo que, para muchos, la misma gente que vive y camina no es más que parte de un sueño.
Pero el tema era que me hicieron notar que el padrecito no estaba entonces con nosotros. Tengo el derecho a ponerlo en esta escena si lo necesito, les dije, para eso soy el autor de los Laberintos. ¿Eso quiere decir que aún nuestra pregunta, ese querer saber si somos personas o personajes, también es algo que se le ocurrió a usted?, quiso saber Blanca.
De alguna manera, dije, aunque debo confesarle que me sorprendieron. No siempre el soñador es responsable de aquello que aparece en sus sueños, dijo entonces el padrecito pero nadie estaba muy seguro de que soñar fuera lo mismo que escribir un cuento. Hasta se me hace que el personaje de un sueño es más real que el de un cuento, dijo Pierro.
¿Y usted?, me preguntó Blanca, y la verdad es que esa pregunta ya no la esperaba. ¿Qué es usted: el autor de estos cuentos o un personaje que podríamos describir como un escritor de cuentos que, en esta ficción, aparece como el autor de los Laberintos? Estuve unos segundos callado, para al final decirle que no lo sé.
Un filósofo francés, dijo el padrecito, dijo alguna vez que se puede dudar de todo menos de la existencia de aquel que duda, alguien que es indudablemente real. Y si ustedes dudan si son personajes es porque son reales, concluyó.