Desmentidas
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Desmentidas
El periodista norteamericano le quería hacer creer a Pierro que su diario lo había enviado para averiguar por la suerte de un Diablito de Carnaval que no se encontraba en el mojón, pero el comisario ya sospechaba que conocía a ese rubio de lentes anchos de alguna parte. De todos modos, disfrutaba de su conversación irónica y visitaron juntos el mojón.
¿Usted me dice que la historia de que el Diablito duerme todo el año bajo estas piedras es un cuento?, quiso saber mientras abría su libreta para anotar la respuesta, y Pierro le respondió que eso se dice. Nunca me tomé el trabajo de desmentirlo, agregó y el periodista le sugirió que lo desenterraran para saberlo.
No dicen que hacer eso traiga buena suerte, nos contó el comisario que le dijo. No soy de creer en todas esas supersticiones, agregó dudando que esa sea la palabra correcta para definirlo, pero tampoco me gusta contradecirlas. De todos modos, faltan pocos días para que se lo desentierre como corresponde, así que podría ser bueno que esperemos.
¿Y qué sucede si, en ese momento, no lo encuentran?, quiso saber el gringo. Pierro se puso las manos en los bolsillos y lo pensó un rato, pero prefirió volver a un asunto que tenían pendiente. Usted no me dijo cómo se llamaba, preguntó alzando un poco la vista. No, dijo el otro, ¿no le alcanza con saber que tengo el mismo oficio que don Dubin?
Pierro negó con la cabeza. Si le digo el nombre del diario, lo adivinaría fácil, siguió el rubio. Mejor le agrego que, a veces, tengo también un trabajo parecido al suyo.