También los humanos
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También los humanos
La liebre me dijo que muchas eran lectoras del Tribuno, aunque yo nunca las tuve por animales muy informados. Recordaba haberle escuchado a un cazador que se paralizan al ver una luz, y ese es un secreto que, en manos de un cazador, es fatal para las liebres. ¿Cómo puede ser que, estando informadas, tomen malas decisiones?
La liebre me respondió que era cierto, que sabían que la luz podía ser el farol de un cazador, pero al verla no podían moverse, era algo más fuerte que ellas. Pero luego, parpadeando como si reflexionara, me dijo que también los humanos solemos estar informados, pero llegadas las elecciones no siempre votamos a los que más nos convienen.
Tuve que reconocerle que era cierto, y que me sorprendía que supiera sobre nosotros más de lo que supuse que podría saber. ¿Usted cree que los humanos pasan desapercibidos?, me preguntó para continuar diciendo que, desde que existimos, le hicimos tanto daño al planeta que los animales no podrían ignorarnos.
Cualquier animal puede dar testimonio de cómo son ustedes, y aún en esto que me dijo se nota su modo de ser: ese pensamiento binario que nos relaciona a las liebres directamente con los cazadores. ¿Por qué no pensó en la velocidad, en la belleza de mi estilo de carrera, en la sensibilidad de mi audición, en el arte de camuflarme?
No sólo es humano, dijo, sino occidental. Las artes marciales chinas estudian cada uno de los movimientos de los animales, los quechuas estudian nuestros nombres para sus apellidos, y usted piensa en lo que le dijo un cazador.