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Miedo "a un retorno a la violencia directa"

"Todo el mundo sabe que los soldados están armados y pueden disparar", advierten los ciudadanos.

Miércoles, 03 de febrero de 2021 01:03

Militares fuertemente armados, toques de queda, cientos de políticos detenidos y sin protestas en la calle configuran el panorama de tensa calma que se vive en Myanmar después del golpe de Estado, aunque existe preocupación "por un retorno a la violencia directa contra la población, incluidos arrestos masivos y grupos paramilitares", dijo Matthew Walton, profesor de la Universidad de Toronto y especialista en estudios birmanos.

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Militares fuertemente armados, toques de queda, cientos de políticos detenidos y sin protestas en la calle configuran el panorama de tensa calma que se vive en Myanmar después del golpe de Estado, aunque existe preocupación "por un retorno a la violencia directa contra la población, incluidos arrestos masivos y grupos paramilitares", dijo Matthew Walton, profesor de la Universidad de Toronto y especialista en estudios birmanos.

Las Fuerzas Armadas derrocaron el lunes al Gobierno y detuvieron a los principales políticos, entre ellos a la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, bajo el argumento de que no se hizo nada ante las denuncias de fraude en las elecciones de noviembre pasado hechas por los propios militares.

El actual jefe del Ejército, el general Min Aung Hlaing, con una causa en la justicia argentina por genocidio, se autoproclamó líder por un año para luego celebrar elecciones "libres y justas".

"Este camino era inevitable para el país y por eso tuvimos que elegirlo" dijo ayer el oficial, en declaraciones subidas a la página oficial del Ejército en Facebook.

Puso fin así a una década de Gobiernos civiles que asumieron tras casi medio siglo de dictadura en un país que tiene una larga historia de conflictos entre etnias desde su independencia del Reino Unido en 1948.

"No veo perspectivas de fuertes coaliciones entre grupos de derechos humanos (en gran parte urbanos) y activistas étnicos o grupos armados. Eso sucedió durante breves períodos de tiempo en la década de 1990", explicó Walton sobre esta división interna que ayudó a que el Ejército haya tomado el control, hasta ahora sin resistencia, en una calma que parece muy frágil.

"Realmente me preocupa que vuelva la violencia directa contra la población, incluidas las detenciones masivas y posiblemente ahora el despliegue de grupos paramilitares poco organizados para reprimir e intimidar", manifestó el académico, fundador del foro Tea Circle surgido en la Universidad de Oxford para pensar la situación política y económica de Myanmar.

Cientos de miles de personas fallecieron y millones fueron desplazados en las últimas siete décadas por la violencia interna, inclusive en este último período democrático como ocurrió con los rohingyas, una minoría musulmana brutalmente reprimida por el Ejército con el apoyo del Gobierno civil, denunciado como genocidio ante la Corte Internacional de Justicia.

El trasfondo de esta situación es que las Fuerzas Armadas nunca terminaron de ceder el poder, ya que por Constitución tenían garantizado al menos el 25% de las bancas del Parlamento y el control de tres ministerios claves (Interior, Defensa y Fronteras), algo que la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi que gobierna formalmente desde 2015, nunca intentó reformar pese a sus promesas de campaña

"De alguna manera, es sorprendente (el golpe de Estado), ya que la Constitución da un pase libre al Ejército en varias áreas clave, y Suu Kyi excusó e incluso apoyó sus campañas violentas contra los rohingyas y otros grupos étnicos", afirmó Walton.

"Por lo tanto, no está claro qué más podrían obtener de este golpe directo que aún no tengan. Quizás un objetivo a corto plazo es revisar la Constitución para restringir o controlar aún más las reglas electorales y poder suprimir legalmente los votos de la LND", estimó.

El partido obtuvo el 80% de los sufragios en los últimos comicios, pero los militares denunciaron irregularidades y reprocharon al Gobierno haber decidido celebrar las elecciones en medio de la pandemia de coronavirus, argumentos esgrimidos para tomar el poder por la fuerza el día que tenía que asumir el nuevo Parlamento.

"Todo el mundo sabe que los soldados están armados y pueden disparar", dijo Maung Mu, un vendedor de periódicos en Rangún.

Las conexiones telefónicas y el acceso a Internet, que se habían interrumpido el lunes, volvieron a funcionar, los bancos reabrieron, pero el aeropuerto internacional seguía anoche cerrado.

Sin embargo, los mercados y las calles, que en general estaban animados a pesar de la pandemia de coronavirus, estaban más tranquilos que de costumbre.

Mientras tanto, cientos de diputados de Myanmar estaban ayer bajo arresto, confinados en el complejo donde viven y rodeados por tropas.