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Ser mujer canillita, una vida digna y muy sacrificada

El mundo de la venta de diarios y las revistas es interesante pero conocerlo a través de Josefa Gerónimo, todavía
Viernes, 12 de marzo de 2021 01:01
JOSEFA GERÓNIMO / UNA DE LAS PRIMERAS MUJERES CANILLITAS DE JUJUY.

"Vender diarios me hace digna, lo aprendí de mi mamá, aunque ella ya no está, aprendí a vender mucho y es un orgullo", expresó Josefa Gerónimo, quien es una mujer jujeña y trabajadora canillita con una trayectoria fuerte y llena de aprendizajes, que recordó cómo es llevar a cabo este oficio en la cotidianeidad.

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"Vender diarios me hace digna, lo aprendí de mi mamá, aunque ella ya no está, aprendí a vender mucho y es un orgullo", expresó Josefa Gerónimo, quien es una mujer jujeña y trabajadora canillita con una trayectoria fuerte y llena de aprendizajes, que recordó cómo es llevar a cabo este oficio en la cotidianeidad.

El mundo de la venta de diarios y las revistas es muy interesante; pero conocerlo a través de la experiencia de una mujer, todavía más.

Ser canillita es un trabajo noble que tiene una historia exquisita, bien sea por herencia familiar o por elección, pero muy interesante desde cualquier punto de vista.

En la sociedad, los canillitas siguen siendo portadores de novedades y siempre están presentes para ofrecer su servicio con la mejor predisposición a la comunidad.

Las primeras incursiones en este oficio fueron muy importantes en su vida, pues es muy común encontrar por las calles a vendedores de diarios, pero cuando se trata de una mujer, la perspectiva es distinta y la sensibilidad, otra.

Luchando contra días de sol, lluvia, viento y frío, la figura de esta trabajadora llegó erguida, desde los años 70 hasta la actualidad.

"Este oficio es muy sacrificado para las mujeres, en mi caso porque he sufrido muchas veces malos tratos de hombres, aunque con el tiempo esto fue cambiando", expresó Gerónimo recordando sobre la existencia de esa experiencia.

"Con mis compañeras que eran pocas, teníamos que evitar que nos reten, que nos griten y teníamos que llevar la recaudación en tiempo y forma, sino nos retaban", explicó mientras trabajaba sus argumentos.

No podía dejar de preguntarse por qué en ese tiempo tenía que ser así. Sin embargo, los días fueron pasando y, con ellos, el entusiasmo por seguir trabajando más y mejor.

"Siempre estamos temprano en la calle y me llena de alegría ser vendedora de diarios porque me gusta, lo hago con amor, lo hice toda mi vida y no tengo vergüenza. Hasta hay gente buena que a veces te regala el vuelto", comentó risueña Josefa que con casi cincuenta años de labor solo poseía un carrito compañero entre sus manos cada mañana cuando desde a las 4, salía a la calle.

"Desde que comencé esta tarea, tuve muchas crisis, para nosotras las mujeres fue muy sacrificado manejarse. Aunque debo decir también, que en los años 80, eran épocas hermosas. A la mañana veías cómo la gente iba a los kioscos o buscaban canillitas para comprar revistas, los diarios, las "Condoritos" y había que ser muy amable con la gente porque eso me enseñó mi mamá", destacó.

Después, con el tiempo, tuvo la posibilidad de tener un kiosco que hoy está en el mercado "12 de Octubre".

"En los primeros tiempos, se quedaba mi marido trabajando y yo me iba a cocinar, limpiaba mi casa y terminaba de cocinar y llegaba él a almorzar. Pero luego, las cosas cambiaron y empecé a ir yo al kiosco a trabajar y me quedaba hasta las 23", recordó.

Si hay algo que Josefa aprendió, es que la predisposición siempre tiene que estar presente en la atención, porque si se trata mal a un cliente, este ya no vuelve y simplemente se va. "No me quedaba en un solo lugar y vendía de 50 a 100 diarios por día, cuando eran las elecciones de la reina había que empezar a trabajar desde temprano, pero ya estaba acostumbrada porque antes de ser canillita, buscaba cartones para vender, siempre le ponía empeño para trabajar", dijo al rememorar esta experiencia por lo vivido intensamente. "Para nosotros no hay días de descanso, uno no puede estar con resfrío porque si no nos agarra la lluvia o el viento. Un día se me mojaron todos los diarios porque se me cayó la bolsa con agua encima y ya no pude vender", explicó. Y es que en este oficio de ser canillita mujer empezó a equilibrarse con los años.

"Todas las mujeres en este ámbito somos muy sacrificadas, creo que el trato tenía que ser de igual a igual desde antes; porque los hombres que maltratan son muy malos. Ahora es distinto y mejor, trabajamos bien en el mundo en general y entre los canillitas también", reflexionó y para finalizar, les dejó un buen augurio a todas sus compañeras. "Que no den el brazo a torcer, que sigan poniendo todo por este país, que Dios nos bendiga".

 

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