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El orfebre y el arte de cambiar metal fundido por joyas de valor

Martín Molina contó cómo se inicia su oficio, desde la fundición del oro o la plata,hasta el pulido de la pieza y que brille al final.
Domingo, 14 de marzo de 2021 01:02

Sentado, con la mirada fija en la flama azul, lograba quedarse hipnotizado, como abstraído. Inmóvil, sólo tenía por objetivo estremecer la pieza en el momento justo para tomar la forma exacta que dibujaba su mente pensando en el resultado final.

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Sentado, con la mirada fija en la flama azul, lograba quedarse hipnotizado, como abstraído. Inmóvil, sólo tenía por objetivo estremecer la pieza en el momento justo para tomar la forma exacta que dibujaba su mente pensando en el resultado final.

La idea del movimiento circular era correspondida con la acción. La misma que se coronó con una ejecución perfecta sobre una base de piedra que parecía soportarlo todo.

La llama ardiente, toma rasgos de marea y juega con el metal de un casi anillo que está presto a cambiar de tonalidad. Entonces el artesano lleva el calor de un soplete que se acerca, que se aleja... que se vuelve a apagar. Acaso, de vez en cuando, descansando de la tarea previa que le había tocado en suerte realizar.

Hasta que en un instante -uno en especial- y desde su escritorio lleno de herramientas vestidas de pinzas y cinceles, Martín Molina, decidió tomar un breve descanso.

PLATA DELICADA / NÚMEROS CINCELADOS DE CUMPLEAÑOS O ANIVERSARIOS 

Observa la pieza y en silencio, la deja reposar pero sólo por un momento, recordando los consejos que la figura de su padre le marcaba hace tiempo atrás. Así, guarda su ojo clínico para utilizarlo más adelante y compartir su universo de calor, pulido y brillo excepcional.

"De chico aprendí y me dediqué de a poco, primero con el tema de la soldadura para fabricación de alianzas, después fui aprendiendo de todo un poco", comenzó a explicar Martín Molina, orfebre jujeño cuyo oficio derivó de un saber que indudablemente posee el don de ser único.

Todavía es temporáneo a los tiempos que corren, pero en sus ojos lleva la nostalgia de un pasado que se vuelve presente, con la verdad a trasluz y la convicción de haber heredado un oficio que tiene mucho de simetría, detalle y tradición.

MARTÍN MOLINA / EL ORFEBRE QUE MUESTRA SU ARTE EN ALIANZAS Y ANILLOS DE MESA. 

Con cada arte hecho en oro y plata, Molina deja para el mundo las futuras joyas que desde sus manos nacen, gracias al legado que supo perfeccionar desde que era un joven de 16.

Todo comienzo tiene al fundido del metal como primer paso para llegar a la pieza deseada, sea dorada o plateada. A través de unas máquinas denominadas laminadoras que tienen la misión de "estirar" el metal, para iniciar la fabricación de una preparación que sigue un curso determinado, adoptando de manera singular las formas que el orfebre antes había soñado.

"Si es versión plana o en chapa, se pueden hacer cadenas y medallas en forma rectangular o los que son como lingotes y se preparan las alianzas. Desde ese mismo metal se puede hacer un trabajo más fino cada vez más finito hasta que el resultado sea un alambre de plata o de oro", detalló Molina que se sorprende con cada pieza final lograda luego del trabajo a detalle, a medida. La atención de su mirada no duda en continuar fija, puesta en las pulseras, anillos, cruces, cadenas y aros, que se disponen como en formación reluciente, luego de una labor ardua, manual e instintiva con cinceles y buriles que además de brillo, logran sobresalir -especialmente- los detalles bordeados en las medallas de plata.

ORO FINO / ANGELITOS, CORAZONES Y ESTRELLAS PROTAGONIZAN ESTA COLECCIÓN.

Una vez que la "prenda" está limpia, se instaura el preciso momento en el que se decide si se colocan o no, las piedras preciosas y entonces cobra presencia fundamental aquél engarce que no las soltará más. "Depende el tipo de piedra que sea, no va incrustada sino que se arma la base y luego las 'uñas', que es lo que sostiene la piedra, obvio depende el tipo de modelo para que se armen ya sea de a cuatro, de a cinco, de a seis. Todo eso es para que agarre la piedra y que no se salga".

El orfebre entendió que su única opción era dar el todo por el todo en pos de este oficio que ya tiene tinte de homenaje. "De lo mismo que uno funde los metales, quedan los pedacitos de cuadraditos para armar los engarces y ver dónde va a calzar en la piedra. Se usa para cuando se rompe alguno, se repara y se suelda de costadito", expresó el artesano de los metales que no tembló al hablar sobre esta tarea con alma artesanal. Comprendió que los secretos de este saber, seguirán viendo luces por mucho tiempo, mientras tomaba de nuevo aquél casi anillo que ya había descansado lo suficiente para tener, esta vez, el resplandor que había sido imaginado.

Eslabón por eslabón

Las cadenas y pulseras, corresponden a un trabajo minucioso que se arma a partir del fundido, al estirado y de ahí el proceso artesanal que se sirve de diseños del tipo eslabón por eslabón, dependiendo el modelo. "Se hace el alambre y se le va dando forma, con una parte rectangular, el grabado del nombre y va pulido", describió Martín Molina, aclarando que para que sea perfecto, el orfebre se sirve de regla y compás para medir y que todo presente una milimétrica geometría con cincelado previo.