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Se vienen tiempos de tensión política y sanitaria

Domingo, 21 de marzo de 2021 01:04

Alberto Fernández, que mañana será coronado como nuevo titular del PJ, asumirá ese cargo justo en uno de los momentos más críticos desde que asumió la presidencia de la Nación. No sólo debió afrontar la renuncia de Marcela Losardo y el desgastante proceso para elegir a su reemplazante, sino que ahora tendrá que convivir en el Ministerio de Justicia con Martín Soria, un hombre que ya avisó que confrontará abiertamente contra los jueces. El rionegrino señaló que su principal objetivo será terminar con el “lawfare”, aunque aún no se conocen definiciones del funcionario sobre la superpoblación carcelaria, las demoras eternas en los juicios y la falta de recursos del Poder Judicial. En el terreno político institucional, se avizoran nuevos focos de conflicto que podrían golpear la imagen del Presidente a sólo cinco meses de unas Paso que probablemente no se realicen. 
El Gobierno está al tanto de que los cruces con la Justicia no representan una preocupación importante para la sociedad, sino más bien para la corporación política y judicial de la Argentina. Lo que sí está entre los temas de mayor atención es la pandemia, y allí aparecen las mayores luces de alarma. El plan de vacunación, principal caballo de campaña de cara a las elecciones, ingresó en una fase crítica y actualmente sólo quedan dosis para los próximos diez días, aunque eso podría destrabarse en las próximas horas. El sólo hecho de que el Gobierno esté analizando diferir la segunda dosis de la vacuna para alcanzar una inoculación mayor de la primera aplicación es una muestra cabal de cómo están las cosas. Esa posibilidad ya fue debatida meses atrás por los infectólogos que asesoran al jefe de Estado, y se había decidido no avanzar por los riesgos que eso tenía. Ahora, con una escasez de vacunas alarmante, la iniciativa ya no se ve con malos ojos. 
Alberto Fernández, quien siempre se mostró en contra de las cadenas nacionales, realizó una esta semana en la que no hizo ningún anuncio, pero sí dejó en claro que sólo llegaron el 6 por ciento de las vacunas que se habían contratado. ¿Por qué eligió hablar en cadena nacional sino había una noticia muy importante para comunicar? Cerca del Presidente fueron contundentes: “Alberto necesitaba darle a la sociedad un mensaje para que se extremen los cuidados hasta que se normalice la llegada de las dosis. Si dejamos que siga subiendo la curva, esto podría generar tensión en el sistema de salud”. 
El mandatario ya casi no mantiene puntos de discordia con su vicepresidenta y el alineamiento del discurso oficialista es prácticamente absoluto, como si el Frente de Todos no se tratara de un espacio diverso. Los matices que aportaban el “albertismo” y el Frente Renovador para moderar la imagen del cristinismo dentro de la coalición oficialista hoy son casi imperceptibles, lo que favorece la estrategia de acumulación de poder del Instituto Patria pero perjudica la llegada del Frente de Todos a sectores independientes, que podrían terminar definiendo la elección de medio término. 
Con el nombramiento de Carlos Soria en Justicia, el Presidente decidió ir a fondo contra la Justicia, profundizó sus críticas a los medios de comunicación por la política sanitaria, congeló el acuerdo con el Fondo Monetario hasta después de las elecciones y abandonó definitivamente su perfil dialoguista con la oposición, que venía siendo cuestionado por el entorno íntimo de Cristina. El propio jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, confirmó los últimos días que no se reúne con Alberto hace meses, pese a los graves problemas que está trayendo la pandemia en el Área Metropolitana de Buenos Aires. 
Los cuidados del Presidente por mantener unido al Frente de Todos hicieron que no se escuche ni una sola crítica pública al grosero destrato que tuvo Sergio Berni contra las autoridades del Ministerio de Seguridad conducidas por Sabina Frederic, a quienes agredió física y verbalmente por el caso de la niña desaparecida. Berni, tal como afirma públicamente, responde directamente a la expresidenta, y Frederic, al jefe de Estado. La exdirigente del Cels podría estar ubicada dentro de los “funcionarios que no funcionan” para Cristina, que nunca la tuvo entre sus favoritas del Gabinete. ¿Se viene otra cambio ministerial? Las próximas horas serán determinantes en ese sentido, aunque altas fuentes oficiales descartan que vaya a producirse una renuncia en el corto plazo. “No tenemos planeados más cambios de Gabinete, al menos, hasta que pasen las elecciones. Este es un momento de mostrar gestión, no de exhibir diferencias”, sostuvo ayer a El Tribuno un funcionario con despacho en la Casa Rosada que pidió reserva de su identidad. 
Todas las acciones que está haciendo el Gobierno están íntegramente teñidas por el año electoral, en donde no se advierte una fuerte reducción de subsidios, el gasto público continúa por las nubes, no se prevé una baja en la emisión monetaria y todas las fichas se están poniendo en la campaña de vacunación, que continúa exasperantemente lenta en relación a muchos otros países del mundo. Varios economistas de distintas corrientes ideológicas consideran que el día después de las elecciones podría producirse una catarata de malas noticias en materia tarifaria, inflacionaria y cambiaria, pero eso ahora no es preocupación en ningún despacho oficial, a excepción del de Martín Guzmán, quien los últimos días quedó entre la espada y la pared por la denuncia del Gobierno contra Mauricio Macri y el Fondo Monetario Internacional, con quien necesita buenas relaciones para llegar a un entendimiento. 
El ministro de Economía deberá enfrentar ahora el desgaste político que le generarán los altos índices de inflación, que si se anualizan estarían más de veinte puntos por encima de lo presupuestado. El funcionario repitió una y mil veces que el Presupuesto 2021 será el ordenador de la economía nacional, pero hoy eso está lejos de transformarse en una realidad fáctica. 
La estrategia es clara: todo lo que pueda traer disgusto de la población hacia la Casa Rosada se pateará para después de octubre, pese al costo que eso pueda llegar a tener para la previsibilidad de la economía nacional.

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Alberto Fernández, que mañana será coronado como nuevo titular del PJ, asumirá ese cargo justo en uno de los momentos más críticos desde que asumió la presidencia de la Nación. No sólo debió afrontar la renuncia de Marcela Losardo y el desgastante proceso para elegir a su reemplazante, sino que ahora tendrá que convivir en el Ministerio de Justicia con Martín Soria, un hombre que ya avisó que confrontará abiertamente contra los jueces. El rionegrino señaló que su principal objetivo será terminar con el “lawfare”, aunque aún no se conocen definiciones del funcionario sobre la superpoblación carcelaria, las demoras eternas en los juicios y la falta de recursos del Poder Judicial. En el terreno político institucional, se avizoran nuevos focos de conflicto que podrían golpear la imagen del Presidente a sólo cinco meses de unas Paso que probablemente no se realicen. 
El Gobierno está al tanto de que los cruces con la Justicia no representan una preocupación importante para la sociedad, sino más bien para la corporación política y judicial de la Argentina. Lo que sí está entre los temas de mayor atención es la pandemia, y allí aparecen las mayores luces de alarma. El plan de vacunación, principal caballo de campaña de cara a las elecciones, ingresó en una fase crítica y actualmente sólo quedan dosis para los próximos diez días, aunque eso podría destrabarse en las próximas horas. El sólo hecho de que el Gobierno esté analizando diferir la segunda dosis de la vacuna para alcanzar una inoculación mayor de la primera aplicación es una muestra cabal de cómo están las cosas. Esa posibilidad ya fue debatida meses atrás por los infectólogos que asesoran al jefe de Estado, y se había decidido no avanzar por los riesgos que eso tenía. Ahora, con una escasez de vacunas alarmante, la iniciativa ya no se ve con malos ojos. 
Alberto Fernández, quien siempre se mostró en contra de las cadenas nacionales, realizó una esta semana en la que no hizo ningún anuncio, pero sí dejó en claro que sólo llegaron el 6 por ciento de las vacunas que se habían contratado. ¿Por qué eligió hablar en cadena nacional sino había una noticia muy importante para comunicar? Cerca del Presidente fueron contundentes: “Alberto necesitaba darle a la sociedad un mensaje para que se extremen los cuidados hasta que se normalice la llegada de las dosis. Si dejamos que siga subiendo la curva, esto podría generar tensión en el sistema de salud”. 
El mandatario ya casi no mantiene puntos de discordia con su vicepresidenta y el alineamiento del discurso oficialista es prácticamente absoluto, como si el Frente de Todos no se tratara de un espacio diverso. Los matices que aportaban el “albertismo” y el Frente Renovador para moderar la imagen del cristinismo dentro de la coalición oficialista hoy son casi imperceptibles, lo que favorece la estrategia de acumulación de poder del Instituto Patria pero perjudica la llegada del Frente de Todos a sectores independientes, que podrían terminar definiendo la elección de medio término. 
Con el nombramiento de Carlos Soria en Justicia, el Presidente decidió ir a fondo contra la Justicia, profundizó sus críticas a los medios de comunicación por la política sanitaria, congeló el acuerdo con el Fondo Monetario hasta después de las elecciones y abandonó definitivamente su perfil dialoguista con la oposición, que venía siendo cuestionado por el entorno íntimo de Cristina. El propio jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, confirmó los últimos días que no se reúne con Alberto hace meses, pese a los graves problemas que está trayendo la pandemia en el Área Metropolitana de Buenos Aires. 
Los cuidados del Presidente por mantener unido al Frente de Todos hicieron que no se escuche ni una sola crítica pública al grosero destrato que tuvo Sergio Berni contra las autoridades del Ministerio de Seguridad conducidas por Sabina Frederic, a quienes agredió física y verbalmente por el caso de la niña desaparecida. Berni, tal como afirma públicamente, responde directamente a la expresidenta, y Frederic, al jefe de Estado. La exdirigente del Cels podría estar ubicada dentro de los “funcionarios que no funcionan” para Cristina, que nunca la tuvo entre sus favoritas del Gabinete. ¿Se viene otra cambio ministerial? Las próximas horas serán determinantes en ese sentido, aunque altas fuentes oficiales descartan que vaya a producirse una renuncia en el corto plazo. “No tenemos planeados más cambios de Gabinete, al menos, hasta que pasen las elecciones. Este es un momento de mostrar gestión, no de exhibir diferencias”, sostuvo ayer a El Tribuno un funcionario con despacho en la Casa Rosada que pidió reserva de su identidad. 
Todas las acciones que está haciendo el Gobierno están íntegramente teñidas por el año electoral, en donde no se advierte una fuerte reducción de subsidios, el gasto público continúa por las nubes, no se prevé una baja en la emisión monetaria y todas las fichas se están poniendo en la campaña de vacunación, que continúa exasperantemente lenta en relación a muchos otros países del mundo. Varios economistas de distintas corrientes ideológicas consideran que el día después de las elecciones podría producirse una catarata de malas noticias en materia tarifaria, inflacionaria y cambiaria, pero eso ahora no es preocupación en ningún despacho oficial, a excepción del de Martín Guzmán, quien los últimos días quedó entre la espada y la pared por la denuncia del Gobierno contra Mauricio Macri y el Fondo Monetario Internacional, con quien necesita buenas relaciones para llegar a un entendimiento. 
El ministro de Economía deberá enfrentar ahora el desgaste político que le generarán los altos índices de inflación, que si se anualizan estarían más de veinte puntos por encima de lo presupuestado. El funcionario repitió una y mil veces que el Presupuesto 2021 será el ordenador de la economía nacional, pero hoy eso está lejos de transformarse en una realidad fáctica. 
La estrategia es clara: todo lo que pueda traer disgusto de la población hacia la Casa Rosada se pateará para después de octubre, pese al costo que eso pueda llegar a tener para la previsibilidad de la economía nacional.