¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

21°
23 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

El aljibe: universo mágico

Domingo, 28 de marzo de 2021 01:00

El aljibe (del árabe "alchub" que puede traducirse como "pozo") es un espacio esencial para el desarrollo de la vida.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El aljibe (del árabe "alchub" que puede traducirse como "pozo") es un espacio esencial para el desarrollo de la vida.

Contiene el agua preciada y necesaria para toda existencia orgánica. Vegetales, animales y humanos requieren del agua.

Para los alquimistas el agua es "el disolvente universal". Elemento clave en todo proceso de transmutación. La Humanidad conoce que no se puede prescindir del agua si se busca un cambio transcendente; una modificación singular y exclusiva.

El agua que alberga el aljibe es mucho más que eso todavía. Por que el aljibe, con su forma de cilindro hueco que hurga en las entrañas de la madre tierra - también símbolo inequívoco de lo dador de vida, como bien lo supieron desde siempre los pueblos originarios - surge en la llanura pampeana cual si fuera el vaso donde los alquimistas completan la Obra.

El aljibe o el pozo es, en nuestro territorio, lo que el vas mirabile (vaso maravilloso) de los maestros de la Alquimia árabe y europea.

Todo lo dicho hasta aquí puede sonar extraño. Empero alguna sabiduría oculta del hombre de campo en general y del gaucho en particular, ha dicho que esto es así y no de otro modo. Veamos.

Rafael Obligado, en "Santos Vega, el alma del payador" anuncia las características mágicas, alquímicas; esto es, transformadoras que tiene el aljibe al escribir:

"Dicen que, en noche nublada, / si su guitarra algún mozo / en el crucero del pozo / deja de intento colgada, / llega la sombra callada / y, al envolverla en su manto, / suena el preludio de un canto / entre las cuerdas dormidas, / cuerdas que vibran heridas / como por gotas de llanto".

Para que el majestuoso hechizo ocurra la guitarra no puede ser dejado en cualquier sitio, sólo en "el crucero del pozo". La intervención del aljibe - el vas mirabile provoca la transmutación.

Eduardo Gutiérrez - Borges amaba sus folletines - cuenta la historia de Aurora Villafañe, que tenia como guardiana a una tía muy fea a la que los pretendientes llamaban, en contraposición a la belleza de la joven, "Doña Ocaso" quien, según las crónicas, en repetidas ocasiones debió ocultar a la niña en el interior de algún aljibe para librarla del capricho de Facundo Quiroga, tan decidido el hombre a "hacerla suya sin los beneficios del matrimonio".

En 1915 Ricardo Güiraldes publica su libro de poemas "El Cencerro" y "Cuentos de muerte y de sangre" alentado por su mujer Adelina del Carril y por Leopoldo Lugones. Mas los textos no alcanzan la repercusión que el autor anhelaba, de manera que en un arrebato arroja todos los ejemplares al aljibe de su estancia "La Porteña". ¿Por qué si quería destruirlos no los quemó? Lo que hubiera dado resultado de inmediato. ¿Qué llevó a quien sería autor de "Don Segundo Sombra" a tirar esos ejemplares dentro del aljibe? El aljibe "devolvió" la mayoría de los ejemplares sin daño cuando Adelina mandó a los peones a rescatarlos.

Mas si de poderes de transmutación ha de hablarse en relación al aljibe y el agua, ningún ejemplo mejor que el de Francisco Sierra (1831/1891), dueño de la estancia "El Porvenir", situada en la zona de Pergamino. Ya pasada la mitad de su vida y conocido como "Pancho Sierra, El Doctor del Agua Fría" este hacendado dedicó sus días a quitar padecimientos a quienes así se lo solicitaban haciéndoles tomar un vaso de agua extraída del aljibe de su propiedad. Aún hoy hay quienes, llamándose sus seguidores, usan el mismo ritual como puede verse en el aljibe puesto frente al cementerio de Salto Argentino (provincia de Buenos Aires) donde se encuentra la bóveda que guarda su ataúd.

En la porteña Buenos Aires los aljibes comienzan a construirse en la segunda mitad del siglo XVIII. Las familias poseedoras de mayor cantidad de ellos en sus residencias obtenían un reconocimiento social especial.

Relatos de aquellos tiempos - que la tradición oral mantuvo - afirman que los pozos tenían tortugas a los efectos de mantener la potabilidad del agua. Se trataba de la "tortuga cabeza de víbora" y la "tortuga de vientre manchado o de arroyo", ambas de una voracidad notable lo que permitía que el agua se mantuviera siempre limpia. Eran animales fáciles de cazar en las lagunas bonaerenses.

Alvaro Sánchez Bravo en su libro "Agua un recurso escaso" (ArCiBel Editores) nos ilustra más sobre el tema, al escribir:

"En torno a los aljibes y otros depósitos de agua se han tejido multitud de leyendas, en las que intervienen brujas, aparecidos, duendes y fantasmas.Esta mitología pretende evitar accidentes, sobre todo de niños que pudieran caer a estos tanques, pero también la defensa de un bien escaso. Por eso, las historias con elementos sobrenaturales se repiten de igual manera para otros espacios como pozos, norias o canalizaciones. También abundan los relatos de tesoros ocultos en aljibes, a los que sólo se puede acceder después de algunas pruebas".

El Censo de 1887 indica que en la ciudad de Buenos Aires había 20.787 casas con pozos, 9019 con aljibes, 8817 con agua potable y 2539 que no tenían agua. El 22 % de las viviendas, comercios e industrias tenían sótanos y diversas obras subterráneas utilizadas como hoyos ciegos, de balde o de decantación, huecos para basura, instalaciones sanitarias, aljibes, cisternas, heladoras y otras aplicaciones. En 1894, por razones higiénicas, fue prohibido el uso de pozos en la Capital Federal.

Temas de la nota