¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

24°
23 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Rebozos bordados, bellos tesoros de los altos valles jujeños

Desde Caspalá, Mirta Colque reveló detalles de su hermosa labor artesanal a la que día a día se dedica con amor y constancia.
Domingo, 28 de marzo de 2021 01:00

Cuando el rayo del sol se encuentra en su punto más alto de luminosidad, los motivos sobran para que el saber caspaleño entre en escena y brille más a través del pespunteo fino que labrado por agujas sabias, va marcando el tiempo en un sin cesar de hilos, uniendo generaciones pasadas con colores nuevos para realizar los rebozos más únicos que en el mundo puedan existir.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Cuando el rayo del sol se encuentra en su punto más alto de luminosidad, los motivos sobran para que el saber caspaleño entre en escena y brille más a través del pespunteo fino que labrado por agujas sabias, va marcando el tiempo en un sin cesar de hilos, uniendo generaciones pasadas con colores nuevos para realizar los rebozos más únicos que en el mundo puedan existir.

Cualquier día es el mejor momento para ver nacer los tesoros bordados, a partir de una enseñanza que brota desde el alma y que florece paso a paso en texturas de pétalos silvestres, aquellos que tienen que ver sí o sí con un campo hermoso y dueño de místicas revelaciones, que sólo en los altos valles se pueden encontrar.

Como un don que es bendición dispersa entre sus manos, ella sigue haciendo sus caminos, puntada tras puntada, dejando su vida en cada diseño, descubriendo el instante exacto para imprimir su sello distintivo en la trama que funciona perfecta y a tiempo para resguardarse de inviernos futuros.

COLORES VIBRANTES / UNA PRESENCIA IMPORTANTE DONDE EL DISEÑO PARECE VIVO.

La mirada de la bordadora se fija en la explosión de matices que a su alrededor mucho tiene de maravillosa. Y bajo el cielo siempre nítido de Caspalá, es notable que las parcelas cobren una vida infinita. Es ahí. Justo allí donde reside la grandeza de la artesana y su gran poder de observación al enmarcar cada planta como si fuera un pergamino con bordes dorados, impregnado de rusticidad pero de una belleza imposible de ignorar.

Entonces se lleva en la retina la sonrisa de la tierra hecha flores y la ensambla con el saber que desde hace treinta años vive con ella, para inmortalizar la encantadora perspectiva, en una artesanía sublime.

"Un rebozo es una manta bordada con aguja de coser, toda a mano", dio a conocer Mirta Colque; mujer caspaleña e instructora en bordados de flores en telas y prendas de vestir tejidas a dos agujas con lana de oveja y llama e hilos teñidos al natural.

EN ROSA Y BLANCO | LAS FLORES DELICADAS Y EL TRABAJO EN COLORES SUAVES.

Cada día que pasa no es sólo uno más. No transcurren porque sí para esta mujer que mantiene viva una tradición especial y que tampoco se priva de aventuras novelescas con las piezas tejidas, al realizar. De sus manos surgen reales mantas, ruanas, ponchos y bufandas; gorros, polainas, buzos y chalecos gracias a la herencia que se vuelve tangible y permanente en el conocimiento que llega a ser tramado con un amor por lo propio, por lo auténtico.

"La lana de oveja tenemos en Caspalá y la de llama compramos, todo lo comienzo a hacer hasta llegar a las prendas y el bordado final", comentó Colque cuyos diseños bien pensados, se basan en una armonía de color interesante que nada tiene de fortuita pues todos los diseños tienen el mismo lugar de origen y la respuesta está en las hierbas y raíces que se ofrecen para la labor. "Una vez juntamos las plantas, las ponemos a chancar y después a remojar los yuyos con mucha agua, por lo menos doce horas al día siguiente ponemos a hervir una o dos horas en tachos de losa, colamos los yuyos y volvemos a poner el mismo líquido en un tacho limpio, el hilo.

Tenemos que poner a fuego lento una hora, mientras hay que mezclar, para que se tiña parejo y luego hay que vaciar y dejar en remojo en un balde por doce horas más. Luego se lava el hilo y se hace secar en sombra y ya está el hilo para tejer y bordar", dejó ver Mirta quien, a modo de relato, detalló el proceso de su trabajo por el que siente mucho respeto. El mismo que le permite entender su identidad como esencial, además de la admirable capacidad de dedicación a la hora encontrar tonalidades nuevas.

"Al hilo verde se lo tiñe con quinchamalí, raíz de lampazo y de romaza, con suico con cáscara de cebolla; el amarillo resulta de las hojas de álamo con uvilla y sanjuancora; y para los rojos, naranjas, rosados, morados y lilas, se tiñe con cochinilla", explicó la bordadora que efectuó a los once años su primer rebozo, sacándose un diez en actividades prácticas; gracias a un saber que le permitió conocer Buenos Aires y ser reconocida por su hermosa tarea realizada a pulso, ofreciendo el corazón en sus manos y el homenaje permanente para aquellas artesanas respetables que la antecedieron.