La fe popular puede más que las restricciones por la pandemia, es así que durante la tarde aún se veía a numerosas familias ascendiendo por el barrio Cerro Las Rosas hacia la cruz para cumplir con la tradición de rezar el Vía Crucis.
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La fe popular puede más que las restricciones por la pandemia, es así que durante la tarde aún se veía a numerosas familias ascendiendo por el barrio Cerro Las Rosas hacia la cruz para cumplir con la tradición de rezar el Vía Crucis.
Si bien no hubo controles que impidieran el paso, la cantidad fue sensiblemente menor a la otros años, incluso los vendedores ambulantes fueron muy pocos tanto en la parte baja como en la cima.
En la cruz -que continúa siendo una de metal adosada a la base de madera del otrora Cristo de la Hermandad- se pudo apreciar gran cantidad de velas y flores que la gente depositó junto a su oración.
El camino fue todo un desafío dado que en varios sectores presentaba grandes grietas por las que circuló el agua del período estival y en otros tramos altos pastizales, es que como el ascenso no estaba protocolizado no hubo tareas de mantenimiento.
Sin embargo, las abuelas y mamás no se amedrentaron y cargaron "a pulso" los cochecitos de los más pequeños. Sobre todo la tarde fue muy amena para subir en familia hasta la cima y luego compartir un momento de esparcimiento y descanso.