La historia de la jujeña Laura Miranda es de una forma de vida. A los 21 años se fue a Brasil con una beca y luego se lanzó a conocer el mundo, y con ese firme propósito trabajó en un crucero que le permitió conocer alrededor de cincuenta países. Luego dejó y decidió establecerse en Australia, a donde llegó poco antes de la pandemia y allí estará hasta que se den las condiciones para otro destino.
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La historia de la jujeña Laura Miranda es de una forma de vida. A los 21 años se fue a Brasil con una beca y luego se lanzó a conocer el mundo, y con ese firme propósito trabajó en un crucero que le permitió conocer alrededor de cincuenta países. Luego dejó y decidió establecerse en Australia, a donde llegó poco antes de la pandemia y allí estará hasta que se den las condiciones para otro destino.
"Lo que me motivó irme a otro país fue un deseo muy grande de viajar", explicó Laura Miranda, hoy con 30 años de edad y un largo recorrido por el mundo.
Recordó que la primera vez que se fue del país fue a los 21 años, con una beca de intercambio para estudiar en Río de Janeiro, Brasil. "Ese viaje alimentó mucho mis ganas de seguir viajando, fue una experiencia increíble en que aprendí idiomas, conocí un montón de lugares maravillosos y volví a Argentina a terminar mis estudios", recordó.
Al siguiente año buscó la oportunidad de trabajar en cruceros y lo logró, y se mantuvo en esa labor durante cinco años. "Durante esos años recorrí más de cincuenta países, trabajaba como fotógrafa, fue una experiencia increíble. Después de cinco años de esa vida de marinera me cansé, decidí renunciar", explicó. Pudo conocer toda Europa, Centroamérica, el Norte de África, Sudamérica y ahora está en Oceanía.
Sucede que ya con 29 años y con la visa Welcome Holliday por vencerse, a los 30 años decidió darse una oportunidad y se fue hacia Australia, donde está viviendo actualmente. Llegó a Byron Bay, en Nueva Gales del Sur, donde se mudó hace un año y tres meses justo antes de que comience la pandemia.
Se considera con suerte porque de igual manera se hubiera quedado sin trabajo en los cruceros, ya que es una industria que quedó paralizada por la emergencia sanitaria. Por ello, prevé quedarse en Australia hasta febrero del 2022, cuando su visa caduque.
No obstante, reconoce que tras muchos años de viajar se podría definir como una "nómade" por lo que considera su estilo de vida. Si bien admite que en algunos momentos le costó adaptarse, fue un proceso que le gustó porque significó una oportunidad de aprendizaje.
"Con el tiempo y después de tantos viajes, mi capacidad de adaptación se volvió cada vez más flexible, maleable y hoy en día no me cuesta adaptarme a los lugares", explicó.
Sin embargo indica que laboralmente, al llegar a Australia, fue difícil, porque el país entró en cuarentena, por lo que tanto los inmigrantes como los locales que se quedaron sin trabajo también les tocó rebuscárselas. Trabajó por ello como delivery, y afortunadamente debido a que ese país está aislado geográficamente, casi no hay casos de Covid.
"Hay períodos en los que resurge (el Covid), pero tenemos la suerte y el privilegio de estar acá donde tenemos una vida prácticamente normal, y hay muchas más posibilidades laborales hoy en día", detalló agradecida. Pero aclaró que de igual manera sufre por los que están lejos y por lo que se vive por la pandemia.
En Jujuy tiene a sus padres Nora y Sergio Miranda, médico al igual que su abuelo, y a sus hermanos Andrea y Hernán, ambos periodistas, a quienes visitaba una o dos veces por año, pero dejó de verlos desde que comenzó la pandemia. Dijo que si pudiera no dudaría en visitar Jujuy porque extraña a su familia, amigos y a su tierra. En Jujuy vivió en el barrio Ciudad de Nieva, y desde el jardín de infantes hasta la secundaria estudio en el Colegio Santa Bárbara