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El Gobierno comenzó a superar el laberinto de las clases

Domingo, 25 de abril de 2021 01:01

Luego de una de las semanas más críticas que le tocó afrontar desde que asumió la presidencia, Alberto Fernández logró descomprimir parcialmente la tensión política que se había instalado dentro y fuera del Frente de Todos, en donde la suspensión de clases presenciales en el Amba había dejado fuertes contrapuntos. 
La llegada de casi un millón y medio de vacunas justo cuando se estaba acabando el stock en el país trajo mucho alivio en la Casa Rosada, ya que Argentina había quedado al borde de detener el proceso de vacunación por primera vez desde que se inició, lo que hubiese sido una pésima noticia en el principal elemento de campaña del oficialismo. Si a eso se le suma el trascendente anuncio de que el laboratorio Richmond fabricará la Sputnik V.I.D.A en el país, en el Gobierno celebraban anoche el cambio positivo en la agenda mediática, que hasta ahora se centraba casi excluyentemente en la polémica por la suspensión de las clases presenciales, una situación que había acumulado bastantes cuestionamientos de la gente hacia al oficialismo y una cierta empatía con la postura de la oposición.
Una alta fuente de la Casa Rosada señaló ayer a El Tribuno que “pese a las demoras, la campaña de vacunación sigue siendo el talón de Aquiles para una victoria en las elecciones” y que “los sondeos de opinión están mostrando un mayor apoyo al Frente de Todos entre las personas que ya fueron inoculadas”. Este escenario confirma que, al menos desde un punto de vista electoral, el diferimiento de las segundas dosis, para aplicar masivamente la primera, está teniendo un impacto directo en las preferencias partidarias. Sin embargo, en el Ministerio de Salud saben a la perfección que hay mucha incertidumbre entre las más de cinco millones y medio de personas que fueron inoculadas con la primera dosis y que temen no recibir el esquema completo. La incertidumbre, no es ninguna novedad, no ayuda a construir climas de mucha expectativa en la sociedad. 
Con el objetivo de desactivar esos interrogantes, se anunció que el millón de vacunas Sinopharm que llegarán estos días serán para uso exclusivo de las segundas dosis para quienes fueron vacunados entre fines de febrero y principios de marzo. Los arquitectos electorales del Instituto Patria están al tanto de que la alegría que tienen hoy los vacunados con una dosis puede ser la desazón de mañana si no llegan las segundas en tiempo y forma. “Los vacunados deben quedarse tranquilos que todos tendrán el esquema completo”, afirmó una alta fuente de la cartera sanitaria que pidió reserva de su identidad. 
Todo esto ocurrió en paralelo a que el jefe de Estado llegue este mes a su piso más bajo de imagen positiva en las encuestas, aunque continúa siendo el dirigente del oficialismo con mayor grado de aceptación entre la población. Este último dato no es para nada menor, ya que el jefe de Estado debió sufrir el desgaste de la pandemia, del derrumbe económico, de la crisis con la Justicia y de la profundización de la grieta a niveles insospechados. 
En la Casa Rosada también se celebró el acuerdo alcanzado con Juntos por el Cambio para postergar por un mes las elecciones primarias y las generales, que se desarrollarán en septiembre y noviembre respectivamente. Si bien es cierto que treinta días difícilmente puedan cambiar el resultado de una elección, también lo es que al oficialismo le permitirá tener -si los cálculos no fallan- más de trescientos mil vacunados que el mes anterior, lo que representa mayores chances a la hora de asistir a las urnas. Además, la economía podría mostrar a partir de mitad de año un repunte mayor al actual por los altos precios de la soja y una aceleración en el consumo producto de las paritarias que se pagan en cuotas. La economía atraviesa momentos de alta inflación y de una inesperada disparada del dólar paralelo, que seguramente tendrá un efecto inmediato en las remarcaciones de los precios. 
¿Cuál es el beneficio de la oposición para aceptar este cambio? Sencillo: la interna de Juntos por el Cambio está lejos de resolverse y tanto los “halcones” como las “palomas” necesitan más tiempo de negociación. De hecho, esta semana el Gobierno quiso instalar que Mauricio Macri era el verdadero ideólogo del rechazo de Horacio Rodríguez Larreta para cerrar las escuelas en la capital, como si entre ambos no se estarían disputando el control y la futura candidatura presidencial del principal espacio detractor del kirchnerismo.
“Nosotros entendemos los peligros de la pandemia y dimos un gesto de eso al aceptar mover las fechas, ahora le toca al Gobierno firmar un compromiso de que no volverá a cambiar las reglas de juego”, afirmó ayer a El Tribuno un senador nacional del radicalismo que estuvo al tanto de las conversaciones. 
Pese a que todavía no hubo una declaración tajante de que no se volverían a cambiar las fechas, en el Gobierno afirman que “no habrá mayores problemas para cumplir con ese pedido” de la oposición, aunque también admiten que “nunca se sabe cuándo puede ser el pico en una pandemia”. 
 

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Luego de una de las semanas más críticas que le tocó afrontar desde que asumió la presidencia, Alberto Fernández logró descomprimir parcialmente la tensión política que se había instalado dentro y fuera del Frente de Todos, en donde la suspensión de clases presenciales en el Amba había dejado fuertes contrapuntos. 
La llegada de casi un millón y medio de vacunas justo cuando se estaba acabando el stock en el país trajo mucho alivio en la Casa Rosada, ya que Argentina había quedado al borde de detener el proceso de vacunación por primera vez desde que se inició, lo que hubiese sido una pésima noticia en el principal elemento de campaña del oficialismo. Si a eso se le suma el trascendente anuncio de que el laboratorio Richmond fabricará la Sputnik V.I.D.A en el país, en el Gobierno celebraban anoche el cambio positivo en la agenda mediática, que hasta ahora se centraba casi excluyentemente en la polémica por la suspensión de las clases presenciales, una situación que había acumulado bastantes cuestionamientos de la gente hacia al oficialismo y una cierta empatía con la postura de la oposición.
Una alta fuente de la Casa Rosada señaló ayer a El Tribuno que “pese a las demoras, la campaña de vacunación sigue siendo el talón de Aquiles para una victoria en las elecciones” y que “los sondeos de opinión están mostrando un mayor apoyo al Frente de Todos entre las personas que ya fueron inoculadas”. Este escenario confirma que, al menos desde un punto de vista electoral, el diferimiento de las segundas dosis, para aplicar masivamente la primera, está teniendo un impacto directo en las preferencias partidarias. Sin embargo, en el Ministerio de Salud saben a la perfección que hay mucha incertidumbre entre las más de cinco millones y medio de personas que fueron inoculadas con la primera dosis y que temen no recibir el esquema completo. La incertidumbre, no es ninguna novedad, no ayuda a construir climas de mucha expectativa en la sociedad. 
Con el objetivo de desactivar esos interrogantes, se anunció que el millón de vacunas Sinopharm que llegarán estos días serán para uso exclusivo de las segundas dosis para quienes fueron vacunados entre fines de febrero y principios de marzo. Los arquitectos electorales del Instituto Patria están al tanto de que la alegría que tienen hoy los vacunados con una dosis puede ser la desazón de mañana si no llegan las segundas en tiempo y forma. “Los vacunados deben quedarse tranquilos que todos tendrán el esquema completo”, afirmó una alta fuente de la cartera sanitaria que pidió reserva de su identidad. 
Todo esto ocurrió en paralelo a que el jefe de Estado llegue este mes a su piso más bajo de imagen positiva en las encuestas, aunque continúa siendo el dirigente del oficialismo con mayor grado de aceptación entre la población. Este último dato no es para nada menor, ya que el jefe de Estado debió sufrir el desgaste de la pandemia, del derrumbe económico, de la crisis con la Justicia y de la profundización de la grieta a niveles insospechados. 
En la Casa Rosada también se celebró el acuerdo alcanzado con Juntos por el Cambio para postergar por un mes las elecciones primarias y las generales, que se desarrollarán en septiembre y noviembre respectivamente. Si bien es cierto que treinta días difícilmente puedan cambiar el resultado de una elección, también lo es que al oficialismo le permitirá tener -si los cálculos no fallan- más de trescientos mil vacunados que el mes anterior, lo que representa mayores chances a la hora de asistir a las urnas. Además, la economía podría mostrar a partir de mitad de año un repunte mayor al actual por los altos precios de la soja y una aceleración en el consumo producto de las paritarias que se pagan en cuotas. La economía atraviesa momentos de alta inflación y de una inesperada disparada del dólar paralelo, que seguramente tendrá un efecto inmediato en las remarcaciones de los precios. 
¿Cuál es el beneficio de la oposición para aceptar este cambio? Sencillo: la interna de Juntos por el Cambio está lejos de resolverse y tanto los “halcones” como las “palomas” necesitan más tiempo de negociación. De hecho, esta semana el Gobierno quiso instalar que Mauricio Macri era el verdadero ideólogo del rechazo de Horacio Rodríguez Larreta para cerrar las escuelas en la capital, como si entre ambos no se estarían disputando el control y la futura candidatura presidencial del principal espacio detractor del kirchnerismo.
“Nosotros entendemos los peligros de la pandemia y dimos un gesto de eso al aceptar mover las fechas, ahora le toca al Gobierno firmar un compromiso de que no volverá a cambiar las reglas de juego”, afirmó ayer a El Tribuno un senador nacional del radicalismo que estuvo al tanto de las conversaciones. 
Pese a que todavía no hubo una declaración tajante de que no se volverían a cambiar las fechas, en el Gobierno afirman que “no habrá mayores problemas para cumplir con ese pedido” de la oposición, aunque también admiten que “nunca se sabe cuándo puede ser el pico en una pandemia”.