La preocupante falta de vacunas que padece la Argentina en medio del crecimiento de los contagios no sólo pone el riesgo a toda la estrategia sanitaria del país, sino que actúa como un potente freno para la recuperación económica que implora el Gobierno antes de las elecciones legislativas. En la Casa Rosada saben que los índices de actividad irán mes a mes en alza por la comparación con los peores momentos de la pandemia, pero el Presidente -que está aislado por coronavirus- está convencido que eso tendrá poco impacto electoral si esas mejoras no se perciben en el bolsillo de la gente. El aumento de siete puntos en los niveles de pobreza que informó el Indec esta semana era previsible, aunque en el segundo semestre del año pasado aún se seguían otorgando subsidios como el IFE y los ATP, lo que da por sentado que sin esos fondos el número sería bastante más elevado.
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La preocupante falta de vacunas que padece la Argentina en medio del crecimiento de los contagios no sólo pone el riesgo a toda la estrategia sanitaria del país, sino que actúa como un potente freno para la recuperación económica que implora el Gobierno antes de las elecciones legislativas. En la Casa Rosada saben que los índices de actividad irán mes a mes en alza por la comparación con los peores momentos de la pandemia, pero el Presidente -que está aislado por coronavirus- está convencido que eso tendrá poco impacto electoral si esas mejoras no se perciben en el bolsillo de la gente. El aumento de siete puntos en los niveles de pobreza que informó el Indec esta semana era previsible, aunque en el segundo semestre del año pasado aún se seguían otorgando subsidios como el IFE y los ATP, lo que da por sentado que sin esos fondos el número sería bastante más elevado.
Esa situación obliga al Gobierno a reforzar su política social de manera urgente, pero el problema es que las arcas del Estado están en una situación crítica que sólo podría solucionarse con más emisión; es decir, con más inflación. En ese contexto, el aumento en la suba de precios -que en marzo superaría el cuatro por ciento- ocupa un lugar central en la agenda del ministro de Economía, quien aún continúa afirmando que la pauta de este año será sólo del 29 por ciento. ¿Martín Guzmán sigue sosteniendo esa cifra por convencimiento o sólo por mera estrategia política? Todo indica que la respuesta sería la segunda, ya que admitir ahora que la suba de precios podría llegar incluso al cincuenta por ciento dispararía todas las negociaciones paritarias y también los precios minoristas de todos los productos. Otra vez, el Gobierno apela a una pauta inflacionaria muy distante a la realidad, sólo que antes lo hacía manipulando el Indec y ahora a través del Presupuesto 2021.
“Martín realmente cree que la inflación podría llegar al uno por ciento en tiempos electorales, ya que el primer trimestre siempre es más bravo que el segundo y el tercero. Igual, no desconocemos que el objetivo del 29 por ciento anual es de muy difícil cumplimiento”, explicó ayer a El Tribuno una alta fuente del Palacio de Hacienda que pidió reserva de su identidad.
Las expectativas económicas de los hombres de negocios para este año fueron disminuyendo a medida que se fue retrasando el proceso de vacunación. Los principales empresarios del país dudan de la promesa oficial de no cerrar actividades económicas y también están preocupados porque los contagios en sus compañías les demoren aún más la producción. Sin vacunas suficientes y con nuevas cepas circulando por el país, el sistema sanitario de muchas provincias podría verse afectado justo en momentos de campaña electoral. “Tememos que aumenten las restricciones para evitar un colapso en los hospitales, pero no tenemos margen de rentabilidad ni acceso al crédito para poder soportarlo”, agregó un influyente hombre de negocios.
No hay dudas de que el abastecimiento de las dosis es un problema mundial del que nadie escapa, pero eso no justifica la ausencia de un plan B por las demoras de Rusia y China en traer cantidades suficientes de Sputnik V y Sinopharm, las dos vacunas más utilizadas actualmente en el país. Aún no se conoce con claridad porqué el país no avanzó en acuerdos con otros laboratorios como Pfizer, Moderna o Johnson & Johnson, cuyas aplicaciones predominan en casi todos los países desarrollados y en algunos emergentes.
Cristina Kirchner fue muy enfática cuando reivindicó a Rusia y China por ser los abastecedores de vacunas para el país, dando a entender que esto se debió a las estrechas relaciones geopolíticas que Argentina mantiene con estas naciones. De hecho, ahora se está negociando con Cuba para que pueda proveer su vacuna Soberana en un plazo no muy lejano.
Alberto, aislado
La noticia de que Alberto Fernández contrajo coronavirus pese a estar vacunado con las dos dosis de Sputnik V generó una profunda sorpresa en la opinión pública de la Argentina. Si bien se sabe desde el principio que los vacunados pueden contagiarse, el propio Gobierno admitió ayer que eso ocurrió sólo en el 0,2 por ciento de los casos. Para no aumentar la desconfianza de la gente en el proceso de inoculación, el Ministerio de Salud salió rápidamente a explicar que el Covid de Alberto sería una rara excepción.
Desde el punto de vista político, esto se da justo cuando el Gobierno decidió retrasar tres meses la aplicación de las segundas dosis pese a la incertidumbre que esto genera en la sociedad.
El argumento oficial es que la prioridad es darle un poco de inmunidad a más personas que mucha inmunidad a pocas, lo que está en duda ahora es cuan efectiva será esa estrategia, que se utiliza un muy pocos países del mundo. ¿Está garantizado abastecimiento de segundas dosis para dentro de 90 días? ¿Qué pasa si no está? ¿Cuánto se puede esperar entre ambas dosis con la Sinopharm, vacuna a la que muchos especialistas le desconocen el plazo? ¿No puede generar algún tipo de relajamiento en los que tienen la primera dosis, que evidentemente deben seguir cuidándose? Preguntas, preguntas y más preguntas.