Los peronistas de Jujuy, representados por sus congresales, se enfrentarán esta tarde a su propio destino.
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Los peronistas de Jujuy, representados por sus congresales, se enfrentarán esta tarde a su propio destino.
El decreto de Gerardo Morales (2870-G-2021) de convocatoria a elecciones de diputados, concejales y miembros de comisiones municipales, cortó de un solo tajo las discusiones previas, las amenazas, y todo el folclore de las pulseadas previas de un año electoral.
Usando su facultad constitucional, fijó el 27 de junio para votar, y con ello, acortó los tiempos y los plazos, y obliga a que actos como el de hoy, se realicen contrarreloj para poner la casa en orden, y alinear la tropa.
La convocatoria hecha por el presidente del Congreso, Nilson Ortega y los integrantes de la mesa, Karina Paniagua, Matías Domínguez, Yolanda Almenar y Pedro Torres, es la formalidad que atiende al expreso pedido del presidente del Partido, Rubén Rivarola para marcar el comienzo de la campaña.
Porque mañana, a primera hora, el peronismo deberá salir a la calle a recuperar su histórico caudal de votos, y a alimentar el sueño de reconquistar el gobierno de la Provincia dentro de dos años.
Dicho así, suena sencillo. Sin embargo, todos dentro del PJ y todos fuera de él, son conscientes de la dificultad que enfrentan los peronistas para bajar los decibeles, poner límites a la agresividad entre compañeros, unificar criterios, encontrar el camino y el método, y fijar con claridad el objetivo de toda agrupación política: ganar el poder.
Deberá facultar a las autoridades para conformar frentes y alianzas e iniciar el tortuoso diálogo del armado de listas.
Tampoco escapa a nadie que en los últimos años, muchos dirigentes o referentes importantes, prefirieron cerrar el camino a cualquier victoria, atomizando y desmembrando al Partido, en aras de ambiciones personales, totalmente legítimas pero totalmente desmedidas, que terminaron cumpliendo la función para la que al parecer se crearon: alejar al PJ del comando de la Provincia.
La aplicación de sanciones por parte de la dirigencia, la exclusión de todos los que se candidatearon y bregaron en contra de su propio Partido, fue la respuesta, que si bien, fue la auténtica reacción orgánica, terminó por revolver el cuchillo en las heridas.
Hoy, como tantas otras veces, el Partido Justicialista de Jujuy, se enfrenta a su futuro. Se enfrenta a su destino: debe resolver si quiere ganar, o prefiere seguir siendo el segundo en las contiendas políticas, con el riesgo cierto de una disgregación final.
El adelantamiento de las elecciones, el apuro del oficialismo gobernante, es sin duda una demostración del temor a que se repita la derrota del año pasado.
La significativa merma de votos de Cambia Jujuy, el ascenso del Frente de Todos y la consagración de la fórmula Fernández-Fernández, no admite discusiones, ni siquiera es un tema opinable. ¿Habrá aprendido de sus errores el PJ? ¿Serán capaces de lamer sus heridas autoinfligidas y reponerse a tiempo?
No se le puede pedir al peronismo uniformidad de criterios, ni de pensamientos. Desde su origen es un movimiento gigantesco y heterogéneo. Pero sí se puede esperar de él que al menos recupere el paradigma que les ordena que para un peronista no haya nada mejor que otro peronista, y sobre su rica historia de realizaciones, pueda ofrecer un proyecto de Provincia que se constituya en alternativa real y válida para todos los jujeños. Por eso la especial importancia del Congreso Provincial de esta tarde, cuando el Partido Justicialista de Jujuy, se enfrentará a sí mismo.