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Los misterios de Fátima: la aparición de la Virgen

El 13 de mayo de 1917, tres pequeños pastores portugueses del pueblo de Fátima (Lucía, Francisco y Jacinta) recibieron varios mensajes de la Virgen María. Además de anticipar la pronta muerte de dos de ellos, una de las revelaciones fue guardada por la Iglesia Católica hasta el año 2000. Qué decía y cómo fue el hecho asombroso que presenció una multitud.

Jueves, 13 de mayo de 2021 13:07

La Iglesia Católica posee una veneración especial a la madre de Jesús, la Virgen María. Este culto tributado a ella se denomina: “Hiperdulía”. “Hiper” es un prefijo derivado del griego ύπέρ, puede connotar un sentido de más allá de, sobre, encima de. Este término podría traducirse como la mayor predisposición a la servidumbre o máxima disposición a la sumisión, puesto que María, al ser visitada por el arcángel Gabriel para anunciarle su embarazo, respondió: “Hágase en mí según Su palabra”, esto es, la completa aceptación de la voluntad divina. El término hiperdulía sería el equivalente, en el cristianismo, a la acepción de la palabra islam para los musulmanes, es decir: sometimiento pacífico y sin reservas a la voluntad de Alá.

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La Iglesia Católica posee una veneración especial a la madre de Jesús, la Virgen María. Este culto tributado a ella se denomina: “Hiperdulía”. “Hiper” es un prefijo derivado del griego ύπέρ, puede connotar un sentido de más allá de, sobre, encima de. Este término podría traducirse como la mayor predisposición a la servidumbre o máxima disposición a la sumisión, puesto que María, al ser visitada por el arcángel Gabriel para anunciarle su embarazo, respondió: “Hágase en mí según Su palabra”, esto es, la completa aceptación de la voluntad divina. El término hiperdulía sería el equivalente, en el cristianismo, a la acepción de la palabra islam para los musulmanes, es decir: sometimiento pacífico y sin reservas a la voluntad de Alá.

La Iglesia Católica como las Iglesias Orientales y algunas de la Reforma no adoran a la Virgen María, jamás, nunca. Ni tampoco “adoran” estatuas o representaciones de ella o de los santos. Es como tener la foto de un ser querido, cuando besamos la foto de un ser querido fallecido a nadie se le ocurriría pensar que ese trozo de papel es el ser fallecido, sino que con ese beso lo recordamos y reverenciamos su memoria. Lo mismo ocurre con las imágenes de la Virgen y de los Santos. Son de estatuas sin ningún poder, pero nos recuerdan a quienes representan.

Hoy 13 de mayo recordamos la aparición de la Virgen María en Cova da Iría, cercano a la ciudad de Fátima, en Portugal; es decir a la Virgen de Fátima. Pero, ¿cómo considera la Iglesia Católica las apariciones? Son llamadas “Revelaciones privadas” y leemos en el catecismo de la Iglesia Católica, en su primera parte artículo 67: "A lo largo de sus siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o "completar" la Revolución definitica de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Megisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.

Es decir que la única revelación es la Revelación definitiva de Cristo. Todas las demás apariciones o manifestaciones, sean marianas como por ejemplo: Nuestra Señora de Guadalupe, de Coromoto, de Šiluva, de Laus, de la Medalla Milagrosa, de la Salette, de Lourdes, de Pontmain, de Gietrzwald, de Knock, de Fátima, de Beauraing, de Banneux, etc., las cuales adoptaron el nombre del lugar de la aparición, el fiel católico puede dar crédito a esta aparición o no; es decir que puede creer en ella o no. Eso no es falta ni pecado, porque son manifestaciones de índole privado y no quitan nada a la manifestación pública, por el contrario ayudan a llegar por estos medios hacia la manifestación de Jesús narrada en los evangelios.

Fátima, Portugal

Según el testimonio de sus protagonistas, en el año 1916, Lucía dos Santos, de diez años, y sus primos, Jacinta y Francisco Marta, de seis y nueve años respectivamente habían experimentado en tres ocasiones distintas, durante la primavera y el verano de 1916, una presencia angelical mientras pastoreaban sus ovejas, dos veces en Loca do Cabeço, en Valinhos, y otra en el Pozo del Arneiro, en casa de Lucía, en Aljustrel. Este se presentó como el “Ángel de Portugal”. En su narración, los niños lo consideraron como una preparación para las visitas de la Virgen María que iban a tener lugar posteriormente, entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917.

El domingo 13 de mayo de 1917, los tres niños fueron a pastorear sus ovejas como de costumbre, a un lugar conocido como Cova da Iria, cerca de su pueblo de Fátima en Portugal. Cerca del mediodía, escucharon un fuerte trueno que los llenó de pavor, pero el día estaba soleado y sin una nube. Ellos intuyeron que detrás de las colinas se estaba formando una terrible tormenta, por lo tanto comenzaron a juntar a las ovejas; nuevamente otro estruendo los conmocionó, y allí sobre una pequeña encina, los niños vieron a una mujer suspendida sobre el arbusto y les recomendó que volvieran al mismo lugar durante cinco meses. Francisco podía ver a la señora pero no escuchar lo que decía. En este resumen trascribiremos el relato de los hechos: