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Una gira con muchos apoyos y pocas definiciones

Domingo, 16 de mayo de 2021 01:01

La gira de Alberto Fernández por Europa dejó varios respaldos testimoniales a la negociación de la deuda externa, pero ningún avance concreto para destrabar la compleja situación que debe enfrentar la Argentina en el corto plazo, en donde podría entrar en default con el Club de París en medio de la campaña electoral para las primarias del 12 de septiembre.
El jefe de Estado, más allá del resultado de sus gestiones, aprovechó esta semana para alejarse de las internas políticas que cada vez se estaban acentuando más entre el kirchnerismo más duro y las principales espadas del Presidente. La idea era mostrar un mandatario activo, preocupado por los problemas centrales de la macroeconomía y con un claro interés de desvirtuar las versiones de aislacionismo con las principales potencias del primer mundo. Este último argumento -endilgado recurrentemente a los gobiernos kirchneristas- se había profundizado luego de la compra masiva de vacunas a Rusia y China y las frustradas o inexistentes negociaciones con Pfizer, Moderna o Johnson & Johnson que predominan en casi todos los países desarrollados y también tercermundistas. 
En el terreno estrictamente político, la gira le aportó a Fernández un centralismo político del que venía careciendo hace varios días por los desplantes generados dentro del Frente de Todos, tanto a su ministro Martín Guzmán como a la política económica en general. Ser recibido por los mandatarios de Portugal, España, Francia, el papa Francisco y la directora del FMI en pocos días de diferencia es una muestra irrefutable de respaldo protocolar, que ahora el Gobierno deberá transformarlo en apoyo político.
“Alberto tuvo una recorrida muy exitosa por Europa, lo que demuestra que no es cierto que la Argentina es mirada de reojo por los países centrales. No hubo ningún presidente que no haya exhibido su respaldo por la deuda”, aseguró ayer a El Tribuno un funcionario que conoce muy de cerca al Presidente. 
Si bien el apoyo al ministro Guzmán fue contundente en el exterior, en el Instituto Patria continúan cuestionando al funcionario por ser un supuesto “delegado del FMI en la Argentina”, sólo por intentar llegar a un acuerdo con ese organismo lo antes posible. Algunas críticas realmente son difíciles de entender en un contexto de derrumbe de la economía como la que atraviesa el país, cuyo PBI se achicó un diez por ciento sólo durante el año pasado y que necesita crédito para poder reactivar la economía. Entrar en cesación de pagos no haría más que encarecer el financiamiento de la Argentina para poner en marcha la obra pública y generar empleo. Allí surge una ventaja simbólica para el Gobierno en el caso de no poder retrasar el pago al Club de París que vence este mes: si muchos gobiernos entraron en default sin pandemia, no pagar el vencimiento de ahora en medio de la segunda ola no será visto como nada catastrófico por parte de la opinión pública. 
Una de las reuniones más importantes que tuvo Alberto fue anteayer con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, en donde se esperaba algún pronunciamiento específico de cómo podrían encarrilarse las negociaciones que vienen trabadas hace meses. Si bien el encuentro duró una hora y media y fue caratulado de “positivo” eso no ocurrió, aunque quedaron algunas certezas que no deberían pasarse por alto. En primer lugar, el Fondo pidió un “avanzar en un programa” económico sin dar mayores detalles de a qué se refería, aunque en estos casos no suele haber demasiadas sorpresas; baja del déficit fiscal vía recorte de los subsidios, menor gasto en materia jubilatoria, disminución de la emisión monetaria y reducción del costo laboral en la Argentina. Es evidente que Cristina Kirchner no está dispuesta a aplicar ninguna de estas recetas en tiempos electorales, pese a que Guzmán sí esté de acuerdo en alinear ciertos pedidos del Fondo, como por ejemplo el aumento de las tarifas de los servicios públicos. De todos modos, por ahora prevalecen más las posturas del Instituto Patria que las del Palacio de Hacienda, a quien cuestionan por permitir que los salarios pierdan nuevamente contra la inflación, deteriorando de esa forma el poder adquisitivo de la población. 
Uno de los elementos centrales del oficialismo para ganar las elecciones es incentivar al consumo masivo de la población, que en abril disminuyó casi un veinte por ciento producto del desbande inflacionario que superó el cuatro por ciento y acumula más del 17. 
 Mientras Alberto intentaba ordenar un poco la negociación con el Fondo, el Senado aprobó un dictamen para que los 4.500 millones de dólares que aportará el organismo sea usados para gastos de pandemia y no para achicar la deuda. Si se analiza desde la urgencia, sería ideal contar con semejante masa de dinero para volcar a nuevos hospitales, aumentar las camas de terapia intensiva e incrementar la ayuda social que viene siendo bastante escasa. El problema de esto tiene que ver con las formas, ya que el Presidente está al tanto de que este tipo de planteos podría empantanar aún más sus tratativas. Otra vez, el ultracristinismo aprovecha una gira del Presidente para instalar temas incómodos ante la comunidad internacional. 
Sería injusto adjudicarle todas las culpas al kirchnerismo de los errores que comete el Gobierno, y el mejor ejemplo de eso es que la Cancillería que conduce Felipe Solá emitió un polémico comunicado cuestionando el accionar militar de Israel en la Franja de Gaza, pero sin mencionar al grupo terroristas Hamás, que viene lanzando cohetes en Tel Aviv de forma salvaje. Sobre esto hay puntos que llaman la atención y que comprueban que se trató de un error no forzado por parte del Palacio San Martín . En primer lugar, la opinión de Argentina en ese conflicto internacional es de peso absolutamente nulo en relación a la tragedia humanitaria que se está viviendo. Y en segundo lugar, el Gobierno está negociando con Israel la eventual producción de una vacuna que alivie la enorme escasez que impera en estos momentos. ¿Qué sentido tenía tensionar de esa manera la cuerda cuando lo que se buscaba era mostrar una Argentina integrada al mundo democrático? Difícil de comprender.

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La gira de Alberto Fernández por Europa dejó varios respaldos testimoniales a la negociación de la deuda externa, pero ningún avance concreto para destrabar la compleja situación que debe enfrentar la Argentina en el corto plazo, en donde podría entrar en default con el Club de París en medio de la campaña electoral para las primarias del 12 de septiembre.
El jefe de Estado, más allá del resultado de sus gestiones, aprovechó esta semana para alejarse de las internas políticas que cada vez se estaban acentuando más entre el kirchnerismo más duro y las principales espadas del Presidente. La idea era mostrar un mandatario activo, preocupado por los problemas centrales de la macroeconomía y con un claro interés de desvirtuar las versiones de aislacionismo con las principales potencias del primer mundo. Este último argumento -endilgado recurrentemente a los gobiernos kirchneristas- se había profundizado luego de la compra masiva de vacunas a Rusia y China y las frustradas o inexistentes negociaciones con Pfizer, Moderna o Johnson & Johnson que predominan en casi todos los países desarrollados y también tercermundistas. 
En el terreno estrictamente político, la gira le aportó a Fernández un centralismo político del que venía careciendo hace varios días por los desplantes generados dentro del Frente de Todos, tanto a su ministro Martín Guzmán como a la política económica en general. Ser recibido por los mandatarios de Portugal, España, Francia, el papa Francisco y la directora del FMI en pocos días de diferencia es una muestra irrefutable de respaldo protocolar, que ahora el Gobierno deberá transformarlo en apoyo político.
“Alberto tuvo una recorrida muy exitosa por Europa, lo que demuestra que no es cierto que la Argentina es mirada de reojo por los países centrales. No hubo ningún presidente que no haya exhibido su respaldo por la deuda”, aseguró ayer a El Tribuno un funcionario que conoce muy de cerca al Presidente. 
Si bien el apoyo al ministro Guzmán fue contundente en el exterior, en el Instituto Patria continúan cuestionando al funcionario por ser un supuesto “delegado del FMI en la Argentina”, sólo por intentar llegar a un acuerdo con ese organismo lo antes posible. Algunas críticas realmente son difíciles de entender en un contexto de derrumbe de la economía como la que atraviesa el país, cuyo PBI se achicó un diez por ciento sólo durante el año pasado y que necesita crédito para poder reactivar la economía. Entrar en cesación de pagos no haría más que encarecer el financiamiento de la Argentina para poner en marcha la obra pública y generar empleo. Allí surge una ventaja simbólica para el Gobierno en el caso de no poder retrasar el pago al Club de París que vence este mes: si muchos gobiernos entraron en default sin pandemia, no pagar el vencimiento de ahora en medio de la segunda ola no será visto como nada catastrófico por parte de la opinión pública. 
Una de las reuniones más importantes que tuvo Alberto fue anteayer con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, en donde se esperaba algún pronunciamiento específico de cómo podrían encarrilarse las negociaciones que vienen trabadas hace meses. Si bien el encuentro duró una hora y media y fue caratulado de “positivo” eso no ocurrió, aunque quedaron algunas certezas que no deberían pasarse por alto. En primer lugar, el Fondo pidió un “avanzar en un programa” económico sin dar mayores detalles de a qué se refería, aunque en estos casos no suele haber demasiadas sorpresas; baja del déficit fiscal vía recorte de los subsidios, menor gasto en materia jubilatoria, disminución de la emisión monetaria y reducción del costo laboral en la Argentina. Es evidente que Cristina Kirchner no está dispuesta a aplicar ninguna de estas recetas en tiempos electorales, pese a que Guzmán sí esté de acuerdo en alinear ciertos pedidos del Fondo, como por ejemplo el aumento de las tarifas de los servicios públicos. De todos modos, por ahora prevalecen más las posturas del Instituto Patria que las del Palacio de Hacienda, a quien cuestionan por permitir que los salarios pierdan nuevamente contra la inflación, deteriorando de esa forma el poder adquisitivo de la población. 
Uno de los elementos centrales del oficialismo para ganar las elecciones es incentivar al consumo masivo de la población, que en abril disminuyó casi un veinte por ciento producto del desbande inflacionario que superó el cuatro por ciento y acumula más del 17. 
 Mientras Alberto intentaba ordenar un poco la negociación con el Fondo, el Senado aprobó un dictamen para que los 4.500 millones de dólares que aportará el organismo sea usados para gastos de pandemia y no para achicar la deuda. Si se analiza desde la urgencia, sería ideal contar con semejante masa de dinero para volcar a nuevos hospitales, aumentar las camas de terapia intensiva e incrementar la ayuda social que viene siendo bastante escasa. El problema de esto tiene que ver con las formas, ya que el Presidente está al tanto de que este tipo de planteos podría empantanar aún más sus tratativas. Otra vez, el ultracristinismo aprovecha una gira del Presidente para instalar temas incómodos ante la comunidad internacional. 
Sería injusto adjudicarle todas las culpas al kirchnerismo de los errores que comete el Gobierno, y el mejor ejemplo de eso es que la Cancillería que conduce Felipe Solá emitió un polémico comunicado cuestionando el accionar militar de Israel en la Franja de Gaza, pero sin mencionar al grupo terroristas Hamás, que viene lanzando cohetes en Tel Aviv de forma salvaje. Sobre esto hay puntos que llaman la atención y que comprueban que se trató de un error no forzado por parte del Palacio San Martín . En primer lugar, la opinión de Argentina en ese conflicto internacional es de peso absolutamente nulo en relación a la tragedia humanitaria que se está viviendo. Y en segundo lugar, el Gobierno está negociando con Israel la eventual producción de una vacuna que alivie la enorme escasez que impera en estos momentos. ¿Qué sentido tenía tensionar de esa manera la cuerda cuando lo que se buscaba era mostrar una Argentina integrada al mundo democrático? Difícil de comprender.