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La Iglesia celebra Pentecostés, la venida del Espíritu Santo

Domingo, 23 de mayo de 2021 11:15

Hoy, en el día de Pentecostés, se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.

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Hoy, en el día de Pentecostés, se realiza el cumplimiento de la promesa que Cristo había hecho a los Apóstoles. En la tarde del día de Pascua sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,22). La venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés renueva y lleva a plenitud ese don de un modo solemne y con manifestaciones externas. Así culmina el misterio pascual.

“Es el tiempo del Paráclito, el tiempo de la libertad de corazón en el Paráclito”, afirmó el Santo Padre hoy al celebrar la Santa Misa en la Solemnidad de Pentecostés, en el Altar de la Confesión de la Basílica Vaticana.

El Sumo Pontífice comenzó su homilía con la promesa de la promesa de Jesús a sus discípulos citada en el Evangelio de San Juan, capítulo 15, versículo 26: “Paráclito. Acojamos hoy esta palabra, que no es fácil de traducir porque encierra varios significados. Paráclito quiere decir esencialmente dos cosas: Consolador y Abogado.”

“El Paráclito es el Consolador”, explicó el Santo Padre. Todos nosotros – dijo – especialmente en los momentos difíciles como el que estamos atravesando debido a la pandemia, buscamos consolaciones. Pero frecuentemente recurrimos sólo a las consolaciones terrenas, que desaparecen pronto, son consolaciones del momento. Jesús, en cambio, “nos ofrece hoy la consolación del cielo, el Espíritu, la «fuente del mayor consuelo».

La diferencia con las consolaciones de este mundo, es que estas últimas son como los analgésicos: “dan un alivio momentáneo, pero no curan el mal profundo que llevamos dentro”; “evaden, distraen, pero no curan de raíz”; “calman superficialmente, en el ámbito de los sentidos y difícilmente en del corazón”. Esto porque “sólo quien nos hace sentir amados tal y como somos da paz al corazón”. El Espíritu Santo, “ternura misma de Dios, que no nos deja solos”, dijo el Santo Padre, actúa así: «entra hasta el fondo del alma», pues como Espíritu obra en nuestro espíritu. Visita lo más íntimo del corazón como «dulce huésped del alma».

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