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Breves conjeturas sobre las elecciones

Lunes, 03 de mayo de 2021 07:51

El panorama nacional dista de ser el ideal para entrar en un terreno prelectoral, tanto para el oficialismo como para la oposición. Las enormes tensiones -hoy ya indisimulables- en el seno del poder marcaron en las últimas horas un anuncio de terremoto que pudo ser neutralizado: el enfrentamiento entre el thinktank del kirchnerismo y el Ministerio de Economía lanzó chispas de alto calibre que llegaron a la estratósfera: el ministro Martín Guzmán, un albertista de la primera hora, anunció su renuncia frente a las presiones del Instituto Patria. La piedra del escándalo fue el aumento de tarifas de los servicios (especialmente los eléctricos), que Guzmán considera exageradamente atrasadas, mientras que el subsecretario de energía eléctrica de su Ministerio, Federico Basualdo, soldado de La Cámpora, sostenía que debía mantenerse congeladas, al menos hasta que pasen las elecciones y ser reemplazadas por una nueva versión corregida y aumentada del IFE para que las franjas más vulnerables de la sociedad pudieran sobrellevar la situación. Las horas difíciles se superaron, Guzmán y Basualdo siguen en sus cargos y el aumento pensado en dos tramos se redujo a uno -del 9%-. Pero algo se ha roto en la intimidad del gabinete y nadie se anima a decir hasta cuándo se quedarán los contendientes del "caso tarifas". Para el Presidente sería perder un alfil trascendente. Para el kirchnerismo, ratificar su empoderamiento -que de todos modos crece día a día- en el Gobierno. En tanto, la cartera de Transporte vacante por la muerte de Mario Meoni se confió -como para no hacer más olas- al massista Alexis Guerrera, quien proviene de la jefatura de Trenes Argentinos. Esa llegada del nuevo ministro alejó las pretensiones de cristinistas y albertistas de alzarse con un ministerio, y también las del propio Sergio Massa que pretendió entronizar allí a su esposa, la batalladora Malena Galmarini, hoy titular de AySA. Pero mientras la inflación de abril se encamina nuevamente a rodear el 4% y el dólar blue oscila entre despertar y volver a su hibernación artificial, los nubarrones internos que debe enfrentar el presidente Alberto Fernández crecen en oscuridad e intensidad. La oposición, en tanto, no la pasa mejor. Debió aceptar la postergación de las Paso y de las elecciones generales, cambio de "condiciones" intrascendentes que justifican su adhesión a la voluntad del Gobierno. Pero, ni así, logran que se cumplan plenamente sus pedidos: el oficialismo aún no decidió qué hacer con las Paso, si suspenderlas o eliminarlas por este año. Si ocurriese esto último, JxC se vería en figurillas para ordenar su tropa, heterogénea, dispersa y raleada. El gobernador de Jujuy fue claro al respecto: Gerardo Morales ya había adelantado que no quiere las primarias, pero reiteró que acepta su postergación, por una cuestión de "disciplina partidaria" dentro de JxC. Esa "sumisión" es una elegante manera de ir preparando las facturas que presentará oportunamente cuando la coalición opositora deba elegir las candidaturas más importantes. Para ese momento se reserva dos temas: 1) que la UCR lleve en este turno la fórmula presidencial, y 2) que él mismo sea quien encabece esa fórmula. Claro, deberá presentar batalla internamente antes de cualquier logro. Mientras tanto el GM, siguiendo la misma táctica, generó en estas horas una táctica que lo posiciona para la elección de este año y para las próximas: 1) en declaraciones a la prensa, se deshizo en elogios hacia la moderación y el diálogo que ofrecen Alberto Fernández y los ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas y 2) se cuidó (estratégicamente) de meter en el mismo sobre al cristinista "Wado" de Pedro; de esta manera, marcó con trazo grueso la enorme distancia que lo separa cada día más del cristinismo puro y duro. El GM, sin dudas, trata de mover sus fichas pensando en varias jugadas adelantadas. Movidas de alto riesgo. Pero el que no arriesga, no gana.

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El panorama nacional dista de ser el ideal para entrar en un terreno prelectoral, tanto para el oficialismo como para la oposición. Las enormes tensiones -hoy ya indisimulables- en el seno del poder marcaron en las últimas horas un anuncio de terremoto que pudo ser neutralizado: el enfrentamiento entre el thinktank del kirchnerismo y el Ministerio de Economía lanzó chispas de alto calibre que llegaron a la estratósfera: el ministro Martín Guzmán, un albertista de la primera hora, anunció su renuncia frente a las presiones del Instituto Patria. La piedra del escándalo fue el aumento de tarifas de los servicios (especialmente los eléctricos), que Guzmán considera exageradamente atrasadas, mientras que el subsecretario de energía eléctrica de su Ministerio, Federico Basualdo, soldado de La Cámpora, sostenía que debía mantenerse congeladas, al menos hasta que pasen las elecciones y ser reemplazadas por una nueva versión corregida y aumentada del IFE para que las franjas más vulnerables de la sociedad pudieran sobrellevar la situación. Las horas difíciles se superaron, Guzmán y Basualdo siguen en sus cargos y el aumento pensado en dos tramos se redujo a uno -del 9%-. Pero algo se ha roto en la intimidad del gabinete y nadie se anima a decir hasta cuándo se quedarán los contendientes del "caso tarifas". Para el Presidente sería perder un alfil trascendente. Para el kirchnerismo, ratificar su empoderamiento -que de todos modos crece día a día- en el Gobierno. En tanto, la cartera de Transporte vacante por la muerte de Mario Meoni se confió -como para no hacer más olas- al massista Alexis Guerrera, quien proviene de la jefatura de Trenes Argentinos. Esa llegada del nuevo ministro alejó las pretensiones de cristinistas y albertistas de alzarse con un ministerio, y también las del propio Sergio Massa que pretendió entronizar allí a su esposa, la batalladora Malena Galmarini, hoy titular de AySA. Pero mientras la inflación de abril se encamina nuevamente a rodear el 4% y el dólar blue oscila entre despertar y volver a su hibernación artificial, los nubarrones internos que debe enfrentar el presidente Alberto Fernández crecen en oscuridad e intensidad. La oposición, en tanto, no la pasa mejor. Debió aceptar la postergación de las Paso y de las elecciones generales, cambio de "condiciones" intrascendentes que justifican su adhesión a la voluntad del Gobierno. Pero, ni así, logran que se cumplan plenamente sus pedidos: el oficialismo aún no decidió qué hacer con las Paso, si suspenderlas o eliminarlas por este año. Si ocurriese esto último, JxC se vería en figurillas para ordenar su tropa, heterogénea, dispersa y raleada. El gobernador de Jujuy fue claro al respecto: Gerardo Morales ya había adelantado que no quiere las primarias, pero reiteró que acepta su postergación, por una cuestión de "disciplina partidaria" dentro de JxC. Esa "sumisión" es una elegante manera de ir preparando las facturas que presentará oportunamente cuando la coalición opositora deba elegir las candidaturas más importantes. Para ese momento se reserva dos temas: 1) que la UCR lleve en este turno la fórmula presidencial, y 2) que él mismo sea quien encabece esa fórmula. Claro, deberá presentar batalla internamente antes de cualquier logro. Mientras tanto el GM, siguiendo la misma táctica, generó en estas horas una táctica que lo posiciona para la elección de este año y para las próximas: 1) en declaraciones a la prensa, se deshizo en elogios hacia la moderación y el diálogo que ofrecen Alberto Fernández y los ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas y 2) se cuidó (estratégicamente) de meter en el mismo sobre al cristinista "Wado" de Pedro; de esta manera, marcó con trazo grueso la enorme distancia que lo separa cada día más del cristinismo puro y duro. El GM, sin dudas, trata de mover sus fichas pensando en varias jugadas adelantadas. Movidas de alto riesgo. Pero el que no arriesga, no gana.

En tanto en la arena local, totalmente alborotados por estos días los dirigentes políticos cruzan conversaciones, acercamientos y rechazos en forma permanente. Pocas curiosidades dejó el cierre de las presentaciones de frentes electorales. Cambia Jujuy, con el protagonismo excluyente de la UCR, aceptó levísimos coprotagonismos del PRO, de Lyder y del Partido Socialista, y aceptó el acompañamiento de más de 20 voluntariosos pequeños partidos. El Frente Primero Jujuy, como se anticipó desde esta columna, se lanza por sí mismo, sumando en sitios preponderantes a la Coalición Cívica ARI, a Gana Jujuy y otra decena de adhesiones menores. El peronismo jujeño, luego del fracaso de los "operadores" que envió la Casa Rosada en búsqueda de una unidad condicionada a su medida, finalmente se abrió en varios brazos. El Frente de Todos, del Partido Justicialista que preside Rubén Rivarola, con Jujuy Avanza, el Partido Comunista y otras agrupaciones aparece como la expresión más potente de la oposición, a la que deben sumarse la estructura de municipios y comisiones municipales que respaldan esta conformación.

Ingresó como Frente Jujuy Puede, el diputado nacional José Luis Martiarena, quien ratifica en Jujuy su aspiración de representar al justicialismo, pero eligió en Buenos Aires, ser el parlamentario de la agrupación de izquierda Proyecto Sur, del fallecido cineasta y político Pino Solanas. Es decir, en su provincia, el legislador electo por el Frente de Todos en el 2017 prefirió ser cabeza de ratón antes que cola de león, con los consiguientes riesgos. Algo parecido ocurre con las otras expresiones del abanico justicialista como el Frente Juntos por Jujuy, del senador Guillermo Snopek. También repite la situación el Frente Todos por Jujuy de la diputada nacional María Carolina Moisés, legisladora ultracristinista que en más de una ocasión, reclamó como propios el 62% de los votos que en el 2019 el Frente de Todos de Jujuy le sumó a la victoria de la fórmula Fernández-Fernández. En tanto el Frente Popular Por Vos conjuga representantes de la izquierda tradicional que representan Víctor Aramayo y Gabriela Hoyos, entre otros, a los que se suma el referente peronista Guillermo Sapag. Finalmente, el Frente Con Toda el Alma, que presentó el diputado provincial Alejandro Snopek, que fue legislador provincial de Primero Jujuy y luego de Cambia Jujuy, y nacional por el Frente Renovador del massismo dentro del oficialismo jujeño. Esta vez, integran el frente el partido municipal del intendente periqueño VIA, el Movimiento Popular Jujeño (que durante unos días amenazó con recuperar su histórica personalidad de fuerza provincial pero finalmente repitió subirse al furgón de cola de un frente, ya lo había hecho con la Tupac años anteriores) y el Partido Blanco de los Trabajadores, agrupación con la que José Humberto Martiarena en 1966 superó la proscripción y ganó la gobernación en nombre del peronismo, pero fue derrocado seis meses después, con el golpe de Juan Carlos Onganía.

También presentaron el FIT, Frente de Izquierda de los Trabajadores, con el PTS, MST y PO, cuyas caras más visibles son los diputados Alejandro Vilca y Natalia Morales. Y también, el Frente Unidos por la Victoria, liderado por la Agrupación Tupac Amaru de Milagro Amalia Ángela Sala Leyton de Noro.

Exceptuando los frentes donde los troncos principales son los oficialismos de la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista, todos los demás asumen el enorme albur de enfrentar una contingencia complicada: superar el difícil escollo del 5% del padrón electoral para poder entrar en la conversación del reparto de cargos. Si varios lo alcanzan, los cuerpos legislativos se democratizarían más, pero la dispersión de votos agregaría complicaciones al trabajo. Los que no lo alcancen, virtualmente, quedarán a un paso de la disolución. Claro, todo es prematuro, dentro de diez días, la presentación de listas arrojará más luz sobre el futuro. Por lo menos, un poco más de luz. 

 

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