El agosto de hace cuatro años atrás, inició de manera especial para Cecilia Herrera. En aquél tiempo y con todo el misticismo de una Pachamama que estaba presta al ritual, esta joven jujeña compartía junto a su familia el rito puesto en acción por última vez en tierra argentina.
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El agosto de hace cuatro años atrás, inició de manera especial para Cecilia Herrera. En aquél tiempo y con todo el misticismo de una Pachamama que estaba presta al ritual, esta joven jujeña compartía junto a su familia el rito puesto en acción por última vez en tierra argentina.
Y es que con pasajes en mano pero fiel a su creencia, buscó antes del viaje, la venia de la divinidad natural femenina por excelencia, para lanzarse en la travesía hacia un nuevo mundo. El destino que eligió fue Nueva Zelanda, un país del que poco conocía pero que estaba dispuesta a descubrir gracias a una revolucionaria decisión que cambiaría su destino. "Emprendí el viaje recién sahumada y con un amigo. Soy tan creyente de la "Pacha' que al llegar, me fui a una plaza en medio de Auckland, hice un pocito y fue mi manera de decirle gracias a la tierra por haberme traído hasta acá", comenzó su relato Cecilia Herrera con la emoción traducida en entusiasmo libre, desde allí, en la en la isla sur de la "Tierra del mar".
Trazando rutas por el aire e ilusiones que casi rozaban lo idílico, la mente de la joven se abrió en preguntas que colaboraban con una curiosidad incesante. Logró abordar con soltura los cuestionamientos y los dejó para otro momento, entonces se dedicó a dejarse fluir, permitiendo a su vida el devenir incierto, pero siempre buscando encontrarse en placentera libertad sin miedos que puedan más que sus ganas de vivencias nuevas. Este sueño comenzó a gestarse en Córdoba al estudiar Hotelería y Administración de Empresas. "Yo quería en realidad ser azafata, pero no tenía el inglés y eso que mi mamá es profesora de inglés. Cuando me vine para Nueva Zelanda, el tema del idioma fue frustrante porque no podía hablarlo", destacó ante quizás el primer obstáculo que tuvo que vivir pero que no fue motivo para derribar su propósito de seguir adelante. "Mi primer trabajo fue con árboles de kiwi con mi amigo decidimos ver qué nos traía la vida.
Ya sabíamos que había mucho trabajo en el campo, en lo que es fruta, cosecha de kiwi, de manzana, de uva y de cerezas", explicó la joven que mediante un grupo de chilenos viajó luego a la Isla Sur. "Fue una experiencia muy particular, tomé un ferry por primera vez, que es un taxi acuático, tomando el auto, meterlo dentro de un barco y dejarlo estacionado durante cinco horas, hasta llegar a la Isla Sur", detalló la joven que empezó a trabajar en un hospitality (hotel), donde la interacción con la semi urbanidad quedó más establecida y en Lake Tekapo, su vida simplemente cambió de manera absoluta.
"Aquí es súper tranquilo, obviamente son horarios ingleses. La cena es a las 18", ejemplificó, asombrada de este pueblo turístico que tiene un precioso lago de aguas turquesa. "El lake Tékapo es bello, también hay una iglesia chiquitita pero no te dejan sacar fotos por dentro", describió maravillada Cecilia que también está orgullosa de poder disfrutar de las estrellas a primera vista debido a la nula contaminación lumínica. "Se ve fenomenal, la Vía Láctea o Milky Way y las estrellas, lo comparo como cuando fui a Punta Corral que parece que las podés tocar", contó.
Así es como la joven le dio una oportunidad al país y en su voz no se percibe arrepiento alguno. "Este país es hermoso, la inseguridad no existe, la coima tampoco, el cruce el peatón se respeta. Esto en Jujuy no pasa", dijo sorprendida ante la cultura distinta donde el respeto por el otro, está arraigado y se cuida día a día. Nueva Zelanda es un país multicultural, un núcleo donde las etnias prevalecen y las idiosincrasias se comparten. "Vienen de un montón de lugares, conocí gente de India, de Japón, de Taiwán, de Sri Lanka, de Francia y de Alemania, todos juntos hablamos inglés y está bueno porque aprendés un poquito de cada país", comentó la joven que estando en un lugar turístico, visitó a Bali, Indonesia; para celebrar su cumpleaños número 27.
"Me he dado cuenta que viajar te hace ver lo que la mente no es capaz de imaginar, cosas que te pueden llegar a pasar cuando decidís viajar lejos de tu hogar. No hay que tener miedos, Nueva Zelanda para mí es mágico", dijo la joven que se eleva en elogios al hablar de los atardeceres que ve preciosos, o del lago turquesa que la acompaña en sus días, tampoco se olvida del reto que implica usar un idioma que no es el propio; pero entendiendo a la vez, que la vida se trata de aprender de la experiencia; de conocer y de respetar para crecer en medio de este obsequio que se le otorgó, claro, sin dejar de agradecer el milagro -esté donde esté- a la Madre Tierra.
Gran anfitriona
Como una gran casa en la que todos sus integrantes tienen que velar para que los invitados en este caso los turistas pasen un buen momen to y disfruten de la estadía es la premisa de la empresa Lake Tekapo Holiday Park. “Tenemos que ser buenos anfitriones del lugar”, aseguró Cecilia Herrera sobre la firma hotelera en la que vive y desempeña su labor.