Hoy es parte de una de las formaciones más afamadas y exitosas de nuestra provincia, como es la de Los Tekis, lugar privilegiado que alcanzó por su talento y la calidad de sus vientos, esos que aprendió a tocar de la mano del recordado Amaranto Chañi, en su peluquería emblemática.
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Hoy es parte de una de las formaciones más afamadas y exitosas de nuestra provincia, como es la de Los Tekis, lugar privilegiado que alcanzó por su talento y la calidad de sus vientos, esos que aprendió a tocar de la mano del recordado Amaranto Chañi, en su peluquería emblemática.
Antes lo fue del grupo Amaranto, y dirigió Los Amarantitos, casi por legado del maestro tras su fallecimiento.
El joven artista visitó nuestro "Escenario en la Web" para contarnos sus experiencias.
En su juventud se unen las experiencias con maestros grandes como Amaranto, Luis y Foro (los reconocidos Hermanos Chañi), maestros un poco más contemporáneos como Marcelo "Pichón" Córdoba (compositor, músico, bohemio), quien lo apuntaló en los últimos años antes de su fallecimiento hace tres años; su generación veinteañera y los niños y adolescentes a los que él siguió apuntalando cuando quedan solos sin Amaranto (eran sus alumnitos de la peluquería).
Sin dudas es un caso excepcional, porque Obama con tan pocos años tiene muchas historias para contar de distintos tiempos, y eso lo hace único.
¿Cómo fue tu relación con Pichón Córdoba, uno de tus padrinos?
Lo conocí de una forma muy rara. Los Tekis habían presentado su disco "Mixtura" en el 2010. Yo estaba en la peluquería de Amaranto, y cae Pipo (Valdez, exintegrante de Los Tekis) con Pichón, a entregarle el disco. Pichón era muy grandote, medía casi un metro noventa, y yo era chico, tenía diez u once años, entonces cuando lo ví le pregunté a Pipo si él era su guardaespaldas. Y Pipo me contestó: "Mirá, vos vas a terminar tocando temas de él".
Un tiempo después en una peña, se da que yo iba saliendo y Pichón entraba, y cruzamos miradas, y nos unimos en un abrazo. Me acuerdo que le pedí perdón por confundirlo con un guardaespaldas, y de ahí nos hicimos muy amigos. Cuando falleció Amaranto, me empecé a juntar con Pichón, y con él aprendí a ejecutar y sentir el instrumento. En la peluquería aprendí a tocar y hacer sonar bien.
Pichón me enseñó las técnicas para los vibratos, cuando yo estaba acostumbrado a ir y que me pasen el tema, sacarlo y tocarlo, pero Pichón me decía que lo tenía que sentir. Me tenía horas en su casa en la avenida El Éxodo, soplando. Por ahí me frustraba porque iban sus amigos, que eran Jorge Guari, Elio Gutiérrez y Manu Estrada, que tenía el grupo Los Dositos y él me decía que yo no estaba listo para tocar los temas que hacían ellos. Me frstraba porque yo venía de la peluquería de Los Chañi, siendo uno de los que siempre tenían en cuenta para tocar, y ahí no, pero eso fue una gran enseñanza.
Lo mismo en mis comienzos, Amaranto primero, y Luis y Foro (Chañi), después, siempre me han tenido "cortito" para aprender, en todas las cuestiones, no solamente musicales sino también personales.
¿Cuántos años tenés ahora?
23, cumplo 24 en julio.
¿Cómo fue tener tantas experiencias a tan corta edad?
Fue una sorpresa recibir la llamada de Mauro Coletti (de Los Tekis). Yo me inicié muy chico en la peluquería (de los Hermanos Chañi, escuela de músicos por tradición de Jujuy). Amaranto tenía muchos alumnos y diferentes grupos, por lo menos tres, de distintas categorías. Uno cuando entraba empezaba a tocar en el de menos categoría, e iba subiendo hasta tocar "en primera".
Un día, yo decido con un grupo de amigos, formar un grupo llamado Amaranto, en homenaje al maestro. Presentamos nuestros discos con este grupo, y cuando ya teníamos programada una gira por el Ramal y otros lugares con el grupo, incluso había ido a la oficina de Los Tekis para firmar contrato para tocar en la peña de ellos. Ya se venía escuchando que uno de ellos se iba a separar, y un día me llama Mauro. Yo tenía agendado el número porque un tiempo atrás, él me había pedido mi cuaderno de canciones viejas para pasárselo a sus hijos. Un miércoles 3 de febrero me llama, y me cuenta que habían pensado en mí, para suplir el lugar de Pipo. Cuando le avisé a Jesús, responsable del grupo Amaranto, y le pedí permiso, él me dio el ok, y me retó por no contestar de una.
Para todos los alumnos de la peluquería, Mauro siempre fue un referente de los vientos. Así que ahí entré, era para el primer Carnaval de Los Tekis en capital que se hizo en el Complejo Sandoval.
¿Cómo fue en pandemia?
Hicimos menos shows, y cuando se podía girar, íbamos con el grupo reducido. Desde octubre, cuando se abrieron un poco más los escenarios, un amigo de Apacheta, me dio la posibilidad de hacer mi peña. Antes había hecho "Los viernes con Obama", transmisiones por Instagram, invitando artistas, y él me dio el espacio para hacerlo presencial.
Te conocemos primeramente como vientista, pero en tus presentaciones actuales, vemos que haces de todo un poco e incluso incursionaste en el canto. ¿Cómo vas trabajando ese proceso?
Yo siempre digo, que canto de cara rota. Siempre me gustó meter la cuchara en algún corito. Y hace un tiempo me armé un repertorio de acuerdo al tono de voz que tengo, que puede ser agradable o no. Y voy de a poco.
Aprendiste con Amaranto y con Luis y Foro (que están en otra peluquería), ¿cómo era esa transición?
Yo empecé con Amaranto en 2008, cuanto tenía ocho años. La peluquería de él era como la primaria, y la de Luis y Foro como la secundaria. Amaranto le enseñaba a los más chiquitos. Y en la otra peluquería se aprendía guitarra, charango y violín, y ahí iban los que ya tenían una base. Y aprendíamos tangos, valses y milongas.
Amaranto me manda para ahí en 2011, de parte de él. Y el que estaba más avanzado le ayudaba al otro.
Cuando falleció Amaranto, vos tomaste la posta y te pusiste al frente de esos niños que había quedado huérfanos...
Amaranto, un tiempo atrás, ya me había dicho que ayude, porque en el tiempo antes que él falleciera habían entrado un montón de niños muy chiquitos. Ahí nacen Los Amarantitos, y Amaranto me dio la responsabilidad de dirigirlos y acompañarlos. Cuando cerraron la peluquería, el Regimiento 20 nos prestó el lugar para seguir ensayando. Amaranto nos decía, que cuando él se muera, nosotros teníamos que seguir tocando.