Que los argentinos somos futboleros, es casi decir una obviedad, solo basta con observar las redes sociales o escuchar una charla de café para encontrar miles de opiniones diferentes en cuanto al rendimiento futbolístico de la selección. Más allá de todo esto, el recambio generacional impulsado por Lionel Scaloni, Walter Samuel, Roberto Ayala, Pablo Aimar y compañía empieza a mostrar rasgos de personalidad dentro de la cancha.
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Que los argentinos somos futboleros, es casi decir una obviedad, solo basta con observar las redes sociales o escuchar una charla de café para encontrar miles de opiniones diferentes en cuanto al rendimiento futbolístico de la selección. Más allá de todo esto, el recambio generacional impulsado por Lionel Scaloni, Walter Samuel, Roberto Ayala, Pablo Aimar y compañía empieza a mostrar rasgos de personalidad dentro de la cancha.
Jugadores como Emiliano Martínez, Nahuel Molina, "Cuti" Romero, Guido Rodríguez o Nicolás González, son algunos de los casos en los que debemos darle la derecha al técnico, sumado a ellos los ya asentados Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Marcos Acuña, Nicolás Tagliafico y Lautaro Martínez fueron apuestas de Scaloni, que por el momento con buenas y malas le van dando identidad al elenco nacional.
Argentina fue de menos a más en el certamen, mostrándose agresivo en los primeros tiempos, pero anémico a la hora de cerrar los partidos, quizás el último partido ante Ecuador fue el fiel reflejo de lo que es Argentina, un equipo capas de lastimar a cualquier defensa, pero endeble cuando es atacada. De hecho, ante Ecuador fue un partido muy trabado, incómodo por momentos, que se pudo descifrar sobre el final de la primera etapa con el gol de De Paul (41') y sobre el final del partido con el goles de Lautaro a los (84') y Messi en los (90+2'). De todos modos, el protagonismo de la selección fue cada vez más amplio en el desarrollo total de los partidos, punto positivo para el "coach", pero quizás, el punto más alto de Scaloni y compañía fue encontrar el juego colectivo que libere Messi del protagonismo absoluto y sea ese jugador más determinante en el arco contrario. De hecho, el presente del 10 se ve reflejado en los números: 4 goles, 4 asistencias, jugando además todos los partidos del torneo.
Hoy, ante Colombia, es el momento de dar ese golpe futbolístico que nos deposite en la final y de una vez por todas nos saque la mochila pesada de las finales perdidas. De no ser así, existe un camino que empieza a cimentarse con esta nueva camada que se entremezcla con las últimas funciones de Messi, Agüero y cia.