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"Volvemos a nuestros ausentes, porque nunca fueron olvido"

Rubén Iriarte y María del Carmen Echenique hicieron la última función de la obra.
Lunes, 16 de agosto de 2021 01:01

Ellos anunciaron que era la última función de la puesta que estrenaron hace dos años, y la energía de dos grandes actores estaba intacta, en este afán de mantener las artes escénicas de pie. En el teatro en que vio la luz, El Pasillo (José de la Iglesia 1190), hacían su última función, Rubén "Chuña" Iriarte y María del Carmen Echenique.

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Ellos anunciaron que era la última función de la puesta que estrenaron hace dos años, y la energía de dos grandes actores estaba intacta, en este afán de mantener las artes escénicas de pie. En el teatro en que vio la luz, El Pasillo (José de la Iglesia 1190), hacían su última función, Rubén "Chuña" Iriarte y María del Carmen Echenique.

Estos grandes amigos debajo del escenario, y hermanos en esta obra, "Suspiros de ausencias", que escribió exclusivamente para ellos, Freddy Chipana de Bolivia, lucieron el esplendor de sus talentos y de sus experiencias enormes en las tablas.

Aunque la obra nació antes de la pandemia, la cercanía de la muerte que es uno de los ejes de este texto, y la concepción de ella como "parte de la vida", casi como un intento de aceptación forzado, hace que su temática se actualice con el tiempo que nos toca vivir en el mundo. Los hermanos Julia y Horacio se acompañan, se interpelan, se quieren y se aguantan, en un tiempo en el que ambos debieron despedir a cuatro amigos en tres meses. Sin dudas esta situación de ficción, dispara las conversaciones más graciosas y sentidas, profundas y existenciales, entre dos personas que se acompañan en su soledad.

Lo cierto es que el nudo de sus charlas, de sus lágrimas y de sus risas, de sus discusiones, es el exilio que ambos sufrieron por decisiones ideológicas de sus padres. Horacio prefiere no evocar, y no soporta encontrarse con recuerdos. Julia por el contrario, guarda celosamente las fotos escasas de su infancia. Dos formas diferentes de asumir el dolor de las ausencias.

Las muertes se llevan sueños, y entonces ambos recurren en este momento de sus vidas, forzadamente a un sinnúmero de pastillas que alivian cuestiones fisiológicas y orgánicas, y terminan listando otras para sus situaciones de afectos y sensibilidades.

DUPLA / EN LA HISTORIA, HORACIO Y JULIA SON HERMANOS, SE AMAN Y SE DISPUTAN IDEAS Y RECUERDOS.

Todo el tiempo, los actores demuestran una relación cercana, a pesar de algunos secretos que mantienen para preservarse uno al otro.

En un escenario despojado de objetos, un camioncito de juguete, que corre por el fondo de un jardín, tirado por él o por ella, con un hilo, podrá ser cargamento de sueños, de opciones ... ¿hacia alguna luz?

Cada vez que despiden un amigo, ambos con una coreografía de coincidencias derraman tierra por el suelo, danzando en ese polvo que se desparrama y va quedando.

Cuando decidieron volver, no encontraron nada, ni la tumba de sus padres, y en valijas cargadas de tierra guardaron recuerdos. "Volvemos a nuestros ausentes, porque nunca fueron olvido", dicen. Y se volvieron a ir.

Entregados a la emoción los actores hacen piel cada parte de este texto que remueve historias, recuerdos, situaciones familiares y situaciones históricas. Y en el final entienden que "el silencio, a veces es un refugio".

Y en un juego constante entre la memoria y el silencio, la obra deja a la platea emocionada, absorta y pendiente de sus propios recuerdos.

Excelente propuesta que se mantuvo dos años en cartelera, y que ojalá vuelva a las tablas.

Fue una coproducción entre el grupo jujeño Nueva Escena y la compañía de Freddy Chipana en Bolivia, Teatro del Alto.

Con esta pieza, ambos actores celebraron sus 50 años en el escenario, asumiéndola como "un regalo que nos damos", según expresaron antes del estreno. En ese momento Iriarte definió esta obra como una "joyita que reúne elementos de nuestras vidas que son reales".