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Morondanga

Lunes, 23 de agosto de 2021 01:03

A veces usamos una palabra que descolgamos al azar del lenguaje popular, o por las fuertes referencias que automáticamente nos dicta el efecto sonoro que produce pronunciarla. Pero, cuando la aislamos y recurrimos a una definición técnica y académica encontramos la poderosa ratificación de lo que por intuición o aproximación imaginamos. Es el caso de "morondanga". Para el diccionario de la Real Academia Española (RAE) "morondanga" es una "cosa inútil y de poca entidad", una "mezcla de cosas inútiles" y un "enredo o confusión". Tal definición le brotó (¿automática o muy estudiadamente?) a la vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, cuando durante un acto de campaña en la Isla Maciel, la semana pasada usó para definir la clase de República que era Argentina, durante el gobierno de Mauricio Macri y Juntos por el Cambio. ¿Un paraíso no era, pero... daba para morondanga? Más allá de que se concuerde o se disienta con CEFK, vale la pena dejar sobrevolar la resonancia de la palabra por la actualidad que vivimos.

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A veces usamos una palabra que descolgamos al azar del lenguaje popular, o por las fuertes referencias que automáticamente nos dicta el efecto sonoro que produce pronunciarla. Pero, cuando la aislamos y recurrimos a una definición técnica y académica encontramos la poderosa ratificación de lo que por intuición o aproximación imaginamos. Es el caso de "morondanga". Para el diccionario de la Real Academia Española (RAE) "morondanga" es una "cosa inútil y de poca entidad", una "mezcla de cosas inútiles" y un "enredo o confusión". Tal definición le brotó (¿automática o muy estudiadamente?) a la vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, cuando durante un acto de campaña en la Isla Maciel, la semana pasada usó para definir la clase de República que era Argentina, durante el gobierno de Mauricio Macri y Juntos por el Cambio. ¿Un paraíso no era, pero... daba para morondanga? Más allá de que se concuerde o se disienta con CEFK, vale la pena dejar sobrevolar la resonancia de la palabra por la actualidad que vivimos.

El marco es la campaña rumbo a las Paso, con un país y una provincia jaqueados económicamente, con gente que transcurre entre desalientos y temores lo poco que le queda de esperanza para imaginar un futuro mejor. El gobierno nacional no logra zafar del "cumplegate" de la residencia presidencial de Olivos, mientras el Presidente se esfuerza, hasta hoy en vano, por recuperar "normalidad" en su gestión. Todavía no pidió disculpas, tampoco se supo si la difusión de las fotos fue producto de la estupidez mayúscula de un invitado cholulo, o fue un impiadoso operativo de desgaste engendrado en usinas "antialbertistas" del propio gobierno. Frente al agravamiento de la crisis por la inminente divulgación de videos, fue el propio gobierno el que los hizo públicos con el objetivo de licuar el impacto. No dio resultado. No aprendieron la experiencia del fallido anuncio de la vacunación vip que meses atrás medios y periodistas K anunciaron como primicias. El resultado avivó desgaste monumental de la figura presidencial, fogoneado también por su propia compañera de fórmula que entre simpática y risueña, lo reta, le da indicaciones. Lo ridiculiza y le marca la cancha en público. Sin más detalles caricaturescos, valga decir que todo este episodio, se recordará como un capítulo de morondanga de nuestra vida institucional.

Los opositores del Frente Juntos, confirmaron que no están tan juntos. Abrieron su propia grieta entre los que bregan por profundizar los ataques a AAF insistiendo en la pretensión sin destino de un juicio político o un juicio penal en la justicia ordinaria, y los que dicen que "en plena campaña" no es conveniente actuar de esta manera, y que es mejor confiar que la gente castigue en las urnas. Tanta torpeza mostró que ni siquiera pueden consensuar con qué pierna patear la pelota que les quedó picando en la puerta del área con el arquero caído. Mientras recalientan su estéril discusión en los medios, un defensor del oficialismo logrará reventar la pelota hacia la tribuna. El caso no era que fuesen capaces de asfixiar o hacer caer al presidente (como él mismo dijo mostrando su temor por la posibilidad), sino simplemente de mostrarle al electorado que frente a las situaciones delicadas, la esencia de ese Frente no es sólo una puja por cargos, sino una voluntad de construir un refugio para los que piensan diferente. En cambio siguen enredados en una disputa de morondanga.

En el país, el dólar blue sigue amenazando con saltar del molde donde lo tiene sujeto artificialmente el ministro negociador con el FMI, Martín Guzmán. Con la inflación en 3%, los precios de alimentos y medicamentos se muestran briosos limando sus rótulos de "cuidados", "sugeridos" o "acordados". Los gremios nacionales acuerdan arriba del 40%, destrozando las pautas paritarias del año, y trasladan a Jujuy una delicada situación al gobierno de Gerardo Morales, y a la tarea del ministro Carlos Sadir que tratan de encorsetar a los caciques sindicales debajo del 30%, con la promesa de revisar todo más adelante. Las bases se asoman al punto de hervor denunciando que "no hay diálogo" bramó Susana Ustarez (Apoc) en nombre del Frente Amplio Gremial Estatal, sino otra vez, notificación de decisiones tomadas. Y que son decisiones de morondanga.

Pero la coalición gobernante en Jujuy, acelera su campaña con un objetivo fijo: triplicar al segundo en carrera y alzarse con los tres diputados nacionales en juego. No es mucho lo que pueden mostrar: hablan de la gestión del GM y de sus tradicionales anuncios de potentes inversiones. Y juran engrosar el frente opositor nacional que diluya, o al menos desacelere, el avance del proyecto K. Gustavo Bouhid, Natalia Sarapura y Gaspar Santillán aseguran que de llegar a esas bancas reclamarán más atención para Jujuy, y nunca olvidan de pasar la tanda -no podrían hacerlo- de que "tenemos en GM el mejor candidato presidencial para el 2023". En tanto el PJ, mientras busca legalizar la postergación de su interna partidaria (convocada para el 17 de octubre), para el 20 o el 27 de noviembre, buscará romper la hegemonía oficialista, pero sus mensajes, obligados por la realidad, también son difusos: levantan la bandera del apoyo que el gobierno nacional brinda a Jujuy con obras, vacunas y augurios de un tiempo mejor. Leila Chaher, Rodolfo Tecchi y Mirna Abregú, también deben remar contra los escandaletes y la baja en las encuestas del gobierno nacional, temas que obviamente evitan en sus mensajes mediáticos o en público. La izquierda, única que aprovechará las Paso para acomodar su interna, (Alejandro Vilca, Natalia Morales y Gastón Remy -PO/PTS vs. Betina Rivero, Leonardo Rivero y Gloria Zambrano-

MTS) se repite en consignas principistas y clásicas utopías socialistas, tan irrebatibles como impracticables en Argentina y en Jujuy. Pero no se rinden y enfrentan estructuras y blindajes poderosos con una pistola de agua, buscando acertarle a un Talón de Aquiles. A pesar del empeño de partidos y precandidatos, hoy, la campaña es así: complicada y a la vez difuminada. Los estrategas de campaña que analizan el ánimo de la gente, saben que corren el riesgo de un bajísimo porcentaje de votantes, y a partir de lo cual intentan deducir quién se beneficiaría más si en Jujuy se repite el escuálido 60% de concurrencia que se dio días pasados en la elección salteña. En síntesis, un escenario prelectoral difícil, retorcido. De morondanga.

Los argentinos y los jujeños, vivimos momentos difíciles, y en muchos casos, la crisis deja en evidencia la impotencia de las dirigencias para ponerse al frente de los problemas, separando la paja del trigo y priorizando las necesidades de las franjas más vulnerables de la sociedad. La tentación de las elecciones es una marea que arrastra a los más precavidos y donde naufragan o se postergan las mejores intenciones. Entre las tentaciones aparece en los discursos la necesidad de retroceder buscando culpables en otros tiempos. Así se descubre que los errores comenzaron un siglo atrás y no fueron responsabilidad de un solo partido, un solo frente o un solo sector. Hemos vivido casi siempre, en medio de unos desencuentros de morondanga, y hoy seguimos viviendo una situación de morondanga. Lo único esperable es que todo lo pasado, nos sirva de aprendizaje y comencemos a creer firmemente que lo que viene, no será un futuro de morondanga.

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