Cuando los corazones solidarios se unen, ocurre un milagro que ayuda a las masas. Gracias a una acción noble, florece la empatía por el otro, convirtiéndose en un abrazo a lo popular desde la colaboración desinteresada.
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Cuando los corazones solidarios se unen, ocurre un milagro que ayuda a las masas. Gracias a una acción noble, florece la empatía por el otro, convirtiéndose en un abrazo a lo popular desde la colaboración desinteresada.
En este caso, en un determinado momento cinco años atrás, el talento de profesionales de la estética capilar se unió con fuerza para estar al servicio de una labor que tiene por finalidad la asistencia a personas de escasos recursos.
Con la mente puesta en continuar con este trabajo social luego de la cuarentena obligatoria por la pandemia, Norma Cristina Espinoza volvió a reactivar la tarea y se puso al frente para volver a realizarla a través de "Tijeras solidarias", el grupo que tiene por premisa cortar el cabello a cambio de una sonrisa.
"Es una actividad que reconforta el alma, nos llena de amor poder ayudar con nuestro trabajo a muchas personas", expresó Norma Espinoza antes de detallar cómo surgió esta iniciativa que ofrece una conexión ejemplar a favor de la fraternidad entre seres humanos. "Tijeras solidarias" nació hace años y reunió a profesionales de la peluquería que brindaron ayuda a los niños refugiados de Lesbos, de Grecia, para evitar el sufrimiento con el rapado de cabeza.
De esta manera, peluqueros españoles ofrecieron su don de la estética para aquellos pequeños.
Así, este proyecto que nació en Europa y cruzó el océano Altántico, llegó a Sudamérica con el fin de aminorar las distancias y comenzó a pisar fuerte en nuestro país, gracias a Viviana Godoy, de Córdoba.
"Las Tijeritas..." cortamos el cabello a niños de escasos recursos y no cobrarles nada, sino aportar nuestra vocación para ayudar sin fines lucrativos", comentó la estilista jujeña con un guiño a la esperanza de cambiar la escena y hacer del mundo un lugar mejor.
En nuestra provincia, esta propuesta es liderada por Norma Cristina Espinoza, quien guía al grupo que ya visitó distintas instituciones de Alto Comedero, Palpalá y San Pedro, entre otras localidades. "Es nuestra manera de devolver todo lo que Dios nos da", aseguró la estilista. Lo interesante de esta misión es que se mantiene encendida la intención, pese a las limitaciones que surgieron por el Covid-19 y la pandemia que figura todavía como amenaza sanitaria.
"En tiempos de cuarentena y hace poco, nos contactamos vía virtual, pero siempre a pulmón y teníamos un montón de proyectos que son más grandes porque consideramos que es algo muy importante sacar a los chicos de la calle. Ahora en noviembre, nos juntamos todos los que conformamos "Tijeras..." y vamos a volver a esta acción", anticipó la peluquera que como novedad, también se vinculó con "Un pelito más fácil", una fundación de Buenos Aires que trabaja oncológicamente, realizando pelucas para adultos y niños con cáncer.
"Nosotros hacemos el nexo de cortar el cabello. El requisito es que sean 15 centímetros que es lo mínimo y entonces se juntan los mechoncitos para donar y enviarse con un mensaje de la persona que los da, para que ese niño o adulto que reciba la peluca, lo lea", comentó antes de invitar a los profesionales que deseen sumarse a con intención de cumplir este rol novedoso y movillizador, no duden en dirigirse a General Paz 655.