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Una pasión que llevan prendida en el alma

Son cuatro nietas que heredaron el oficio de Modesta Claros Pantoja, la precursora de las actuales dietéticas.
Domingo, 26 de septiembre de 2021 01:00

Hablar de doña Modesta Claros Pantoja es sencillamente viajar en el tiempo a un Jujuy que apenas despertaba y especialmente en la zona de la exterminal que una vez instalada la estación de colectivos comenzó a rodearse de negocios destinados a la venta de diferentes artículos. Entre ellos uno ubicado en la calle Zegada al 1.100 se destacaba por la presencia de su propietaria que miraba la vida sentada en una sencilla banqueta de madera y cuero que se encuentra en el lugar al resguardo de su única hija "la Gladis" tal como se conoce a Alicia Irma, quien al escuchar el nombre de su madre en boca de un extraño y a pesar del barbijo se puede detectar una profunda emoción.

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Hablar de doña Modesta Claros Pantoja es sencillamente viajar en el tiempo a un Jujuy que apenas despertaba y especialmente en la zona de la exterminal que una vez instalada la estación de colectivos comenzó a rodearse de negocios destinados a la venta de diferentes artículos. Entre ellos uno ubicado en la calle Zegada al 1.100 se destacaba por la presencia de su propietaria que miraba la vida sentada en una sencilla banqueta de madera y cuero que se encuentra en el lugar al resguardo de su única hija "la Gladis" tal como se conoce a Alicia Irma, quien al escuchar el nombre de su madre en boca de un extraño y a pesar del barbijo se puede detectar una profunda emoción.

Regresar a ese local comercial y encontrar a su heredera es volver el tiempo atrás y necesariamente verse y sentirse contagiado de la emoción de esta joven señora de primaverales 69 años que se presta locuaz a la entrevista con El Tribuno de Jujuy.

Los primeros recuerdos se remontan a la instalación del negocio en una zona que no era muy comercial por entonces y de muy poca concurrencia de gente, situación esta que llevó a Modesta a agudizar el ingenio y a partir de allí comenzar con la venta de diferentes artículos que no se vendía en otros negocios.

Su hija recordó que sabía decirle: "Mira hija, yo traigo estas cosas que los otros negocios no venden y entonces la gente va a venir acá". Alicia o Gladis agregó que "la zona no era para nada comercial entre esos productos; clavo de olor, las almendras fileteadas y de esa forma ella inició su negocio siempre pensando que era la manera de atraer a la clientela".

Uno de los datos significativos es que Modesta Claros Pantoja había nacido en un pequeño pueblo llamado Arani de la provincia Cochabamba, Bolivia, desde donde emigró a las 20 años con dos de los ocho hijos que tuvo, habiéndose instalado en un primer momento en la frontera donde trabajaba colaborando en la limpieza de casas, ya que no sabía leer ni escribir.

Con una amplia sonrisa, su hija refirió que "sabía firmar y no había quién le gane con las sumas y las restas. Tenía un excelente manejo de los números y del dinero, era una excelente vendedora", remarcó orgullosa. En el año 2001 perdió a su compañero y a partir de ese momento Modesta abrumada por el peso de los años, ya que por ese entonces contaba con 89 años ve deteriorada su salud, falleciendo a los 94 pero teniendo el tiempo suficiente para ofrecerle el negocio a su nieta Adriana, quien con visión comercial adquirió el fondo de comercio que por aquel entonces no tenía nombre.

En su larga vida Modesta perdió a tres niños Juan Felix, Juan Jaime y un tercero de quien no recuerdan el nombre, el año pasado falleció Juan Carlos de 60 años como consecuencia del Covid-19. Acompañan a la única hija mujer, Juan Carlos de 83, Juan Rafael de 79, José Eleodoro de 76 y Sergio Hugo de 68.

Modesta Claros Pantoja se caracterizaba por estar sentada en la puerta de su negocio donde negaba o confirmaba el producto que buscaba el cliente.

Cuatro herederas y una abuela

Luego que falleció “la abuela”, su nieta Adriana que había adquirido el fondo de comercio tentó a sus hermanas y hoy cada una de ellas maneja un local. “Casa central” sigue en la calle Zegada, otras dos ubicadas en el casco céntrico de la capital jujeña y una cuarta en el barrio Malvinas Argentinas.

MODESTA CLAROS PANTOJA

“La abuela” que vive en el corazón y en los recuerdos de estas cuatro mujeres emprendedoras le dio nombre a la razón social y de esa manera se mantiene vivo el recuerdo de aquella mujer que sin querer las forjó como vendedoras y empresarias. En ellos perdura toda la mística, la impronta y la fuerza de esa mujer que supo incluso vender ollas de barro que estaban desportilladas pero que bien podían servir de macetas, una de las anécdotas que les devuelve la sonrisa.