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La beatificación del mártir jujeño Pedro Ortiz de Zárate

Lunes, 10 de enero de 2022 01:01

Por JORGE D. CALVETTI Periodista.

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Por JORGE D. CALVETTI Periodista.

(Parte 2) Los días 25 y 26 de octubre los indígenas rodearon la capilla a la "espera de otros curacas". El 26 a la noche" se les acercó, con gran cautela, un cacique mataguallo y les advirtió sobre la traición organizada por los tobas y mocovíes infieles", "por lo que los misioneros comenzaron a preparar su almas para entregar sus vidas y su sangre por la salvación eterna de aquellos pobres hermanos indígenas "según lo destaca Salvatore Bussu.

Al inicio de la tarde del día 27 y cuando los sacerdotes enseñaban catecismo, "los agredieron y los mataron con los dardos y otras armas semejantes a clavas y lo decapitaron". "Después mataron también a otras dieciocho personas que estaban junto a los dos misioneros en Santa María. Los desnudaron a todos y, después de haberles cortado la cabeza, traspasaron sus cuerpos con un dardo ". Señalan los sacerdotes Lozano y Jarque, grandes estudiosos de la vida de estos mártires.

Una vez concluido el asesinato, los indígenas escaparon llevándose sus cabezas para luego hacer una fiesta celebratoria donde usaron los cráneos como copas hasta embriagarse, como era la costumbre de aquellas tribus. Fue el padre Ruiz con el sargento mayor Lorenzo Arias quienes encontraron los cuerpos alrededor de la iglesia y les dieron sepultura, salvo al padre Juan Antonio Solinas que fue trasladado a la iglesia de Salta y el padre Pedro Ortiz de Zárate a la de San Salvador de Jujuy.

Estos 18 mártires, que acompañaban a los sacerdotes, fueron enterrados donde murieron eran "dos españoles, un negro y un mulato; dos niñas, una mujer y once indios" quizás algún día se encuentren sus cuerpos a las orillas del río Zora.

Al llegar el cuerpo de Don Pedro, fue recibido con gran veneración mientras era transportado "en las espaldas entre dos alas de pueblo en llanto, aquel pueblo tan favorecido por el santo párroco, ahora mártir de la fe". Es necesario destacar que el acta de inhumación se halla en los libros existentes de la Catedral de Jujuy y reza "El 23 de noviembre de 1683 he sepultado y colocado en una urna en la nave colateral que está al lado del Evangelio del altar mayor de esta iglesia parroquial, los huesos de Don Pedro Ortiz de Zárate, cura rector y vicario, juez eclesiástico y comisario de la Santa Cruzada, que fue de esta ciudad….".

El Misterio de su Tumba

Graciela María Viñuales destaca que "a lo largo de los años la fama de santidad de Don Pedro Ortiz de Zárate fue en aumento en Jujuy y en diversas ocasiones fue objeto de súplicas y pedidos de intercesión, aun cuando no estuviera consagrado como santo. Las noticias al respecto son muchas y hasta la mitad del siglo XX hay testimonios de la devoción y el recuerdo de su hazaña entre la gente de la ciudad y la provincia", además se le atribuye al "Venerable", nombre con que se lo conoce a partir de entonces, ser " intercesor en el cielo.

Se afirma en Jujuy que eran muchas las personas que pedían gracias a Dios por intersección del mártir, obteniendo lo que solicitaban", destaca el historiador Alberto Luna. En los ciento ochenta años siguientes su veneración crecía de una manera incontrolable tanto que las autoridades eclesiásticas decidieron trasladar y enterrar los restos "con carácter de reservado y mucho secreto como para que no quedara señalado el lugar preciso de su inhumación y para evitar un culto indebido, que crecía paulatinamente sin la autorización de la Santa Sede" continua Luna.

Aunque no se puede confirmar las causas, algunos señalan que habría sido por el peligro que corría la Iglesia. Eran numerosos los devotos (mayoritariamente indígenas) que venían del interior (especialmente de Humahuaca, Ocloyas y Río Blanco), a orar y pedir su intermediación para con Dios, ya que varias de su peticiones se cumplían. El cebo de las velas llegaba hasta el centro de la Iglesia y causaba mucha preocupación por el peligro de un incendio, otros dicen que los sacerdotes del momento estaban celosos de su veneración, mientras se tenía en el olvido al resto de los santos. También existe la versión, según Vergara, sobre "reliquias" o huesos conservados por algunas familias jujeñas, las que habrían sido entregadas por la curia.

El doctor Marcelo Quevedo Carrillo, descendiente de Don Pedro Ortiz de Zárate, relata lo ocurrido en su niñez al acompañar a su abuelo Ignacio Carrillo.

"Nos dirigimos hasta la Iglesia del Buen Pastor (calle San Martín 1248) y procedió a entregarle a las monjitas, que eran las que cuidaban el templo, un hueso que identificó como el codo del Venerable. Tengo muy clara la imagen, porque al ser un niño me había impactado mucho. Esta reliquia se hallaba en la casa de Don Ignacio (San Martín 560), en un mueble antiguo que representaba un pequeño altar, donde también se encontraban retazos de la Bandera donada por Belgrano al pueblo de Jujuy y que había sido recortada al cumplirse el centenarío. Mi familia había heredado pertenencias que eran del Obispo Padilla y Bárcena, tío de mi abuelo, por lo que creo que por eso estaba en poder de la familia", aseguró Quevedo Carrillo.

"Eligió esta parroquia porque el Obispo había sido un gran benefactor de ella y su deseo era que estuviese en una Iglesia de Jujuy", agregó.

Quiero destacar las palabras de Guillermo Assaf al expresar que "hay que empeñarse en una memoria más profunda, buscando morder raíces esenciales. Hay que ir a esos hombres crucificados por el bien de los hombres amados como hermanos. Hablamos entonces de los santos, hablamos de los mártires: hablamos del jujeño Don Pedro Ortiz de Zárate".

Espero que algún día se devele lo ocurrido con estos cuerpos que fueron tan venerados. Tanto del padre Ortiz de Zárate, de Antonio Solinas y los 18 mártires de Santa María.