El encuentro con Emanuel Montaño, a quien conocí en la Comunidad Terapéutica Nº 7, se da de manera simple, sencilla y sin mucha vuelta se plantea una charla entre dos "viejos amigos", donde brota la sonrisa franca, la mirada transparente y la palabra fresca, en boca de un hombre que no la tuvo fácil.
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El encuentro con Emanuel Montaño, a quien conocí en la Comunidad Terapéutica Nº 7, se da de manera simple, sencilla y sin mucha vuelta se plantea una charla entre dos "viejos amigos", donde brota la sonrisa franca, la mirada transparente y la palabra fresca, en boca de un hombre que no la tuvo fácil.
Su primer recuerdo, reconocimiento y agradecimiento está dirigido a María Inés Codecido, la primera directora de la Comunidad y también para la licenciada Carina Solano quien, ante la desaparición física de María Inés, hoy ocupa su lugar.
"Ingresé a la comunidad porque la premisa era dejar de lado el consumo de estupefacientes y de pastillas que no me dejaba avanzar en la vida que siempre quise y soñé" afirma Emanuel Montaño quien luce una prolija imagen de un hombre que supo y pudo encarar con ayuda una nueva vida, a partir del pasado 24 de agosto del 2021 cuando entre risas, bromas y lágrimas logró recibir el alta y volver a la calle con la frente alta y un bagaje de sueños e ilusiones que de a poco fue plasmando y que lo tienen listo para iniciar una nueva vida en beneficio propio pero fundamentalmente por su hijo de 12 años, que este año termina la primaria, y que lo necesita más que nunca.
"Uno no merece vivir en el lodo, por más que se haya equivocado varias veces, no haya escuchado, no haya querido o podido salir del ese pozo donde uno se encuentra de repente y donde las complicaciones son cada día más" relata Emanuel Montaño a El Tribuno de Jujuy de manera pausada pero firme.
"Pude recuperar muchas cosas que había perdido, entre ellas a mi hijo que por tres años no pude ver, y que hoy es una relación que se está recomponiendo al igual que con la madre -de quien estoy separado hace diez años- y recién ahora puedo ayudarla con la crianza de nuestro hijo", afirma a la vez que agrega "crecí de repente y eso se lo agradezco a los terapeutas, al equipo de la Comunidad y a mis compañeros".
La pausa es mínima, ya comenzó a hablar y ahora no quiere parar, necesita transmitir un mensaje "volví a la casa de mis padres" su voz se corta "en diciembre mi papá murió en mis brazos y no le pude mostrar mis cambios, ahora estoy con mi mamita que tiene 63 años y a quien acompañaré hasta el 20 de enero cuando viajé a Mendoza a la vendimia".
En el horizonte de Emanuel Montaño aparecieron nuevas propuestas, nuevas alternativas la idea es, después de Mendoza, instalarse en La Rioja para la cosecha de aceitunas y desde allí ayudar a su hijo y comenzar a desarrollar su propio camino.
En su Perico natal estuvo trabajando en la feria descargando mercadería, realizó trabajos de pinturas en casas y piletas, colaboró en albañilería, pero por sobre todas las cosas, comenzó a construir un indestructible lazo de amor con su hijo, su familia.
"Atrás quedaron épocas difíciles, malas juntas, hoy pasan y solo las saludo porque no se puede mirar para el pasado, mi mirada está puesta en el futuro, en el mañana", finalizó.