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Residuos textiles: el lado B y no sustentable de la moda

Lunes, 17 de enero de 2022 00:35

El registro del desierto de Atacama que difundió el fotógrafo Martín Bernetti a finales de 2021 resultó apabullante. Viralizado sobre todo en las redes sociales, logró evidenciar la magnitud del basurero de ropa que copó la geografía de la región de Iquique al norte de Chile.

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El registro del desierto de Atacama que difundió el fotógrafo Martín Bernetti a finales de 2021 resultó apabullante. Viralizado sobre todo en las redes sociales, logró evidenciar la magnitud del basurero de ropa que copó la geografía de la región de Iquique al norte de Chile.

Y aunque eso no es algo que haya pasado de la noche a la mañana, la vista masiva en pantallas de todo el planeta volvió a poner en escena uno de los principales conflictos que atraviesa la industria de la indumentaria y en un aspecto más amplio la sociedad en su conjunto: qué se hace con los residuos textiles.

A su vez, esa imagen, además de representar las toneladas de vestimenta descartada que importa el país vecino, es la expresión en la superficie de otras cuestiones subyacentes, como las que involucran la instancia de consumo y que refieren a si hay que seguir comprando ropa nueva o qué se puede hacer cuando se deja de usar una prenda. Al mismo tiempo, resulta un alerta para las áreas de gobierno a cargo de establecer políticas públicas para la gestión de este tipo de desechos.

Algo que, en la mayoría de los casos, se encuentra relegado en detrimento de la mayor atención que se le da a los plásticos de un solo uso y también a la basura electrónica.

En este panorama, las iniciativas gubernamentales que apuntan a los descartes de vestimenta continúan siendo escasas o incipientes. Por caso, en Chile fue recién en septiembre pasado que el Ministerio del Medio Ambiente comunicó que incluirá los residuos textiles en la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP) que data de 2016. Esto quiere decir que aquellos que los producen y comercializan también deberán considerar cómo será la recolección, reutilización, revalorización y reciclaje una vez que termine la vida útil de los mismos. Mientras que en la Argentina, si bien todavía no hay avances significativos tanto de parte del Estado nacional, como así tampoco en la Ciudad de Buenos Aires, en Chubut, por ejemplo, profesionales de la sede local del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) están llevando a cabo un relevamiento sobre el ecosistema productivo textil donde contemplan cuáles son los residuos generados en la zona.

También vale destacar que no es un problema exclusivo para los países sudamericanos. En ese sentido, en España el Congreso de los Diputados acaba de tratar la "Ley de residuos y suelos contaminados" que, entre otras cosas, establece implementar la recolección selectiva de desechos textiles antes del 31 de diciembre de 2024. En un marco más amplio, el Parlamento Europeo ya hace dos años que puso en marcha el Nuevo Plan de Acción para la economía circular que, entre otros objetivos, se enfoca en la reutilización de los productos originados por esta industria, además de promover nuevos modelos de negocio.

Lo cierto es que en un contexto signado más por el imperativo de la sobreproducción de atuendos y calzado que por la necesidad real de los consumidores –donde de acuerdo con la estimación de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo celebrada en 2019, la producción mundial de indumentaria se duplicó entre 2000 y 2014– son cada vez más las organizaciones de la sociedad civil y los activistas que anticipan las consecuencias que en un futuro no muy lejano traerá la contaminación de la ropa que se descarta.

Al mismo tiempo, se suman alternativas de marcas y emprendedores que insisten con propuestas, algunas artesanales y otras más o menos industriales, para hacer que las prendas (por lo tanto la tela y la fibra que las componen) no terminen en un vertedero. De este modo, diseñan atajos creativos para que esa vestimenta siga circulando e incluso siendo consumida con otras formas y de otra manera.

En esa línea, los emprendimientos más usuales son los vinculados a la donación y a la venta de ropa usada o la denominada vintage, como los que aparecen en el mapa interactivo para Latinoamérica que está gestionando la filial argentina del movimiento Fashion Revolution. También ganan terreno las propuestas que deconstruyen los productos textiles para cambiarles el significado y generar diseños nuevos o materiales.