¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
25 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Le dijeron que su hija sería una planta, hoy ella se luce bordando

Ante las adversidades, Adriana Chávez lucha por su hija, Andrea Zambrana, quien tiene multidiscapacidad.
Miércoles, 05 de octubre de 2022 01:02

Con una amabilidad propia de quien atravesó numerosas luchas, pero siempre con la voluntad de seguir adelante, es que Adriana del Carmen Chávez es un ejemplo de valor y se planta ante la vida con una gran actitud positiva. Ella es mamá de Andrea Nahir Zambrana, una joven de 26 años con multidiscapacidad. Cuando estaba en el 8º mes de embarazo, le dijeron que tendría a su bebé por cesárea. No obstante, dentro del espacio donde se encontraba internada, su pequeña se contagió de meningitis estando en neonatología. Ella había nacido sana pero por una negligencia, se contagió.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Con una amabilidad propia de quien atravesó numerosas luchas, pero siempre con la voluntad de seguir adelante, es que Adriana del Carmen Chávez es un ejemplo de valor y se planta ante la vida con una gran actitud positiva. Ella es mamá de Andrea Nahir Zambrana, una joven de 26 años con multidiscapacidad. Cuando estaba en el 8º mes de embarazo, le dijeron que tendría a su bebé por cesárea. No obstante, dentro del espacio donde se encontraba internada, su pequeña se contagió de meningitis estando en neonatología. Ella había nacido sana pero por una negligencia, se contagió.

"Yo en ese momento era jovencita, ya tenía una hija Carla, que tenía cuatro años. Y lo único que sabía en ese momento era que la meningitis era muy peligrosa y que podía ser contagiosa. Gracias a Dios salió de esta infección", aseguró esta madre guerrera, cuya desesperación y miedo no cesaron debido a la gravedad de la situación. Como todas las mamás la intuición se hizo presente entonces, en el momento del alta, observó a su hija y se dio cuenta de que algo no estaba funcionando bien. "Mi esposo esperó a que esté más tranquila para decirme lo que el médico le había dicho, que era ir a la neuróloga para estudiar su cerebro. Lo hicimos y se le declaró hidrocefalia", contó Chávez, explicando luego que, al mes y medio de nacida, se le colocó la válvula por hidrocefalia. Todo este proceso fue aprendido paso a paso, porque como padres, no sabían que la válvula podía ser rechazada por ella. El neurocirujano Esteban Lamas le dijo que después de colocada la válvula, debían estar atentos a los signos que podía presentar Andrea, ya que podrían ser secuelas de la misma meningitis.

DE PEQUEÑA | REALIZÓ DIFERENTES TRATAMIENTOS CON PROFESIONALES MÉDICOS

La primera secuela fue la visión. "Tuvimos que viajar a Buenos Aires, fue un gran esfuerzo. La operaron de la vista, me fui con el pronóstico de que iba a ser ciega total y cuando la operaron en el Garrahan me dijeron que no sería así, volvimos con un ojito perdido pero sí le quedó resto visual del otro", dijo positiva. Después empecé a notar que no avanzaba normal, como los otros niños y entré en la angustia y desesperación. Para ese momento, Andrea asistía a un centro de rehabilitación, donde el instinto materno entró en acción, nuevamente. "Ella tenía pérdida auditiva de un oído y resto auditivo del otro", comentó Adriana, resaltando que a medida que iba pasando el tiempo, los reflejos de su hija no eran los mismos que los de cualquier otro niño.

"Me dieron como diagnóstico que ella iba a ser una planta, acostada en una cama; porque no caminaba, no se sabía si iba a tener control de esfínteres y había que ir viendo cómo avanzaba intelectualmente. Tuvo tres disfunciones valvulares que hubo que hacerles cambios", contó sin perder la fuerza en su voz al detallar que fue un período de subas y bajas, de tristezas y alegrías, pero que de allí surgió algo bueno. Y es que hoy, la joven puede escuchar mediante audífonos y puede ver, gracias a anteojos de alta graduación para un ojo. "A sus cinco años, me dijeron que no la deje en un andador porque no tiene reflejos, sin embargo con mi esposo, la pusimos en un andador y así empezó a reforzar sus piernas, si no la hubiera puesto ahí, hoy mi hija estaría postrada", aseguró esta mamá que desde un principio le costó mucho vivir este período de duelo donde hay padres que tardan en salir, otros que lo hacen más rápido y otros que pueden estar toda la vida haciendo el duelo por la situación de un hijo.

DISTINCIÓN MUNICIPAL | POR SU LABOR EN BORDADO, LA JOVEN MUESTRA SU OBRA.

"Empecé a notar que había retraso madurativo. Cuando vas a tener tu bebé decís que va a ser una persona de bien. Esa es la ilusión de todas las mamás y los papás y pensé: 'mi hija no va a poder hacer su vida', '¿qué va a ser de ella cuando sea grande?', son muchas las preguntas que se me pasaron por la cabeza, muchas las angustias y ahí pedí que Dios me dé vida para ser siempre el apoyo de Andrea", reflexionó. Es que el cuadro de salud tendría mayor complejidad debido a la subluxación de ambas caderas que gracias al trabajo de un traumatólogo, se logró controlar aunque ella camine con cierta dificultad en la actualidad. Más allá del pronóstico de los doctores que indicaba que no iba a vivir más de los 15 años, las ganas de vivir fueron más fuertes y las diferentes alternativas de rehabilitación rompieron ese mal presagio.

Es así que Andrea tiene siete diagnósticos; retraso madurativo, subluxación de ambas caderas, colocación de válvula por hidrocefalia, cataratas bilaterales neonatal, hipoacusia, epilepsia y estrechez cervical, pero mediante una atención multidisciplinaria, la joven mejoró su calidad de vida. "Nosotras como mamás queremos que nuestros hijos más allá de la rehabilitación, sean felices y formen parte de la sociedad". Cuando empezó su epilepsia, estuvo medicada hasta los 11 años y, después, se le fue retirando la droga. A los veinte, empezó de nuevo con ese cuadro pero también a hacer manualidades. "Con 18 años llegó a bordar. Fue un proceso de mucha paciencia, amor y estimulación. Desde cómo agarrar la aguja hasta hacer dibujos con curvas y le mereció un premio del municipio", aseguró esta madre orgullosa. "Cada vez que ella sonreía, era porque algo estamos haciendo bien y ese es un motor para seguir adelante". Es que Andrea le enseñó a Adriana a luchar, en este caso, a no permitirse caer aún ante las más difíciles adversidades.

 

Temas de la nota