Jair Cortéz es un muchacho que nació para brillar y no dejarse vencer ante las adversidades. Él es un activo deportista que sigue cumpliendo sueños con esa alegría de vivir que contagia a sus seres queridos y amigos de la vida, en un lazo fraterno que fue cobrando más fuerza desde que un episodio personal le cambió su existencia.
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Jair Cortéz es un muchacho que nació para brillar y no dejarse vencer ante las adversidades. Él es un activo deportista que sigue cumpliendo sueños con esa alegría de vivir que contagia a sus seres queridos y amigos de la vida, en un lazo fraterno que fue cobrando más fuerza desde que un episodio personal le cambió su existencia.
"A los 15 años, me tocó pasar por una situación difícil. En la calle, no me sentí muy bien, me quise desmayar, me desvanecí y mis piernas se pusieron débiles", contó el protagonista de esta historia.
Después de un mes, la búsqueda de respuestas para comprender lo ocurrido lo llevó de Perico a San Salvador y, luego, junto a sus padres, se trasladó a Tucumán. "Terminamos en Buenos Aires porque tenían que determinar qué era lo que tenía", aseguró. El diagnóstico fue dado de inmediato; infarto medular producto de una malformación congénita. "Se rompió una venita en la vértebra y, como secuela, el resultado fue paraplejía, lo que no me permite mover mis piernas", detalló.
Con una fuerza de voluntad de acero y la convicción de superar este hecho acaecido en 2008, este joven tuvo la posibilidad de viajar a Cuba, donde un especialista fue determinante al momento de su recuperación e hizo de guía para su aprendizaje en la utilización de la silla de ruedas.
Ser independiente para movilizarse fue el anhelo que a partir de ese momento ocupaba su mente. Y es por ello que después de su rehabilitación, volvió a su ciudad natal, Perico. "Ya en 2009, comencé con mi nueva vida y retomé la actividad porque antes hacía fútbol; pero quería seguir. Tuve el apoyo de mi familia y amigos", contó positivo, Jair que inició su travesía de superación encestando pelotas en el parque San Martín.
Entonces se enfocó hacia el básquet, asimilando la práctica como una terapia. Hasta que con el tiempo fue coronando sus días con pequeñas metas que terminaron por ser grandes triunfos.
"El básquet es uno de los pilares que tengo, es un deporte que necesita de un alto rendimiento y eso me lleva a querer desarrollarme cada vez más", comentó Cortéz que integra Jujuy Básquet, un grupo humano muy comprometido. "Queremos entrar a la liga nacional, tenemos un muy buen nivel tanto que salimos campeones. Le ganamos a Tagliavini, un equipo de Santiago del Estero muy competitivo. Quedaron registradas las jugadas que valían la pena tener para recordar, porque son momentos inolvidables", comentó feliz quien para complementar la exigencia y tener un mejor estado físico, entrena en un gimnasio tres días a la semana. "Me cuido en las comidas y sigo dietas que son necesarias. A veces me cuesta un poco, pero ya voy acostumbrándome", dijo con seguridad el joven de 31 años, que se encuentra enfocado en continuar creciendo en el deporte, al vivir también la experiencia de levantar pesas.
"Trabajé mucho en el entrenamiento desde 2017 y este año pude participar en el Gran Torneo del equipo de Powerlifting Unidos de Mar del Plata donde obtuve el segundo lugar en mi categoría", afirmó orgulloso este incansable deportista que encuentra en las disciplinas su mejor versión.
Así, en esta etapa de balances, que todo se cierre alcanzando victorias, es reconfortante para su alma. "Es una emoción muy grande. Con Jujuy Básquet ganamos por un punto y nos juntamos a festejar juntos. Cada uno puso su granito de arena, todos sumaron y en lo personal -por pesas- significa estar a un paso de tener una marca nacional, quiero llegar a representar a mi país", indicó Jair que se siente motivado y con la edad justa para seguir progresando. "Se gana y se pierde, pero la experiencia es la que queda. Haciendo la retrospectiva con todo lo vivido, veo que fue un salto muy grande en lo personal, emocional y competitivo. Ahora sólo me queda pensar en llegar más lejos", expresó Cortéz, cuyo anhelo de seguir no tiene límites gracias a su afán de sacrificio y constancia.
Tal como fue la rehabilitación donde su familia jugó un papel fundamental para no caer en depresión. "Tengo una familia muy unida que estuvo en la etapa previa del entrenamiento y ahora. Nunca me dejaron solo y me hicieron sentir que yo puedo", explicó emocionado Jair que se mostró desde un primer momento con la fortaleza suficiente ante los ojos de sus padres.
"No tuve bajones anímicos, siempre estuve con una actitud positiva y eso es fundamental. Claro que pensé en muchas cosas cuando me pasó lo que pasó, pero sólo fue internamente y ante cualquier obstáculo, no estancarme, para eso; tener buen temple emocional equilibrado y ser positivo, lo es todo", dijo el joven, notable ejemplo de que las personas con discapacidad tienen todas las posibilidades de crecer tanto a nivel personal como deportivo.