En febrero de 2023 se estrena una de las películas más esperadas. No porque vaya a ser un hito de la cinematografía, ni mucho menos, o porque pertenezca a la enésima saga de superhéroes o porque vaya a ser el último remake nostálgico para enganchar a nuevas generaciones. Solo por su título ya ha llamado la atención: 'Cocaine Bear'. Literalmente: el oso de la cocaína.
inicia sesión o regístrate.
En febrero de 2023 se estrena una de las películas más esperadas. No porque vaya a ser un hito de la cinematografía, ni mucho menos, o porque pertenezca a la enésima saga de superhéroes o porque vaya a ser el último remake nostálgico para enganchar a nuevas generaciones. Solo por su título ya ha llamado la atención: 'Cocaine Bear'. Literalmente: el oso de la cocaína.
En España se ha traducido como 'Oso vicioso' una historia que está basada en hechos reales. Sórdidos, inesperados y prácticamente increíbles, pero reales.
Y es que esta película protagonizada por Ray Liotta (su última película antes de morir), Keri Russell (conocida por 'The Americans') o Jesse Tyler Ferguson ('Modern Family') entre otros cuenta uno de los sucesos más irreales que ha dado la prolija historia reciente de Estados Unidos.
Año 1985: un traficante pierde un alijo de cocaína
Según la sinopsis oficial, la película trata de un oso que «tras ingerir accidentalmente una bolsa llena de cocaína, emprende una sangrienta oleada de asesinatos en un pequeño pueblo de Kentucky donde un grupo de locales y turistas deberán unir fuerzas con la esperanza de sobrevivir la masacre».
No se llegó a tal punto, pero casi. En 1985, un traficante de drogas, Andrew Thornton, se estrelló con su avioneta en Carolina del Norte y murió en el impacto. Lo que no se sabía, y se averiguó después, es que en su paso por el estado de Georgia había estado deshaciédnose de paquetes de cocaína por un valor estimado de unos 15 millones de dólares tirándolos en vuelo. Varios de ellos acabó en el bosque de Chattahoochee-Oconee, al norte del estado, donde un oso negro de más de 200 kilos se los encontró y los acabó comiendo.
Las autoridades encontraron al animal muerto, con una sobredosis de la que «no hubiera sobrevivido ningún mamífero en la tierra». Tenía el estómago «literalmente lleno de cocaína», y sufría «hemorragia cerebral, insuficiencia respiratoria, hipertermia, insuficiencia renal, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular».
El oso tiene su nombre: Pablo “Escobear”
El cuerpo del oso da para su propia historia aparte. El médico que hizo la autopsia del animal tenía un amigo taxidermista, que se quedó con el cadáver, lo disecó y lo convirtió en una atracción para exponerlo en un centro de visitantes. Ese local sufrió un incendio, y aunque el oso fue salvado, acabó en una casa de empeños donde lo compró Waylon Jennings, un conocido cantante de country.
El músico se deshizo de él pronto, y tras pasar por varios dueños (incluido el propietario de una tienda de medicina china en Reno, que lo usaba como amuleto decorativo para atraer la buena suerte y a los clientes), ha acabado en un centro comercial en Lexington, donde aún hoy se puede ver.
Los visitantes le han acabado poniendo nombre: Pablo Escobear, un juego de palabras con el popular capo de la droga colombiano que hizo y deshizo a su antojo en los años 80.