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Fe y superstición en la minería del pasado, hoy desaparecidas

Jueves, 22 de diciembre de 2022 01:01

Desde la época de los Incas y seguramente desde la preincaica, el hombre se mueve entre la fe y la superstición, si existe algo que no puede entender, trata de explicarlo, imaginando, seres o figuras malignas, benignas, demonÍacos, o protectores. Estas expresiones no son exclusivas de la región andina, también sucedía en el viejo continente.

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Desde la época de los Incas y seguramente desde la preincaica, el hombre se mueve entre la fe y la superstición, si existe algo que no puede entender, trata de explicarlo, imaginando, seres o figuras malignas, benignas, demonÍacos, o protectores. Estas expresiones no son exclusivas de la región andina, también sucedía en el viejo continente.

En la época colonial, los nativos de la América conquistada tuvieron una fuerte presión de los religiosos, para eliminar las supersticiones e incorporar la tradición cristiana. Tal vez los colonizadores, ante la resistencia de los aborígenes para abandonar sus dioses, decidieron no eliminar todas las creencias de los indígenas, al contrario, trataron de decirles que no está mal lo que ellos adoraban, porque lo que les ofrecían era lo mismo, es decir los dioses de los aborígenes estaban representados por las imágenes de Dios, la virgen y los santos. Entonces, combinaron cultura inca y tradición cristiana.

En la minería la imaginación es más profunda, porque el minero debe trabajar en el subsuelo, en un lugar donde todo es desconocido. Ese ambiente contribuyó para que los mineros crearan leyendas, personajes y rituales, por ejemplo, la leyenda del "Chancho verde", es el protector de las vetas mineralizadas, primero emite ruidos para asustar al minero, si este vence el miedo, el chancho sale corriendo y desprende un fuerte olor a azufre que si lo respiran, puede causarles la muerte. El "Huilancho" era una ceremonia de origen Inca. Las "almas en pena" eran compañeros mineros que murieron en accidentes y andan las almas desorientadas y podrían andar por los socavones, entonces, adoran con ofrendas sus sitios de entierro. Desde la época de la colonización española, la "virgen de la mina" es venerada en todas las minas, los mineros profesan una profunda fe por la virgen María. La más conocida es la Virgen del Socavón en Bolivia a la que acompañan algunas leyendas.

El más difundido, incluso en nuestra región, es el Tío, se dice que es el diablo bueno porque en la minería es el que cuida a los mineros y les provee de la riqueza de los minerales y ellos lo asisten con ofrendas. En Jujuy en todas las minas en algún socavón abandonado o una cavidad, construían con barro figuras grotescas que representaban al Tío. Estos sitios eran denominados el Ukako y generalmente los viernes, los mineros asistían para compartir con el Tío bebidas alcohólicas, cigarrillos y coca. En caso de no cumplir con los rituales, el Tío podría enojarse y hacer perder la mineralización o no protegerlos de accidentes.

Desde la década de los años 90, la minería tuvo un cambio muy importante, pasamos de la minería antigua de tipo artesanal, pequeña y a veces mediana escala y prácticamente en todos los casos con explotación subterránea, a una minería moderna con explotación de los minerales a cielo abierto, moviendo grandes volúmenes de rocas. Otros minerales como el litio no requieren de socavones, sino de pozos y piletas. La explotación moderna utiliza técnicas, tecnología avanzada, no tiene iglesia para los feligreses y no existen campamentos para que los mineros vivan con su familia. De este modo, la minería antigua y los rituales van quedando en el olvido hasta desaparecer. Hasta ahora, solo resiste la Pachamama. El viejo minero tal vez asiste temeroso al trabajo por no cumplir con algunos rituales, pero finalmente perderá el miedo y los nuevos mineros ya no creen en los rituales para comenzar sus tareas.

Primero los conquistadores incas, luego los españoles, ahora la globalización cambiaron y cambian las culturas de los mineros. El Ukako quedará en el olvido, deteriorándose con el tiempo hasta desaparecer.