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Amor, dinero y desencuentros vistos desde un lado cómico

El amor, las crisis y el tiempo son los temas fundamentales del ser humano y de esta obra de Rodolfo Pacheco. Música, expresiones y diálogos con tonos satíricos, sitúan al espectador en cuestiones de la vida misma.
Martes, 06 de diciembre de 2022 01:03

Aún hoy, en los albores del siglo XXI, hay temas de los que "mejor no hablar", tales como la política, que tanto ha dividido amigos, familias y hasta relaciones de pareja. Dentro de estas últimas, también hay cosas que se dejan pasar, como vínculos de los cónyuges con la familia política, relación de hermanos, injerencia del dinero en la pareja, entrega de un lado y otro y el tan nombrado "amor".

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Aún hoy, en los albores del siglo XXI, hay temas de los que "mejor no hablar", tales como la política, que tanto ha dividido amigos, familias y hasta relaciones de pareja. Dentro de estas últimas, también hay cosas que se dejan pasar, como vínculos de los cónyuges con la familia política, relación de hermanos, injerencia del dinero en la pareja, entrega de un lado y otro y el tan nombrado "amor".

Todos estos matices, expuestos con humor, hacen que "Me enamoré una vez, no me enamoro más", de Rodolfo Pacheco, sea un guion que atrapa en todos sus cuadros, con diálogos en tono de comedia, que invitan al espectador a situarse en ese momento de la escena.

En la vida cotidiana, cuando hay dinero, todo se sostiene en orden, y la estructura se mantiene estable. Pero qué pasa cuando hay aspiraciones u objetivos diferentes y ese dinero desaparece.

La música de Mauro Ortíz y su piano "narrador" hablan de una Argentina arrabalera, de los años treinta. Esa pintura escénica se completa cuando surge en el escenario el elenco, con un vestuario que sella el espacio temporal en el que se encuadra la obra.

La cercanía artista-público que propone, desde cualquier ubicación, el teatro El Pasillo, produce un diálogo implícito entre el elenco y los asistentes, lo que le da a esta obra, particularmente, matices de interacción permanente.

"Todo el mundo está en la estufa, triste, amargao y sin garufa, melancólico y cortado", es el tango de Cadícamo con el que encuadran el eje que atraviesa la obra.

Eloísa, interpretada por María del Carmen Echenique, de grandiosa actuación, es una madre laburante, que busca educar a sus hijas, asentada en mandatos tales como la búsqueda "del marido ideal".

Las hijas son Adela, la mayor, representada por Noe Salerno. Una hija impecable, que sigue los mandatos de sus padres, casi ejemplar, un orgullo.

En tanto, su hermana menor, Felicia, interpretada de manera soberbia por Celia Lettoli, es todo lo contrario. Expresiva, más liberal, va siempre en búsqueda de lo prohibido y va detrás de un amor no correspondido. El trabajo corporal que acompaña a su libreto cautiva en cada aparición.

Antes de darle aparición al padre, cabe destacar que Daniel Covacevich, el actor que ocupó el rol, suplantando a Rubén Iriarte, le brindó tanto compromiso a la obra que no da lugar a pensar que no estuvo en más de la mitad de los ensayos.

Él le da vida a Ernesto, un clásico padre de familia, que trabaja para sostener a la familia y aporta a la educación de sus hijas, pero con cierta distancia al tratar algunos temas.

En esta obra, el amor tiene nombre propio, Carlos, un joven con valores de igualdad, anticapitales, justicia social, todo porque es socialista, algo inconcebible para mamá Eloísa y papá Ernesto, que no conciben que su hija mayor entable vínculos con alguien que tenga esa inclinación política. Interpreta ese rol Rodolfo Pacheco, el director y guionista de la propuesta. De más estará contar lo que él entrega sobre las tablas.

Marcando la visión política de la obra, aparece en escena Alberto, el doctor (nadie sabe en qué), un hombre derecho y de derecho. El encargado de contar desde este personaje es Roberto Cruz, quien también asumió el rol con alma y vida.

No es bien visto el novio para la nena mayor y, además, la menor está también enamorada de él. Pero una charla como antes, mano a mano, con el padre, lograría revertir esto.

El vínculo con la familia política se cuenta desde la relación entre Ernesto, empresario laburante, sostén de la familia, y Roberto, su cuñado, con más ínfulas que títulos, alguien que bien al estilo argento, acomoda todo. Asiduo concurrente a los cabarets, tanto que fue allí que se enamoró por única vez.

Fueron sus malas decisiones y aspiraciones políticas, más una vida paralela y negociados de su cuñado, las que llevaron a esta familia burguesa, acostumbrada a la comodidad, a que todos tengan que trabajar.

Así, las dotes de cantores del elenco grafican musicalmente el tramo entonando la ranchera de Pelay y Canaro que se pregunta: "¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? Los han limpiao con piedra pómez".

Cuando hay dinero, todo anda sobre rieles, pero, cuando este desaparece, aparecen cuestiones oscuras en el seno familiar. La doble vida del padre de familia queda de manifiesto en ese tramo de la obra.

Y, en un cuadro sublime, Eloísa, su compañera desde hace años, haciendo gala de los dotes de canto, baile y trabajo corporal de María Echenique, vestida al estilo cabaret, le reprocha: "Y me has cambiao, gran desgraciao, por ese escuálido loro!", canción de Manuel Romero.

Las idas y vueltas de la separación, la postura de Ernesto que asegura amar a su esposa y también a su amante, el vínculo del padre con las hijas, lo que sucede entre Carlos y las hermanas Felicia y Adela, el manejo político de la justicia hacen un puente entre la comedia y el drama, del cual Pacheco como guionista no se desprende jamás.

En una sátira a la costumbre bien argentina, y quizás hasta mundial, de buscar causantes de las cosas, todo lo malo que comenzó a suceder es culpa del cometa Halley.

"Yo, quise ser, ya ni sé, y no soy nada, ser, y sólo soy, cielo gris, voz apagada. Hoy, voy a perderme entre las cosas olvidadas", escribió Amanda Velazco y Carmen Guzmán le puso música. "Ser" es la canción que pintó este cuadro y presagiaba el final.

"Me enamoré una vez, no me enamoro más, a mí no me busqués, porque no me encontrás; me enamoré una vez y no me andés atrás", finaliza musicalmente esta comedia, puesta en escena por grandes referentes del género en la provincia.

Risas, nostalgias, reflexiones, miradas internas a la realidad de cada uno, sin hilos que deja la obra. Para saber cómo se resuelve cada situación, habrá que ir miércoles o jueves a José de la Iglesia 1190.