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Jueves, 24 de febrero de 2022 19:34

CARLOS FERRARO

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CARLOS FERRARO

El planeta está temblando. La humanidad entera debería temblar de miedo, y hacer algo para ejercer la responsabilidad y el derecho a defender un estilo de vida. Porque volvió la guerra y de la peor manera: con una invasión que enfrenta a un pequeño país lleno de conflictos internos, con una de las dos potencias más grandes del mundo.

La conflictuada Ucrania, debilitada por una larga guerra civil, fue atacada por la gigantesca Federación Rusa.

Quienes pudieron ver en TV los juegos previos de la guerra habrán notado en el gesto de Vladimir Putin, que mientras "dialogaba" con otros líderes mundiales, su mirada delataba que en el proyecto del nuevo zar ya estaba la decisión tomada de invadir Ucrania y sólo cumplía con los protocolos diplomáticos.

La madrugada del jueves, sin piedad, a sangre y fuego, cerró las pinzas sobre la presa, evidenciando el espíritu de recuperación de la antigua "madre Rusia". Y mientras en doce horas crecían los bombardeos, los muertos, la loca y desesperada huida de los civiles, desde la tibieza de occidente, los países de Europa y los Estados Unidos todavía seguían amenazando con sanciones y evacuando personal de sus embajadas a zonas seguras.

Ya está. Ya está ocurriendo lo peor. Y se debe entender que no es sólo un paso más hacia la reconstitución del poder soviético: es otro paso en la búsqueda de su hegemonía mundial.

Y no se trata de estimular y devolver balas con balas. Muerte por muerte. Sino de ser responsables en la defensa sólida y muy bien definida de todos los países que creen en la democracia y tratan de hacer un culto de la vida en libertad.

No sirven más eufemismos, vericuetos dialécticos, o simulacros de severidad. Ojalá que nuestro país, también abandone las ambigüedades y resuelva con firmeza tomar una posición que honre la tradición argentina frente al uso de la fuerza, el derecho de las bestias.

Porque hasta ahora, sólo en las enseñanzas bíblicas, David pudo derrotar a Goliat. En la realidad todo es diferente, y en el mundo de hoy, la guerra no está lejos: está en la puerta de casa.

Vale recordar el poema escrito por el pastor luterano alemán Martín Niemöller que hizo público en uno de sus discursos en 1946 que trata sobre la cobardía de los intelectuales alemanes tras el ascenso de los nazis al poder: "Primero se llevaron a los judíos, / pero como yo no era judío, no me importó. / Después se llevaron a los comunistas, / pero como yo no era comunista, tampoco me importó. / Luego se llevaron a los obreros, /pero como yo no era obrero, tampoco me importó. / Más tarde se llevaron a los intelectuales, /pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. / Después siguieron con los curas, / pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen por mí… pero ya es tarde".

Esta versión está grabada en el Memorial del Holocausto de Nueva Inglaterra. Ojalá hayamos aprendido algo.

 

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