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Una invasión que interpela a la diplomacia argentina

Domingo, 27 de febrero de 2022 01:03

Que Argentina condene firmemente o no los ataques del Gobierno ruso contra Ucrania no modificará en nada la crisis bélica y política que vive actualmente Europa del Este. Sin embargo, el conflicto ya tomó relevancia mundial y la postura que adopte cada país será observada por lupa por las principales potencias del planeta, que son quienes tienen peso en los organismos multilaterales de crédito y quienes cuentan con los ejércitos más desarrollados del mundo. El comienzo de la guerra, que para algunos podría tener una dimensión mundial, ya no acepta medias tintas ni siquiera entre los países latinoamericanos del tercer mundo, en donde la gran mayoría se pronunció claramente en contra de la masacre que está haciendo Vladimir Putin en Ucrania.

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Que Argentina condene firmemente o no los ataques del Gobierno ruso contra Ucrania no modificará en nada la crisis bélica y política que vive actualmente Europa del Este. Sin embargo, el conflicto ya tomó relevancia mundial y la postura que adopte cada país será observada por lupa por las principales potencias del planeta, que son quienes tienen peso en los organismos multilaterales de crédito y quienes cuentan con los ejércitos más desarrollados del mundo. El comienzo de la guerra, que para algunos podría tener una dimensión mundial, ya no acepta medias tintas ni siquiera entre los países latinoamericanos del tercer mundo, en donde la gran mayoría se pronunció claramente en contra de la masacre que está haciendo Vladimir Putin en Ucrania.

Luego de varios días de ambigüedades, la Cancillería argentina salió el jueves a pedirle a Rusia el cese de los ataques contra Ucrania y volvió a bregar por una solución pacífica al diferendo entre ambas nacionales. El comunicado, que no hace alusión al problema de fondo, buscó desactivar las críticas que había tenido inicialmente la postura del Gobierno, en donde no se había mencionado a Rusia ni tampoco a la política expansionista que Moscú estaba encarando en dos estados separatistas ucranianos.

Esta última cuestión tiene una particular importancia para la Argentina, ya que el conflicto por la soberanía de Malvinas cuenta con varias semejanzas a lo que está pasando en Donetsk y Lugansk, en donde Putin tomó el control militar bajo el argumento de que los ciudadanos quieren ser rusos y no ser gobernados por Ucrania. ¿No es ese el mismo justificativo que esgrime Gran Bretaña para usurpar hace décadas la soberanía de las Islas Malvinas? No rechazar firmemente una acción de ese tipo por parte de Rusia debilitaría el recurrente reclamo del país en este sentido. Si Argentina buscara realmente un serio debate sobre la soberanía, debería repudiar abiertamente lo que está ocurriendo en Donetsk y Lugansk, y no sólo limitarse a hablar de una escalada militar en donde hay un solo atacante.

En el oficialismo, al igual que en casi todos los temas, hay matices muy marcados en torno a cuál debe ser la posición argentina ante el conflicto. Por un lado está Alberto Fernández, quien condenó tibiamente los ataques rusos sin usar la palabra invasión. Luego se expresó el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quien fue durísimo contra Putin y buscó dejar bien en claro que él está absolutamente alineado con la postura de Estados Unidos. Esto no debería sorprender a nadie, ya que el exintendente de Tigre siempre tuvo vínculos muy estrechos con la embajada norteamericana en Buenos Aires.

Y la tercera pata del Frente de Todos, y quizás la más influyente, mantiene un riguroso silencio en torno al tema. Cristina Kirchner continúa con su estrategia de no sentar postura ante ninguno de los temas centrales que vive el país. Los lazos públicos entre la vicepresidenta de la Nación y Putin seguramente le agregan algún motivo extra y a su sorprendente ausencia en el debate público. Desde el Instituto Patria salieron a minimizar la situación al afirmar que "cuando Cristina habla la critican porque no deja gobernar y cuando no habla porque no respalda al Gobierno".

La posición diplomática argentina es de suma incomodidad, ya que hace sólo tres semanas Alberto Fernández alabó sobremanera a Putin y hasta dijo que Argentina debía ser la puerta de entrada de Rusia para América Latina. Lo curioso de esa situación es que se generó cuando la tensión en Ucrania ya estaba efervescente y cuando las versiones de un ataque militar a Kiev eran cada vez más insistentes.

¿Qué ganó Argentina durante esa visita, en la que encima criticó a Estados Unidos y al Fondo Monetario en plena negociación por la deuda? Por lo que pudo trascender, nada importante, aunque las relaciones diplomáticas siempre tienen alguna cláusula secreta que se irá conociendo a medida que pase el tiempo.

Luego de la previsible invasión rusa a Ucrania, la diplomacia argentina quedó en una nebulosa posición en la que cuestiona a medias a Moscú por el uso de la fuerza pero no es contundente en torno a la acción expansionista ilegal de Putin. En paralelo, esa visita había generado preocupación en Washington por el contexto en el que se había dado y por dar a entender que Argentina evaluaba seriamente ser una socia estratégica de Rusia, alejada de los intereses de casi todas las potencias occidentales.

El impacto económico

Esta guerra se desató justo en momentos en los que Argentina debe destrabar las diferencias con el Fondo Monetario en torno al porcentaje de aumento en las tarifas. El organismo pide un incremento general del sesenta por ciento, mientras que el Gobierno se mantiene en su idea de segmentación y de un promedio anual que podría rondar el cuarenta por ciento.

El problema central está enfocado en los subsidios a los servicios públicos, que el Gobierno se comprometió a reducir para ir bajando el déficit fiscal. La crisis en Ucrania está provocando una sostenida suba en el precio del gas, y la Argentina al ser un país importador se verá directamente afectada. No sólo habrá que bajar los subsidios, sino que se deberán buscar aún más dólares que antes para comprar la misma cantidad de gas que antes.

Este tema es crucial para las aspiraciones electorales del Frente de Todos, en donde siguen señalando que los tarifazos fueron los grandes responsables de la derrota de Mauricio Macri en 2019.

Los operadores legislativos del Presidente están abocados a buscar la mayor cantidad de votos positivos para el acuerdo, ya que preocupa el fantasma de que el proyecto termine aprobándose con muchas abstenciones. Un escenario de esas características le quitaría respaldo político al acuerdo con el Fondo.