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Extraordinario y vulnerable Juan Martín del Potro

Sabado, 12 de marzo de 2022 01:02

A partir del momento en el que Federico Delbonis festejaba su triunfo sobre la cancha central del mítico Buenos Aires Lawn Tennis Club aquella noche del martes 8 de febrero, la melancolía comenzaba a invadir a mi persona. Era inevitable.

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A partir del momento en el que Federico Delbonis festejaba su triunfo sobre la cancha central del mítico Buenos Aires Lawn Tennis Club aquella noche del martes 8 de febrero, la melancolía comenzaba a invadir a mi persona. Era inevitable.

Nos encontrábamos en presencia de un hecho demasiado singular para estos tiempos tan apremiantes y agitados, el extraordinario Juan Martín del Potro parece decir adiós al tenis a causa de una maldita lesión en su rodilla contra la que ya no puede luchar.

El tandilense resistió, batalló, aprendió y se levantó una y mil veces. Es un ejemplo apasionante de lo que es ser longánime y de reinventarse una y otra y otra vez ante diferentes problemas y lesiones.

Te recuerdo que la longanimidad es la estrecha relación entre la perseverancia y la constancia de ánimo y de espíritu frente a continuas adversidades, y vaya que estas últimas fueron muchas para Juan Martín, las operaciones en las muñecas, la muerte de su hermana y de su padre, etc.

Sin embargo, a aquellos a los que nos gusta el tenis y que alguna vez lo hemos practicado, nos llenó de alegría y de inspiración.

Hizo sucumbir a los mejores en su mejor momento y merecidamente, está recibiendo el estatus de "leyenda" con grandes muestras de entusiasmo y admiración, como, por ejemplo, las de sus colegas Frances Tiafoe y Kristina Mladenovic.

Ya perpetuado en la gloria eterna, se mostró vulnerable y nos compartió sus padecimientos y dolores ante la sorpresa de muchos y ante mi beneplácito: ¿Por qué nos cuesta tanto a los argentinos mostrarnos frágiles, si es una condición humana innata?

Los tremendos años de la Dictadura, los espantosos mandatos de jefes autoritarios de empresas que encarnan el discurso de que a los problemas y a los miedos no se los lleva al trabajo, incidieron en un conglomerado cultural que castiga al hombre que demuestra sus emociones abiertamente en lugar de premiarlo por su sensibilidad, su autoconocimiento y su empatía. Estos resabios serán todavía, bastante difíciles de desaprender para nuestra sociedad, aunque por suerte las nuevas generaciones parecen estar alejándose de todo esto.

Es así como la "Torre de Tandil" se convierte en una persona de la cual podemos aprender varias habilidades emocionales además de las ya nombradas vulnerabilidad y longanimidad. No podemos dejar de lado la empatía que mostró tanto en la final de la Copa Davis cuando el croata Marin Cilic estampó un durísimo saque en el estómago de una nena alcanzapelotas como en un partido contra Nicolás Almagro en el que este se largó a llorar de impotencia porque su cuerpo no le respondía. Delpo entendió, consoló, no juzgó y ofreció su hombro amigo en un delicado momento de su rival.

Además soportó todo tipo de críticas por jugar más en canchas duras y menos en el polvo de ladrillo, una decisión basada en su propia autoconciencia y en sus preferencias (todos tenemos derecho a elegir), contradiciendo a los tradicionalistas, impacientes y fundamentalistas argentinos de las canchas lentas, los cuales no pueden entender que la gran parte de este deporte se juegue sobre superficies rápidas.

No todos de hecho en el circuito, actúan de la misma manera, por eso y con total derecho, le podemos asignar el mote de "extraordinario", por su tenis y por sus actitudes al demostrarnos su verdadera naturaleza humana.

Tendremos "saudades" de Juan Martín, una palabra del portugués que no tiene traducción, pero que puede asemejarse a la misma melancolía o a la nostalgia. Su fantástico legado siempre estará presente, especialmente a la hora en que cualquier amateur enfervorizado intente pegar una derecha demoledora inigualable…