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Se pone en debate la identidad del oficialismo

Domingo, 13 de marzo de 2022 01:02

La aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario le otorgará al Presidente la tranquilidad de que llegará al final de su mandato sin entrar en default, pero también la certeza de que la coalición oficialista quedó públicamente fracturada, lo que podría complicar seriamente la gobernabilidad de cara a 2023.

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La aprobación del acuerdo con el Fondo Monetario le otorgará al Presidente la tranquilidad de que llegará al final de su mandato sin entrar en default, pero también la certeza de que la coalición oficialista quedó públicamente fracturada, lo que podría complicar seriamente la gobernabilidad de cara a 2023.

El sólo hecho de que la ley haya sido aprobada con más votos opositores que oficialistas refleja un quiebre que podría trasladarse a muchas otras decisiones del Poder Ejecutivo. A partir de ahora, casi todas las medidas que se tomen para ordenar la macroeconomía serán de común acuerdo con las autoridades del Fondo e irán en sintonía con el plan de ajuste que fue anunciado por el ministro de Economía Martín Guzmán, quien por estas horas atraviesa el momento más crítico de su gestión.

¿Acompañará el kirchnerismo y La Cámpora el aumento tarifario que recaerá con fuerza sobre la clase media? ¿Cuál será la postura de Cristina Kirchner cuando empiecen a reducirse la cantidad de planes sociales en la Argentina? ¿Cómo reaccionará el Instituto

Patria ante una disminución significativa de la emisión monetaria para sostener los gastos del Tesoro? Si bien la vicepresidente sigue con su silencio sepulcral sobre este tema y todos los demás, los votos negativos de La Cámpora al acuerdo hacen prever que el kirchnerismo más duro se ubicaría en la vereda de enfrente.

El objetivo del kirchnerismo tiene que ver con no afectar su identidad original basada en una supuesta independencia económica y contraria a cualquier tipo de ajuste en las cuentas públicas. Este último punto es mucho más discursivo que real, ya que la inflación durante todos los gobiernos kirchneristas fue elevadísima, afectando directamente el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.

Esta postura, llamativamente, coloca a este sector más cerca de las agrupaciones de izquierda troskista que de las iniciativas de los gobernadores e intendentes peronistas, que en muchos casos desean que el kirchnerismo pierda poder para no disputarle el territorio a los jefes comunales.

Desde el cristinismo, que sólo juntó al 35 por ciento de los votos del bloque oficialista, están decididos a mantenerse dentro del Gobierno para no perder influencia, pero también a diferenciarse explícitamente en cada medida que no compartan. Si bien la mayoría de los diputados del Frente de Todos acompañó el proyecto del Ejecutivo, también lo es que esos legisladores no tienen un jefe político que los agrupe, sino que responden a diferentes mandatarios provinciales, líderes municipales o referentes partidarios. Muy pocos de esos votos son manejados directamente por el jefe de Estado, lo que provocará un aumento de las negociaciones tanto hacia el interior del oficialismo como con la oposición.

Lo que puede aparentar como un fuerte signo de debilidad política, puede convertirse en una estrategia electoral tendiente a seducir a la famosa amplia avenida del medio que no se siente cómo con Cristina ni tampoco con los halcones de Juntos por el Cambio. El problema para Alberto radica en que no es el único que quiere crear un perfil dialoguista, republicano y alejado de los extremos, sino que allí también están anotados Horacio Rodríguez Larreta, Sergio Massa, Wado de Pedro y la mayoría de los gobernadores con aspiraciones presidenciales. El camino será largo,

duro y de resultado impredecible.

Cerca de Alberto Fernández señalaron ayer a El Tribuno de Jujuy que el Frente de Todos "seguirá unido pese a estas diferencias públicas que provocaron tensión en las últimas semanas". "Logramos evitar el default gracias a un gran trabajo legislativo de Sergio Massa y el apoyo explícito de la mayoría de los gobernadores. Esto se trasladará al Senado y la postura crítica de Cristina hacia el acuerdo no sólo no impedirá su sanción definitiva, sino que podría llegar a quedar bastante aislada", agregó la fuente, que pidió reserva de su identidad.

Ocurre que el costo político para el Gobierno ya fue pagado fuertemente durante el debate en Diputados, en donde tuvo que ceder ante el cien por ciento de las pretensiones de Juntos por el Cambio, eliminando el anexo del programa económico y también las críticas hacia Mauricio Macri. La oposición se ocupó de no quedar como corresponsable del ajuste que se viene pero tampoco como un actor más en un eventual incumplimiento del acuerdo por parte del Poder Ejecutivo. Detrás de esta posición de Juntos por el Cambio se esconde también una pizca de demagogia, ya

que votar la refinanciación de la deuda es, en los hechos, también votar el plan de ajuste presentado por Guzmán. Una cosa, se sabe, está irremediablemente atada a otra: al aprobar el acuerdo avalaron también todos los ajustes que éste trae consigo.

Los líderes de la principal coalición opositora buscan instalar que fueron ellos quienes salvaron al Gobierno del default tras la interna oficialista, lo que es cierto, aunque también lo es que los cambios propuestos a la ley dejaron a Fernández y a Guzmán con un poder político sumamente cuestionado ante los ojos de la opinión pública. Una situación de este tipo, obviamente, no ayuda en nada a la promoción de inversiones ni a la previsibilidad que debe ganarse el país.

El ministro de Economía estará mañana explicando el proyecto ante los senadores, en donde se espera que continúen las críticas televisadas de parte de casi todos los espacios. Guzmán probablemente deje de ser ministro cuando esta ley finalmente sea promulgada, ya que no cuenta con el apoyo de ninguna de las fuerzas que integran el Frente de Todos.

Se habla de posibles reemplazantes como Cecilia Todesca, Emanuel Álvarez Agis, Mercedes Marcó del Pont, Augusto Costa y algunos mencionan que también podría ser algún ministro de Finanzas de alguna provincia peronista. La danza de nombres ya comenzó.

Guzmán es señalado como el responsable de que el Presidente haya pagado el costo político de querer involucrar a la oposición en el programa económico. Eso es cierto, aunque fue Alberto quien lo avaló.