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Una viuda vivía en el panteón de su esposo: tenía luz, cocina, TV y wifi

La insólita situación fue denunciada por los vecinos del cementerio de Misiones. La mujer explicó por qué lo hizo.

Jueves, 17 de marzo de 2022 17:25

Sergio Raneé Yede tenía 26 años cuando murió en extrañas circunstancias el 16 de Junio del 2010. Dos años más tarde los vecinos del cementerio de Dos de Mayo empezaron a escuchar música y advertir movimientos sospechosos alrededor del nicho del difunto y alertaron a las autoridades. Fue después de aquella denuncia que la policía se movilizó para revisar la zona y se topó con la insólita escena.

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Sergio Raneé Yede tenía 26 años cuando murió en extrañas circunstancias el 16 de Junio del 2010. Dos años más tarde los vecinos del cementerio de Dos de Mayo empezaron a escuchar música y advertir movimientos sospechosos alrededor del nicho del difunto y alertaron a las autoridades. Fue después de aquella denuncia que la policía se movilizó para revisar la zona y se topó con la insólita escena.

Los ruidos los había provocado una intrusa que no era otra que la viuda de Yede, Adriana Villareal, una mujer que en ese momento rondaba los 40 años y se había instalado en el panteón para pasar las noches al lado del cajón de quien había sido su pareja.

Lo más llamativo de la historia, que ahora volvió a hacerse viral en las redes a nivel nacional, es que Villareal estuvo por lo menos dos años viviendo allí con todas las comodidades: luz eléctrica con su propio medidor, cocina a gas, televisión, equipo de audio, cama y hasta una computadora con internet.

En 2012, la viuda de Yede dio una entrevista a Radio Libertad y explicó que lo había hecho para acompañar a su pareja porque lo amaba mucho. Al ser consultada sobre si sentía miedo por pasar las noches en tan lúgubre lugar, remarcó: “Hay que tener miedo a los vivos”.

La mujer, que es argentina pero había pasado un tiempo viviendo en México por razones laborales, explicó que en ese país se cree que “cuando la persona fallece no fallece el alma, sino solo el cuerpo físico”. “Cuando se ama mucho al hombre uno puede hacer ese tipo de cosas. Mi marido se merece eso y mucho más era una persona muy buena, todo lo que puedo hacer por él es poco”, argumentó.

Por otra parte, Villareal contó que vivía en Buenos Aires y no tenía dinero suficiente como para poder pagar un hotel cada vez que viajaba a Misiones para visitar a su esposo muerto. Así fue como surgió la idea de construir la “casita” en el cementerio con parte del dinero que el hombre le había dejado como herencia.

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