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Análisis de la performance del Ejército Rojo en Ucrania

Domingo, 20 de marzo de 2022 01:03

Por MARIANO BARTOLOMÉ, Miembro del Cesiub.

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Por MARIANO BARTOLOMÉ, Miembro del Cesiub.

Rusia subestimó la capacidad de resistencia ucraniana. Los militares invasores controlan las principales carreteras, pero no han tomado el control de ninguna de las principales ciudades del país, excepto una. Enfrentaron múltiples problemas de naturaleza logística, y las fuentes independientes consignan ingentes pérdidas de material bélico, además del empleo de una cantidad de combatientes muy superior a la esperada inicialmente.

La performance del Ejército Rojo ha sido bastante menor a lo que indicaba la fama que lo precedía. Hay numerosos registros de deserciones en el frente, así como del despliegue de soldados conscriptos en las primeras líneas. En la vereda de enfrente, las fuerzas ucranianas estarían empleando de manera muy efectiva las armas proporcionadas por diferentes proveedores externos, con una especial mención a los sistemas portátiles antitanque y antiaéreos, así como a los excelentes drones turcos. Esto explica, en parte, el ataque a la base cercana a Leópolis, en el oeste del país: sería uno de los puntos de concentración y redistribución de ese material.

La cobertura de las acciones rusas en tiempo real por múltiples vías, incluidas agencias privadas de inteligencia satelital, permitió anticiparlas y anular el factor sorpresa. Así aconteció desde la concentración de tropas en la frontera común durante las semanas previas a la invasión, justificada como ejercitaciones programadas, hasta la ejecución de posibles atentados de falsa bandera con eventual uso de agentes químicos y biológicos.

Por otro lado, nunca se sabrá si la carencia de ciberataques rusos obedece a una decisión de Moscú, o refleja el silencioso respaldo a Ucrania por parte de potencias cibernéticas de primer orden, que han movido sus recursos digitales para defenderlo.

Cada vez es más palpable que los alegatos de Putin a favor de la seguridad nacional se mezclan con sus ambiciones personales, su voluntad restauratoria y su nostalgia imperial. Todo esto sería particularmente claro para las naciones de Europa Oriental, que vivieron décadas bajo el yugo soviético. Sugestivamente, han sido los presidentes de Eslovaquia, República Checa y Polonia quienes ingresaron a territorio ucraniano para manifestar su apoyo político a Zelenski, desoyendo los riesgos que eso suponía. Polonia fue incluso más allá y puso a disposición de su vecino sus aviones de combate Mig-29.

La postura del líder ruso tiene elementos que fluctúan entre la hipocresía y el absurdo: mientras invade un país, ataca sus blancos civiles y emplea armamento prohibido por convenciones internacionales, acusa al gobierno local de violar el derecho internacional humanitario. Al mismo tiempo que alerta sobre mercenarios de Occidente, apela a combatientes sirios y chechenos.

Y simultáneamente a sus acusaciones de desinformación a las agencias de noticias de Occidente, impone en Rusia la censura informativa, desactiva las redes sociales y reprime manifestaciones ciudadanas antibélicas. Putin encabeza un régimen político signado por un importante grado de autoritarismo que lo ha entronizado en el poder, mientras Ucrania es una democracia representativa que ya tuvo cinco mandatarios en el presente siglo. En la batalla de las narrativas, que son de vital importancia porque permean directa o indirectamente a los procesos de toma de decisiones, la guerra en Ucrania se interpreta también como un choque entre la libertad y el autoritarismo.

(*) Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Belgrano.