Tras dos años de pandemia y la vuelta a la presencialidad, ¿cuáles cree que son los desafíos del sistema educativo argentino?
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Tras dos años de pandemia y la vuelta a la presencialidad, ¿cuáles cree que son los desafíos del sistema educativo argentino?
Nos quedan muchísimos desafíos, el primero es recuperar la normalidad escolar y la presencialidad plena que es parte de esa normalidad. Tenemos un calendario escolar más extendido, de 190 días de clases, pero además queremos que haya más horas de clases. Nos queda recuperar a todos los chicos que se nos fueron del sistema, no puede haber un chico o chica fuera de la escuela. Tenemos que priorizar contenidos y recuperar saberes. Tenemos que intensificar la enseñanza en lengua y matemáticas que son las dos áreas centrales para la construcción de saberes más complejos que la escuela tiene que asegurar.
¿Qué medidas se deben aplicar para recuperar los saberes de lengua y matemáticas que se han perdido y por qué cree que se perdieron?
Yo creo que la pandemia afectó muchísimo. Tenemos chicos que hicieron su alfabetización inicial, la sala de 4 y 5 en pandemia, o primer grado y segundo grado que hicieron sin contar con la guía de los maestros y sin la personalización que esto requiere y se da en la cotidianidad de la presencialidad. Y esto trajo dificultades.
¿Cómo lo mejoramos? En principio con la presencialidad plena, con más días de clases, con libros. Vamos a proveer a todos los chicos y chicas de libros de lengua y matemática, también para los maestros, capacitando a los docentes y ampliando la cobertura de nivel inicial. Hoy tenemos todavía chicos de 4 años que no pueden asistir a la sala. No logramos aún construir las escuelas para garantizar la sala de 4 y aumentar la oferta de sala de 3 y eso es un nivel de desigualdad muy importante.
¿Existen datos que permiten conocer el mapa de abandono escolar tras la pandemia?
Sí, contamos con datos que nos muestran que la deserción escolar tiene múltiples motivos, por tanto la política tiene que trabajar sobre esas diferentes situaciones. Por ejemplo, hay chicos de nivel inicial que se han desvinculado porque los papás tenían miedo de llevarlos a la escuela. En algunos casos, eso chicos han vuelto a las aulas. Esto nos muestra que tenemos que hacer un trabajo socioeducativo con la familia.
Hemos tenido chicos de secundaria que en la pandemia tuvieron que hacer tareas en la economía informal o de cuidado en los hogares y por eso abandonaron, hay otros que tienen problemas personales o sociales y eso requiere un trabajo casa por casa. También tenemos chicos de 16 y 17 años que ahora pueden tener la beca Progresar, ya hay 400 mil chicos que están cobrando, de los cuales 40 mil que no iban a la escuela y se inscribieron a la beca y están firmando un compromiso para ir a clases todos los días. Todo esto nos impulsa a transformar la escuela secundaria.
¿En qué consiste esa transformación?
La escuela secundaria argentina tiene que tener un proceso de transformación para ingresar a las demandas del siglo XXI. Necesitamos una secundaria que salde las deudas del siglo XIX , garantice los derechos del siglo XX e ingrese en el siglo XXI, como se merecen nuestro país y nuestros jóvenes.
Hace unos días, los pedagogos y las provincias debatieron si es conveniente flexibilizar las instancias de evaluación y promoción, ¿qué opinión tiene al respecto?
Nosotros pensamos que son todas medidas parciales que reflejan una realidad más importante que es la necesidad de la transformación de la escuela secundaria. La escuela secundaria tiene que reflejar por un lado una vinculación estratégica de la educación con el trabajo y la producción y responder a los intereses de los jóvenes.
¿Cuáles son los planes y proyectos previstos para Jujuy?
Estamos ahora comenzando con la distribución de libros de lengua y matemáticas para todos los alumnos y maestros, las computadoras de "Conectar Igualdad" para los chicos de segundo año de la secundaria y el pleno de las escuelas secundarias rurales. Más jardines, más becas Progresar, intensificar las enseñanza de lengua y matemática, más días y más horas de clases y un esfuerzo muy grande en la secundaria y la universidad por vincular la educación y el trabajo.