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El trastorno bipolar no es solo cambios en el humor

Miércoles, 30 de marzo de 2022 01:00

El Día Mundial del Trastorno Bipolar es una oportunidad para hablar de una enfermedad frecuente que puede aparecer en cualquier momento de la vida. Actualmente se estima que afecta a 3 de cada 100 personas y es considerado un problema de salud pública.

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El Día Mundial del Trastorno Bipolar es una oportunidad para hablar de una enfermedad frecuente que puede aparecer en cualquier momento de la vida. Actualmente se estima que afecta a 3 de cada 100 personas y es considerado un problema de salud pública.

La edad promedio en que comienza esta enfermedad es la adolescencia, pero suele diagnosticarse tardíamente. Se considera que el 60 % de las personas con trastorno bipolar empieza a presentar síntomas antes de los 19 años, si bien un porcentaje comienza a manifestar síntomas más claros alrededor de los 30.

El trastorno bipolar es una enfermedad que se caracteriza por afectar en general, de manera intermitente, al estado de ánimo, la energía y la voluntad, la manera de verse a sí mismo, a las relaciones y los acontecimientos y la capacidad para pensar y concentrarse. Es decir, la persona sufre períodos de síntomas más o menos largos entre los cuales puede haber desaparición o atenuación marcada de los mismos (lo que llamamos fases).

Hoy en día la bipolaridad es considerada una enfermedad que afecta a todo el organismo: aumenta la frecuencia de ACV, infartos, hipertensión, diabetes, enfermedades inflamatorias y obesidad. Es un trastorno que además puede estar vinculado al consumo de alcohol, tabaco y drogas.

La fase más frecuente es la depresiva, que suele ser la forma de comienzo del trastorno. Durante esta fase la persona se siente vulnerable, incompetente, con ideas negativas que se expanden a la percepción de los vínculos interpersonales, sintiéndose alejado de las personas e incomprendido. También pueden aparecer la culpa e ideas catastróficas sobre el futuro, falta de energía, la voluntad está anulada, el cuerpo y el pensamiento lentos y pesados.

Esta fase puede tener diferentes niveles de gravedad que van desde problemas en las relaciones interpersonales (pareja, trabajo, hijos, etc.) hasta situaciones de notable incapacidad inclusive con comportamientos suicidas en los casos más graves. Si bien no se ven casos con tanta frecuencia, también pueden padecer alucinaciones visuales o auditivas.

La "otra cara de la moneda", la fase de activación, es lo que llamamos hipomanía y manía, períodos de elevación del ánimo donde la persona se siente poderosa, invencible, capaz de todo. Puede también llegar a sentirse irritable. Es importante saber que la energía va a estar notablemente aumentada, las percepciones más sensibles, el pensamiento y el habla acelerado: la capacidad de comunicación va a estar en su máxima expresión para luego deteriorarse. La percepción de incompetencia que se padece durante la depresión va a estar reemplazada por la de invulnerabilidad, lo que lleva a la persona a conductas temerarias como riesgos económicos, sexuales, consumo de sustancias etc. La manía y la euforia suelen instalarse progresivamente y en principio resultar placenteras, inclusive la persona puede obtener algunos logros por su ímpetu y extrema energía, pero generalmente, la situación comienza a salirse de control hasta generar desastres familiares, financieros y legales. Estos pacientes suelen ponerse belicosos ya sea por la irritabilidad o por la oposición que genera en los demás sus comportamientos inadecuados.

Pueden presentarse también combinaciones de síntomas depresivos y maníacos. Esto se llama cuadros mixtos, donde la persona puede estar deprimida, con el pensamiento acelerado e irritable.

El trastorno bipolar puede expresarse de muchas formas diferentes, como múltiples combinaciones de los síntomas relatados anteriormente, por eso el diagnóstico es complejo y llega a demorarse y confundirse con cuadros de ansiedad, depresión, mal carácter, problemas con sustancias, déficit de atención, o problemas de personalidad.

En los niños suele tener características especiales. Es común un desarrollo continuo, sin intermitencias, donde prevalece la irritabilidad, la baja autoestima, desinhibición sexual, hiperactividad y problemas de atención y conducta. Pueden aparecer comportamientos suicidas. Debe diferenciarse del déficit de atención.

En adultos mayores suelen prevalecer las disfunciones en la memoria, la desorganización de la conducta, los síntomas físicos y una marcada lentitud del pensamiento y movimientos que se confunden con la demencia.

El diagnóstico y el tratamiento, los cuales resulta fundamental sean realizados por un/a psiquiatra certificado/a, pueden cambiar notablemente la evolución de la enfermedad y sus consecuencias. El tratamiento incluye psicoterapia, psicoeducación personal y familiar y un imprescindible abordaje farmacológico. Hoy contamos con abordajes eficaces psicológicos y farmacológicos que pueden recuperar la calidad de vida del paciente. El acompañamiento familiar y los grupos de autoayuda son fundamentales para obtener mejores resultados.