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La difícil tarea de recortar en tiempos de crisis

Domingo, 06 de marzo de 2022 01:04

Luego de alcanzar un trabajoso acuerdo con el FMI, el presidente Alberto Fernández tiene ahora la difícil tarea de ajustar casi todas las variables de la economía sin que esto sea percibido como una derechización irremediable de su Gobierno. ¿Será posible lograr un objetivo tan ambicioso ante un escenario tan sombrío? En el entorno de Cristina Kirchner no sólo lo ven inviable, sino que creen que este acuerdo es la carta de defunción electoral del Frente de Todos en 2023 y también una fractura muy difícil de sanar para la coalición oficialista. Alberto Fernández tendrá, desde ahora, dos oposiciones distintas: una liderada por Juntos por el Cambio y otra encabezada por el cristinismo más radicalizado, con Máximo Kirchner a la cabeza.

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Luego de alcanzar un trabajoso acuerdo con el FMI, el presidente Alberto Fernández tiene ahora la difícil tarea de ajustar casi todas las variables de la economía sin que esto sea percibido como una derechización irremediable de su Gobierno. ¿Será posible lograr un objetivo tan ambicioso ante un escenario tan sombrío? En el entorno de Cristina Kirchner no sólo lo ven inviable, sino que creen que este acuerdo es la carta de defunción electoral del Frente de Todos en 2023 y también una fractura muy difícil de sanar para la coalición oficialista. Alberto Fernández tendrá, desde ahora, dos oposiciones distintas: una liderada por Juntos por el Cambio y otra encabezada por el cristinismo más radicalizado, con Máximo Kirchner a la cabeza.

En la resolución de ese dilema descansa una buena porción de las chances reeleccionistas del jefe de Estado, en donde la plataforma de presentación de su candidatura consistiría en el supuesto ordenamiento de la economía y en el fortalecimiento de las reservas del Banco Central. Esas dos banderas, claro está, suenan muy lejanas a las propuestas con las que Alberto asumió en 2019, en donde dijo que llenaría la heladera de los argentinos y que pagaría aumentos importantes a los jubilados con los intereses de las Leliq. Nada de eso ocurrió, ya sea por culpa de la herencia macrista, de la pandemia o de la propia impericia de las autoridades actuales.

La apuesta del mandatario es sumamente difícil, ya que desde el kirchnerismo más duro rechazan el proyecto presentado por Martín Guzmán y desde la oposición buscarán no pagar el costo de los recortes presupuestarios que deberá afrontar la sociedad para cumplir con los compromisos externos. El único responsable del triunfo o del fracaso de este plan económico -que será revisado trimestralmente por el Fondo- será el Presidente, nadie más.

En ese contexto, los operadores parlamentarios de Alberto Fernández trabajan a contrarreloj para evitar que la ley salga con más abstenciones que votos positivos. La única tranquilidad es que, al necesitarse mayoría simple de los presentes, el proyecto será aprobado si tiene solo un apoyo más que los rechazos. Sin embargo, en el Gobierno buscan que el consenso sea lo más amplio posible para llevar una señal de previsibilidad a los mercados. Un dato de color: el jueves se selló definitivamente el acuerdo con el Fondo y el Riesgo País casi no se movió, lo que demuestra que los actores financieros necesitan más cosas que este entendimiento.

Esto ocurre en momentos en los que el secretario de comercio Interior, el kirchnerista Roberto Feletti, salió a reclamar un incremento en las retenciones por la suba en el precio de los granos, derivada de la cruenta invasión rusa a Ucrania.

El acuerdo consiste en bajar el déficit fiscal, reducir la emisión monetaria, aumentar las tarifas de los servicios públicos y desalentar el consumo popular con tasas de interés mayores que la inflación. Todo este combo de medidas regresivas fueron presentadas por el Alberto como un pacto "sin ajuste" en las cuentas públicas. Si todas estas políticas no representan un ajuste, ¿qué es realmente un ajuste? El relato nuevamente vuelve a ocupar un rol protagónico en las filas del oficialismo, ya que las tarifas tendrán subas de hasta el 200 por ciento, los subsidios sociales podrían alcanzar a menos beneficiarios y los comerciantes verán limitada su capacidad de venta si a la gente le conviene más poner la plata en el banco que salir a gastarla.

El jefe de Estado volvió a cometer el mismo error que ya había tenido al inicio de su gestión, en donde generó expectativas desproporcionadas que se fueron haciendo añicos con el paso de los meses. ¿No era más fácil explicar claramente que este ajuste era la única manera de evitar un default que sería dramático para el país en vez de negar que vaya a producirse el recorte? Por supuesto que si, pero Alberto volvió a poner en juego el valor de su palabra ni más ni menos que en cadena nacional.

Cerca del Presidente reconocen que el acuerdo con el fondo traerá más calma al mercado cambiario pero ponen ciertos reparos en que la inflación vaya a bajar sensiblemente este año. "Si no logramos contener los precios todos los esfuerzos fiscales serán en vano. La única manera de llegar con chances concretas a las Paso del Frente de Todos es que mostremos que podemos domesticar la inflación", señaló ayer a El Tribuno de Jujuy un secretario de Estado que pidió reserva de su identidad.

El mandatario busca ubicarse en el tablero en una posición de centro que esté a la derecha de Cristina y la izquierda de Mauricio Macri, una aspiración similar a la que vino teniendo el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa.

La oposición

Juntos por el Cambio sigue dando llamativas muestras de descoordinación estratégica y de contradicciones discursivas de forma permanente. El Pro decidió levantarse de la apertura de sesiones ordinarias con la excusa de que sus diputados se sintieron agraviados por el discurso del Presidente. ¿Qué fue lo que tanto los ofendió? Cuando Alberto Fernández repitió lo mismo que había dicho un año atrás: que hay que investigar a quienes tomaron la deuda con el Fondo Monetario. Es inexplicable que legisladores que debían escuchar al jefe de Estado opten por retirarse como si nada ocurriera, cosa que no hicieron los radicales y los de la Coalición Cívica. ¿Algún trabajador puede abandonar su puesto de trabajo porque no le gustó un comentario de alguien en la empresa? La clase política insiste en alejarse cada día más de los ciudadanos que la votan.