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25 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Balcanizar o galvanizar... he ahí la cuestión

Lunes, 25 de abril de 2022 01:02

Balcanización es un término geopolítico peyorativo usado originalmente para describir el proceso de fragmentación o división de una región o estado en partes más pequeñas y étnicamente homogéneos que son, por lo general, mutuamente hostiles y no cooperan entre sí. El término surgió a raíz del surgimiento de nuevos Estados en la península de los Balcanes tras la guerra de los Balcanes.

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Balcanización es un término geopolítico peyorativo usado originalmente para describir el proceso de fragmentación o división de una región o estado en partes más pequeñas y étnicamente homogéneos que son, por lo general, mutuamente hostiles y no cooperan entre sí. El término surgió a raíz del surgimiento de nuevos Estados en la península de los Balcanes tras la guerra de los Balcanes.

Galvanización, por el contrario, significa recubrir la integridad de un pueblo, para protegerlo tanto de ataques externos como de intentos de atomización interna generados por ambiciones desmedidas de poder. O aplicar un shock para reactivar energías, entusiasmos o potencia. Ambas expresiones, usadas en sentido figurado, se pueden aplicar a la decisión inminente que enfrentamos los argentinos, para tratar de salir de la crisis política que atravesamos, y que no sólo nos arrastra al abismo económico y social, sino nos pone en el límite de la pérdida de identidad como Nación.

Los durísimos quiebres en la indispensable unidad de pensamiento y acción en la coalición gobernante del Frente de Todos han puesto a la Argentina en el centro de una incertidumbre difícil de encontrar en la historia reciente, y eso que los hubo.

Los intereses políticos y personales de la vicepresidenta Cristina Elisabet Fernández de Kirchner, y la fuerza arrolladora con que ejercer la porción de poder que conserva, arrasan con la versátil y licuada gestión del presidente Alberto Ángel Fernández, cuya fracción de autoridad no logra tener la corpulencia y la coherencia para mantener en una sola dirección el timón del país.

El reciente episodio que se recordará como la lamentable puja por el control del Consejo de la Magistratura y la guerra perdida contra la inflación mostraron la fractura expuesta entre las dos figuras más importantes de la vida nacional, y por debajo de ellas, la lucha sin cuartel entre los embates de La Cámpora a la sombra huidiza del albertismo. Día a día, el Gobierno se balcaniza.

Y flota la sensación que más que criterios de adversarios (lo que sería tolerable y hasta sano en democracia), se trata de pujas de verdaderos enemigos, que comparten en el escenario nacional la balcanización del poder y del Gobierno. El juego es ver quién es más pícaro y rápido, más vivaracho y más canchero que el otro, y qué métodos crueles utiliza para hacérselo saber y sentir. Una guerra de pijoterías, más que una contienda de inteligencias al servicio del país. Galvanizar la gestión, hoy parece imposible, y le quedan al Presidente 20 meses de mandato. En la platea, 45 millones de súbditos esperan anestesiados, que el final de la obra no sea otra tragedia.

La oposición conformada por el cada vez más heterogéneo Frente Juntos por el Cambio también aparece con sus partes cada vez más alejadas entre sí, y dentro de cada una de ellas, una proliferación de opciones a futuro, tan disímiles y contradictorias, que están a punto de hacer saltar por los aires la cierta posibilidad de hacerse cargo del turno de gobierno que se iniciará en diciembre del 2023.

El PRO no ha definido aún si será nuevamente Mauricio Macri, o si el expresidente aplacará sus renovadas ambiciones y bendecirá el camino de Horacio Rodríguez Larreta, o Patricia Bullrich para la elección presidencial. Las encuestas dicen que el panorama del PRO, hoy, se debe analizar en ese orden. Del lado de la Unión Cívica Radical, la foto de aspirantes muestra al ascendente Facundo Manes, a los siempre dispuestos Mario Negri, Alfredo Cornejo y Martín Lousteau, y al tesón cada día más vigoroso de Gerardo Morales.

En la UCR todos se alistan para el afiche y ante cada micrófono que les ofrecen se desgañitan hablando a favor de la unidad entre ellos y con el PRO. Pero es obvio que si tanto necesitan declamarla, es porque en realidad pende de un hilo y está dependiendo del posicionamiento de las vanidades. La balcanización de Juntos está lista para entrar en escena y galvanizar la oposición, y hacerla creíble, es hoy otra de las tareas políticas, además de enfrentar a un oficialismo que en muchos momentos, les marca la cancha y los lleva de la nariz a los escenarios indeseados.

En este escenario, el oficialismo y la principal oposición por ahora lograron dos cosas: a) recluir a la izquierda a un rincón de la escena nacional, donde habita con los piqueteros y las agrupaciones sociales más radicalizadas. Y b) engrandecer la figura del libertario Javier Milei, que con posturas que rayan lo estrafalario, e identificando a una "casta política" que sólo parece atender su cómoda subsistencia, gana puntos en los sondeos. Y galvaniza adeptos.

En Jujuy, es notable el esfuerzo del GM por no perder espacio en los medios y lleva recorridos miles de kilómetros "intraprovincia" para no alejarse de los escenarios donde se realizan obras y no perder el contacto con los jujeños que lo votaron. Muchos kilómetros más, decenas de miles más, lleva recorridos en el país en su precampaña presidencial. Aquí, Cambia Jujuy le cuida los espacios políticos y parlamentarios. Resisten el duro embate de los gremios estatales, y las agrupaciones sociales, disconformes con los aumentos salariales y con la asistencia a los más vulnerables.

El GM está jugando fuerte para sostener las riendas de la Provincia muy cortas y rígidas. Su brazo parlamentario acepta tratar los pedidos de juicio político a tres miembros del Superior Tribunal de Jujuy, dos de los cuales fueron relevantes militantes radicales, como Beatriz Altamirano y Clara Langhe de Falcone, y un peronista, Sergio González. Y mientras fuerza la designación de funcionarios cuestionados por los colectivos de género, por cuerdas separadas, acepta y promueve la aprobación de la llamada "Ley de Ficha Limpia".

En este caso, se debe aclarar que esta depuración de origen para los cargos electivos, era una antigua aspiración de la diputada del partido Lyder, integrante de CJ, Cynthia Eunice Alvarado, legisladora que logró vencer la resistencia de propios y ajenos y hasta obtuvo la firma del presidente del bloque radical Alberto Bernis en el proyecto y una sólida argumentación de su par la abogada Gaby Burgos. Contó con el apoyo del Frente de Todos - Partido Justicialista y con una encendida postura del presidente del bloque peronista, Rubén Armando Rivarola, en su firme alocución, sobrepasó los límites de la ley, y casi exigió la adhesión a la misma de los poderes Ejecutivo y Judicial, que "deben acompañar la transparencia y la clara legalidad en los antecedentes y el proceder de sus funcionarios".

Un avance que la ciudadanía, a pesar de los graves problemas que tiene para llegar a fin de mes, recibió con satisfacción. Pero falta mucho para conformar a los votantes. Y si los jefes de la actualidad deciden que es tiempo de actualizar la Constitución Provincial, los códigos electorales y otros temas que pueden cambiar la realidad provincial, quizás reciban más aplausos que chiflidos. Mientras tanto, balcanizar sigue estando más cerca que galvanizar.