A dos semanas de la llegada de la "Mamita" del Cerro, la Virgen de Copacabana de Punta Corral a Tumbaya, esa pequeña localidad nuevamente se vio colmada de fieles devotos que llegaron en peregrinación el pasado sábado para participar del encuentro de la Virgen del Cerro y la patrona de los jujeños la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya. En el ingreso al pueblo el padre Manuel Alfaro fue recibido por el párroco Abraham Pereyra.
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A dos semanas de la llegada de la "Mamita" del Cerro, la Virgen de Copacabana de Punta Corral a Tumbaya, esa pequeña localidad nuevamente se vio colmada de fieles devotos que llegaron en peregrinación el pasado sábado para participar del encuentro de la Virgen del Cerro y la patrona de los jujeños la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya. En el ingreso al pueblo el padre Manuel Alfaro fue recibido por el párroco Abraham Pereyra.
El párroco de Tumbaya, padre Abraham Pereyra, en diálogo con nuestro diario dijo que "hoy se está viviendo una muestra de fe muy grande, no solo hacia nuestra Madre la Virgen de Copacabana de Punta Corral sino con la presencia de la Virgen del Rosario, que verdaderamente emociona porque nos permite comprobar cómo los fieles acompañan las manifestaciones religiosas para agradecer los favores recibidos, este año más que nunca después de todo lo vivido".
Por su parte el padre Manuel Alfaro señaló la "alegría poder estar aquí, porque nosotros hemos venido a renovar esa fe, hoy hemos venido a los pies de la Mamita del Cerro, que a veces los peregrinos la ven desde lejos por la gran multitud". Agregó que "nosotros que hemos celebrado los 100 años de la Coronación Pontificia de la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya nos hacemos presentes para decirle al hijo de María como acabamos de escuchar en el Evangelio de Juan, que la presencia de la madre nos va a llevar al corazón de su propio hijo".
Concluido el oficio religioso los presentes de manera ordenada pudieron "cargar" ambas imágenes con las que se realizó una procesión por las diferentes calles del lugar, donde se pudieron observar muestras de agradecimiento y de devoción para ambas Vírgenes bajo un cielo azul brillante y un sol abrazador apenas atenuado por una suave brisa norteña.