Agustina Espinoza supo desde siempre que su destino estaba marcado: debía ser una creadora, una artista, porque desciende de familia de emprendedores y artesanos, con un papá profesor de Plástica y una mamá profesora de Actividades Prácticas. "Y después de haber mamado de niña, la bohemia de mi casa, era el camino que debía seguir", comentó con una amplia sonrisa, mientras atiende a una conocida clienta.
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Agustina Espinoza supo desde siempre que su destino estaba marcado: debía ser una creadora, una artista, porque desciende de familia de emprendedores y artesanos, con un papá profesor de Plástica y una mamá profesora de Actividades Prácticas. "Y después de haber mamado de niña, la bohemia de mi casa, era el camino que debía seguir", comentó con una amplia sonrisa, mientras atiende a una conocida clienta.
"Durante la Feria de Invierno del año 2016, que se realizó en la avenida 19 de Abril, me presenté sola con mis bufandas infinitas que había tejido yo y era lo único que tenía para vender", relató la exestudiante de Psicología, quien al finalizar la feria y ante el éxito obtenido se replanteó lo que estaba haciendo con su vida.
"Con el dinero ganado compré una máquina sublimadora que se utiliza en el estampado de prendas. A partir de ese momento comencé a diseñar mis remeras y la temática era el rock nacional, bien argentino, y que estaba destinado a un público muy específico que seguía mi tendencia", manifestó Agustina.
Ingresar a las ferias artesanales le costó muchísimo, pese a que durante varios años y siendo pequeña había acompañado a sus padres por Humahuaca, El Carmen, Salta, Palpalá y las que se realizaban en la capital jujeña.
"Al ir sumando tejidos al crochet y costuras me llevó a estudiar la ´Tecnicatura Regional de Diseño de Indumentaria´ en el Instituto de Enseñanza Superior Nº 11, donde me recibí y solo me faltan rendir tres materias, pero que espero poder rendir a la brevedad, aunque realmente estoy muy ocupada con el negocio y el taller que manejo yo sola", señaló la entrevistada, a la vez que acomoda uno de los percheros y responde las preguntas de una joven clientela que mira los diferentes artículos y se interiorizan del precio.
Un largo camino
Agustina Espinoza recordó que "en el año 2019 me encargaron más de 500 remeras para el carnaval, lo que me ayudó a comprar algunas máquinas que me eran sumamente necesarias, y todo se centró en el hecho de que eran artesanales, ya que usaba productos naturales para el teñido".
"En el carnaval del 2020 y cuando estaba lista para realizar la entrega me robaron 500 remeras", indicó, asegurando que "se llevaron hasta las perchas a lo que se le sumó la pandemia, todo mal. Pero gracias a mi manejo de las redes, mi clientela me siguió bancando, incluso creció la demanda a la vez que me pedían un espacio físico, razón por la cual en noviembre de ese año alquilé un pequeño local que a los tres meses se inundó y ahí fue que me instalé en este más grande, pero con mucho miedo", expresó Agustina.
Con alegría señaló que desde hace 8 meses se independizó y pudo poner su taller en su departamento en Ciudad de Nieva, que trabaja sola, que cuando necesita ayuda le pide una ´mano´ a un familiar o un amigo", aclarando que "mi mayor anhelo es poder brindarle trabajo estable a dos o tres personas que me ayuden de manera permanente; quiero crecer pero por el momento me es imposible".
Finalmente la emprendedora y diseñadora indicó que "a mis prendas no le pongo edad ni género".